Neuquén crece mientras el país se desinfla una vez más
En la historia del país, dos años es algo así un pestañeo. Pero en la de los gobiernos es nada menos que la mitad del mandato; es decir más que lo suficiente como para realizar un balance inequívoco y trazar proyecciones rumbo a lo que venderá (o podría venir). Se trata de un ejercicio obligado a tan sólo tres semanas de las elecciones nacionales que definirán las nuevas composiciones de ambas cámaras del Congreso de la Nación.
Aquí en Neuquén la situación es clara. En nombre del equilibrio fiscal, el gobierno de Javier Milei despojó a la provincia de los fondos para realizar rutas, abandonó los planes de viviendas, se desentendió de la construcción de escuelas, miró para otro lado frente a la necesidad de ampliar los centros asistenciales y recortó las partidas para asistencia social, como por ejemplo la que se les brinda a las personas con discapacidad.
No es que se haya ensañado con Neuquén. Nada de eso, es una matriz, una decisión que afectó a las distintas provincias. En todo caso, la diferencia radica en que el gobierno de Rolando Figueroa tomó la decisión de cubrir todas esas áreas no sólo con recursos propios, sino también con estrategias que jamás se habían aplicado. Entre ellas, la financiación de becas estudiantiles y la construcción de rutas con el aporte de las grandes petroleas a las que convenció que debían ayudar al modelo de desarrollo que beneficia a los neuquinos. Neuquén hizo lo que tenía que hacer (aquello con lo que se había comprometido) y también hizo lo que Nación tenía que hacer y dejó de lado.
Aquella meta del equilibrio fiscal no es patrimonio exclusivo de Nación. Nada de eso. Neuquén ha mostrado un manejo transparente y cuidadoso de los recursos, a los que les sumó la distribución equitativa que Nación dejó de lado. Neuquén despidió a los ñoquis, redujo la planta política y eliminó todos los gastos innecesarios del Estado, al tiempo que invirtió en créditos para emprendedores, también para productores y -entre otras cosas- puso en marcha una serie de planes destinados a generar puestos de trabajo. Eso más el indispensable fortalecimiento de la salud pública y de la seguridad, a las que nutrió de vehículos y de nuevas instalaciones.
Estas y otras muchas razones son las que ubican a los candidatos de La Neuquinidad (frente de partidos que conduce Figueroa) con grandes chances de acceder a la mayor cantidad de las bancas que se pondrán en juego este 26 de octubre: tres en Diputados y las tres del Senado.
Los discursos rumbo a esa cita electoral son muy claros respecto de las intenciones de unos y otros. Es que mientras los partidos de la grieta se desgastan entre sí, La Neuquinidad habla de los neuquinos. La Libertad Avanza (golpeada por el narco gate que tiene en el ojo de la tormenta a José Luis Espert) pregona “es Milei o el kirchnerismo”; mientras que el kirchnerismo apuesta al “fuera Milei”. Es decir, intentan instalar una polarización que aquí, en la provincia de Vaca Muerta, carece de sentido y lo único que puede llegar a sembrar es un odio que no hace más que horadar el ánimo (y las posibilidades de éxito).
La Neuquinidad, en cambio, explica su postura con términos prácticos: para fortalecer el modelo neuquino que permitió el desarrollo pese a las mezquindades de Nación, es necesario que la provincia tenga sus propios representantes en el Congreso; es decir, legisladores que no tengan a sus jefes allá, en Buenos Aires.
El frente provincial es, además, el único que ha presentado propuestas. Ya redactó un proyecto de Ficha Limpia para aplicar en todo el país lo que ya rige en la provincia (e impide que condenados o destituidos puedan ser candidatos o ejercer cargos). Y propone modificar la ley de Coparticipación Federal para que la provincia que nutre a la Argentina de petróleo, gas y energía eléctrica reciba lo que simplemente le corresponde.
Hoy Neuquén, la provincia que sostiene al país con sus recursos naturales, es discriminada por Nación, tal como lo fue durante los gobiernos de los Kirchner, Macri y Alberto Fernández. Sucede que por cada 100 pesos que envía al Tesoro Nacional, apenas regresan 51, cuando otras provincias reciben mucho más que el doble (e incluso que el triple). Esa es la pelea que La Neuquinidad quiere dar en el Congreso y si la gana, el desarrollo de la provincia será más acelerado y los beneficios para la población se multiplicarán más rápido. La prueba está en que Neuquén es una provincia que crece con esfuerzo propio, aún en medio de la máquina impedir sobre la que se sientan los partidos de la grieta.
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