Nacer después de muertos los padres: el debate mundial que repercute en Neuquén

Nacer después de muertos los padres: el debate mundial que repercute en Neuquén

 

En diciembre de 2017, el llanto de un bebé rompió un silencio cargado de ausencia. Lo llamaron Tiantian, que en chino significa “dulzura”. Nació en China, pero su historia atraviesa continentes. Llegó al mundo cuatro años después de que sus padres murieran en un accidente. Fue gracias a un embrión que habían congelado antes del siniestro, al deseo inquebrantable de sus abuelos y a una red compleja de decisiones médicas, legales y afectivas.

El caso de Tiantian marcó un antes y un después en la reproducción asistida post mortem. En Neuquén y la Patagonia, su historia resuena con fuerza. Aunque parece lejana, plantea preguntas que los equipos médicos y legales de la región ya están comenzando a enfrentar.

El niño nacido luego de la muerte de sus padres, junto a sus abuelos maternos y paternos. Foto: Beijing News

“No estamos lejos de estos dilemas”

En una clínica de fertilidad de la ciudad de Neuquén, una médica ginecóloga especialista en medicina reproductiva, consultada por Alerta Digital confirmó que los tratamientos con criopreservación están en aumento. “Cada vez más parejas congelan embriones, incluso personas solas que planifican una maternidad o paternidad futura. Pero pocos se detienen a pensar qué pasaría si uno fallece en el camino”, advierte.

La especialista señaló que en Argentina, aunque hay legislación que garantiza el acceso a la fertilización asistida (Ley 26.862), el vacío está en lo que ocurre después: “No hay una ley clara sobre el uso de embriones tras la muerte de un progenitor. Por eso cada clínica requiere un consentimiento informado, donde se deja constancia de qué hacer si ocurre algo imprevisto. Pero no siempre se llena con la seriedad que merece”.

Una historia neuquina: “Él quería ser papá, incluso si ya no estaba”

Rocío, una vecina de Plottier, compartió también su experiencia. Su pareja falleció en 2021 en un accidente de montaña, poco después de que iniciaran un tratamiento de fertilidad. “Habíamos congelado embriones y en el formulario él dejó asentado que, si algo le pasaba, yo podía usarlos. Yo no sabía si iba a tener fuerzas, pero después entendí que era una forma de que algo de él siguiera en este mundo”, cuenta emocionada.

Con el acompañamiento de profesionales médicos y legales, Rocío inició el proceso en 2023. A principios de este año quedó embarazada. “No es un camino fácil. No todos entienden. Me preguntaron si no era egoísta, si lo hacía por no soltarlo… pero es todo lo contrario. Él quería ser papá, incluso si ya no estaba. Y yo también”, afirma.

Su caso está siendo seguido de cerca por entidades jurídicas y médicas de la región, ya que podría convertirse en un precedente legal.

El vacío legal y la necesidad de un debate público

Desde Bariloche, la abogada Elena Álvarez, especializada en derecho de familia y bioética, sostiene que la historia de Tiantian sirve como espejo para pensar qué tipo de legislación necesita la Argentina. “La reproducción asistida post mortem genera conflictos entre derechos: la voluntad de los padres, la autonomía de quien sobrevive, los derechos del niño por nacer, y hasta los intereses de la familia extendida”, señala.

Álvarez acompaña casos de parejas que congelaron embriones sin imaginar los dilemas que podrían surgir. “Muchos piensan que el consentimiento firmado es una formalidad. Pero si hay desacuerdo entre familiares o falta de claridad, puede derivar en un conflicto judicial que no está del todo contemplado por nuestro Código Civil”.

Una ciencia que avanza más rápido que la ley

En la Patagonia, los centros de fertilidad reportan un crecimiento sostenido en la demanda. Una médica del Hospital Zonal de San Martín de los Andes, señaló que el desarrollo tecnológico llegó para quedarse: “La criopreservación de óvulos, esperma y embriones es cada vez más común. Y los escenarios que antes parecían ciencia ficción, como el de Tiantian, ahora son clínicamente posibles en Argentina”.

Para ella, el gran desafío es acompañar estos avances con marcos éticos y legales actualizados: “No alcanza con la ciencia. Necesitamos leyes claras y una conversación social más amplia sobre qué significa ser padre o madre en el siglo XXI”.

Cuando el amor y la ciencia empujan la vida

Tiantian hoy tiene siete años. Vive con sus abuelos en la provincia china de Jiangsu y crece rodeado de afecto, en un hogar marcado por la ausencia y la esperanza. Su historia nos conecta con una pregunta universal: ¿hasta dónde estamos dispuestos a ir para continuar un legado familiar?

En la Patagonia, como en el resto del país, los dilemas que su caso plantea ya no son teóricos. En clínicas, consultorios y juzgados, la ciencia y el derecho empiezan a caminar juntos por un terreno nuevo, donde la biología, la memoria y el deseo de dar vida se entrelazan en decisiones profundamente humanas.

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