Norton pide concurso de acreedores: el vino argentino, en crisis bajo el ajuste de Milei
La histórica bodega mendocina Bodega Norton se presentó en concurso preventivo de acreedores para intentar sobrevivir a la debacle económica. Detrás del comunicado empresarial y las palabras de compromiso, late un drama más profundo: la caída del mercado interno y la contracción de las exportaciones desde la llegada de Milei al gobierno.
Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable

La noticia sacudió a la industria vitivinícola. Bodega Norton, una de las más emblemáticas de Mendoza, anunció que se presentó en Concurso Preventivo de Acreedores, una medida legal que busca evitar la quiebra mientras se reestructura la deuda. En un comunicado, su CEO Tomás Lange sostuvo que la decisión apunta a “asegurar los puestos de trabajo y la continuidad de la operación”.
El mensaje intenta transmitir calma, pero el trasfondo revela un sector acorralado por la política económica del gobierno libertario, que combina apertura importadora, dólar atrasado y recesión profunda en el consumo interno. La bodega, fundada en 1895 en Luján de Cuyo, acumula 130 años de historia y presencia en más de 70 países, pero ni su prestigio pudo escapar del ajuste.
El ajuste llega a la copa
Según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), en los primeros nueve meses del año las ventas de vino en el mercado interno cayeron un 2,5%, mientras las exportaciones se desplomaron un 6,3% respecto del mismo período del año anterior.
Los números hablan por sí solos: la recesión impulsada por las políticas de Milei no solo vacía las mesas populares, sino también las copas. Aunque septiembre mostró un leve repunte mensual del 4,4%, los bodegueros coinciden en que el problema estructural es mucho más grave. La pérdida del poder adquisitivo, los aumentos tarifarios y el desplome del turismo interno golpean el corazón de las economías regionales.

Un país que se desindustrializa
El economista Javier Merino, especialista en el sector, advirtió a comienzos del año que “para ser competitivo y rentable hoy es necesario vender menos cantidad a un precio mayor”, algo inviable en un contexto donde el dólar exportador no compensa los costos internos dolarizados. El modelo libertario, obsesionado con la apertura indiscriminada, deja a los productores atrapados entre la inflación y el tipo de cambio planchado, mientras el mercado global ofrece menos oportunidades y mayor competencia.
La vitivinicultura mendocina —que representa el 90% del vino comercializado en el país— es una de las actividades más integradas al tejido productivo local. Cada bodega sostiene a decenas de familias, trabajadores rurales, proveedores y cooperativas. Cuando una empresa del tamaño de Norton cae en concurso, todo el ecosistema económico regional tiembla.
El espejismo del “libre mercado”
Mientras Milei insiste en que su plan “de shock” traerá prosperidad futura, las economías regionales comienzan a resentirse visiblemente. El vino argentino, símbolo de identidad nacional y de exportación con valor agregado, se enfrenta a un presente de cierres, despidos y endeudamiento.
El contraste no podría ser más brutal: mientras el gobierno celebra la supuesta “vuelta al superávit” recortando inversión y consumo, empresas centenarias deben pedir auxilio judicial para no desaparecer.
La patria se defiende también con vino
Bodega Norton asegura que “continuará trabajando con el mismo espíritu de esfuerzo y excelencia que la caracteriza desde hace 130 años”. Pero la realidad que enfrenta el sector vitivinícola muestra que ni la excelencia ni el esfuerzo alcanzan cuando el Estado se retira y el mercado manda.
En tiempos donde Milei repite que “no hay plata”, la caída de Norton es algo más que un problema empresarial: es la metáfora líquida de un país que se desangra por dentro, donde la desindustrialización y el ajuste se sirven, esta vez, en copas vacías.


