La “reforma laboral” de Milei: jornadas de 12 horas, sueldos en tickets y despidos en cuotas
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La “reforma laboral” de Milei: jornadas de 12 horas, sueldos en tickets y despidos en cuotas

 

El Gobierno impulsa un proyecto de “modernización” laboral que elimina derechos conquistados durante décadas. Bajo la retórica de la libertad y la competitividad, el Ejecutivo busca flexibilizar al extremo las condiciones de trabajo, debilitando sindicatos, paritarias y seguridad social.

Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable

El gobierno de Milei avanza con su plan de reforma laboral, presentado como un salto hacia la “modernización” pero que, en realidad, significa un retroceso histórico en materia de derechos laborales. La iniciativa propone jornadas de hasta 12 horas, indemnizaciones pagadas en cuotas y salarios fraccionados en tickets canasta, configurando un modelo que traslada todo el peso de la “eficiencia” a las espaldas del trabajador.

Según los fundamentos del proyecto, el objetivo es “flexibilizar para generar empleo”. Pero detrás de ese eufemismo se esconde una ofensiva estructural contra el sistema de protección social y las conquistas del movimiento obrero argentino. Gabriel Solano, del Partido Obrero, sintetizó la gravedad del texto: la reforma equivale a esclavitud laboral.


Flexibilización total: más horas, menos derechos

El texto difundido por portales como Infobae, La Nación y El Tucumano detalla que la jornada laboral podría extenderse hasta 12 horas diarias, y que se habilitaría un banco anual de horas que elimina el pago de horas extras. Además, las vacaciones podrían fraccionarse a criterio de las empresas, y las indemnizaciones podrían abonarse en cuotas, reduciendo la estabilidad laboral a una mera variable contable.

La iniciativa también reactiva los tickets canasta, figura que reapareció desde los años ’90 y que permite pagar parte del salario sin aportes patronales ni cargas sociales. En la práctica, esto desfinancia la ANSES, el PAMI y las obras sociales, dejando a los trabajadores con menos cobertura y a los jubilados con menos recursos.


El salario como mercancía

El discurso oficial insiste en que el sistema laboral argentino “tiene más de 70 años” y “ya no sirve”. Sin embargo, lo que el gobierno presenta como modernización es una liberalización total del trabajo, donde el asalariado deja de ser sujeto de derechos para transformarse en mercancía.

La eliminación de las paritarias por actividad —reemplazadas por negociaciones dentro de cada empresa— pulveriza la fuerza del sindicalismo y fragmenta la representación colectiva. Cada trabajador deberá negociar su salario solo, frente a patronales cada vez más concentradas.


El espejismo del empleo “formal”

Desde el oficialismo, señala el periodista Osvaldo Peralta desde EnOrsai, se sostiene que la reforma permitirá incorporar al sistema a los trabajadores informales. Pero la historia reciente desmiente esa promesa: las reformas flexibilizadoras de los ’90 no generaron más empleo, sino más precariedad. Formalizar en estas condiciones no es integrar, es legalizar la explotación.

Además, la reducción de cargas patronales —presentada como incentivo a la contratación— provocará un nuevo agujero en las finanzas previsionales, debilitando el sistema de jubilaciones y salud pública.


Un ataque a la estructura sindical y social

El proyecto también busca reconfigurar la relación entre capital y trabajo: el empleador gana autonomía y el trabajador pierde respaldo. En palabras simples, la libertad del patrón pasa a ser la falta de libertad del obrero.

Referentes del sindicalismo, del peronismo y de la izquierda anticiparon un frente común de rechazo a la reforma. En varias centrales obreras ya se discute un plan de lucha y la posibilidad de un paro nacional. La CGT analiza convocar a una movilización si el proyecto avanza en el Congreso.


Volver al pasado

El trasfondo del debate no es técnico ni económico, sino político y cultural. Milei pretende borrar el concepto de derecho laboral, reemplazándolo por la idea de contrato individual, como si la libertad de elegir existiera entre partes desiguales. Lo que se discute no es una reforma, sino el sentido mismo del trabajo digno.

La experiencia argentina demuestra que la “flexibilidad” sólo trajo más desigualdad. Bajo el ropaje de la modernidad, el gobierno busca reinstalar un modelo preperonista, donde el trabajador depende de la voluntad patronal y el Estado se limita a certificar la desigualdad.

En definitiva, la reforma laboral que Milei intenta imponer no moderniza: restaura. Y lo hace en nombre de una libertad que sólo beneficia a los poderosos.

 

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    Boleta Única de Papel: todo lo que hay que saber sobre cómo votar en las próximas legislativas nacionales

     

    La Argentina estrenará el sistema de Boleta Única de Papel (BUP) en las elecciones legislativas del próximo 26 de octubre. Se trata de un cambio histórico en la forma de votar: ya no habrá cuarto oscuro, ni sobre, ni múltiples boletas partidarias, sino un solo papel que concentrará a todas las fuerzas políticas y que deberá marcarse con birome detrás de un biombo.


    Una boleta, todas las opciones

    Durante una exposición en la Legislatura porteña, el exdirector nacional electoral y actual secretario Electoral Permanente de Chubut, Alejandro Tullio, explicó los detalles de la implementación. La novedad central es que la BUP reemplaza al cuarto oscuro: cada elector recibirá la boleta firmada por el presidente de mesa, pasará a una cabina de votación y marcará con claridad la opción elegida para cada categoría.

    La boleta se pliega sobre sí misma, se entrega al presidente de mesa, y éste la deposita en un bolsín transparente. No más sobres, no más boletas sueltas: un sistema que busca mayor transparencia, economía y practicidad.


    Precauciones y advertencias

    Tullio hizo hincapié en que en varias jurisdicciones se votarán dos categorías, por lo que cada ciudadano deberá hacer dos marcas en la boleta para evitar que uno de los casilleros quede en blanco.
    Un error común podría ser la confusión o el apuro que lleven a marcar solo una de las opciones.

    Además, advirtió que si se realizan más de una marca en la misma categoría, o se dibuja o escribe cualquier cosa en la boleta, se considerará voto impugnado.


    ¿Cómo se vota?

    1. El presidente de mesa entrega la boleta única firmada.
    2. El votante pasa detrás de un biombo para marcar su preferencia.
    3. Se utiliza una birome oficial provista por el Estado, aunque se puede llevar una propia.
    4. La boleta se dobla siguiendo las indicaciones impresas.
    5. El presidente de mesa la introduce en un sobre firmado por él y luego en el bolsín.

    En caso de arrepentimiento, el votante puede devolver la boleta y pedir una nueva.


    Voto asistido y limitaciones

    El sistema prevé el voto asistido para personas con discapacidad, quienes podrán contar con la ayuda de una persona de confianza o del propio presidente de mesa. Sin embargo, persiste una deuda: la ausencia de boletas en sistema braille obliga a las personas ciegas o con visión reducida a depender de terceros, perdiendo así el secreto de su voto.


    Una experiencia a evaluar

    “Este es un sistema más simple, más económico, más sostenible y probado en muchos países”, sostuvo Tullio, recordando que en Australia funciona desde 1967. Al mismo tiempo, pidió a la ciudadanía que consulte en www.padron.gob.ar para verificar su lugar de votación, ya que suele haber cambios en grandes ciudades.

    El funcionario subrayó que cada acto electoral es un ejercicio de soberanía y de aprendizaje colectivo:

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    Por Alcides Blanco para Noticias La Insuperable

    El 11 de octubre de 1885 nacía en Londres una niña llamada Alicia Moreau, que poco después se convertiría en una de las figuras más trascendentes del siglo XX argentino. Llegó al país siendo apenas una niña, junto a sus padres exiliados por razones políticas. Años más tarde, su compromiso con la libertad y la justicia la transformaría en una pionera del feminismo y del pensamiento socialista argentino.

    Su nombre se asocia a luchas que aún hoy siguen vigentes: el voto femenino, la igualdad salarial, la educación pública y la defensa de la salud como derecho. Fue médica cuando pocas mujeres podían siquiera acceder a la universidad, y activista cuando serlo significaba desafiar todos los mandatos sociales.

    Una mujer adelantada a su tiempo

    Alicia Moreau de Justo se recibió de médica en 1914, en una época en la que el ámbito científico era casi exclusivo de los hombres. Desde entonces combinó su práctica profesional con un intenso trabajo político y social. Fundó el Centro Feminista y fue una de las organizadoras del Primer Congreso Femenino Internacional de la República Argentina, en 1910, desde donde reclamó por la educación mixta, la igualdad de derechos civiles y la protección laboral de las mujeres.

    Su militancia se consolidó en el Partido Socialista, donde conoció a Juan B. Justo, su compañero de vida y de ideales. Juntos impulsaron un proyecto de país basado en la justicia social, la educación pública, la organización obrera y la igualdad de oportunidades. Tras la muerte de Justo, Alicia continuó su labor política y se convirtió en una de las dirigentes más respetadas del movimiento socialista, una voz lúcida frente a las injusticias del poder conservador y los autoritarismos militares.

    El voto femenino y la lucha por la ciudadanía

    Décadas antes de la sanción del voto femenino, Alicia Moreau ya recorría el país organizando charlas, congresos y manifestaciones. En 1918 fundó la Unión Feminista Nacional, desde donde impulsó el derecho al sufragio y la participación política de las mujeres.

    En 1947, cuando se aprobó finalmente la ley de voto femenino, impulsada por Eva Perón, Alicia celebró el logro sin mezquindades, pese a las diferencias ideológicas con el peronismo. Lo importante, decía, era que las mujeres argentinas por fin tuvieran voz y voto. Esa actitud la convirtió en una referente transversal del feminismo nacional: su compromiso estaba por encima de las banderas partidarias.

    Médica, educadora y pacifista

    Además de su labor política, Alicia fue una médica ejemplar. En los hospitales públicos de Buenos Aires se destacó por su atención a mujeres y niños en situación de vulnerabilidad. También promovió campañas de prevención sanitaria y educación sexual en tiempos en que esos temas eran tabú.

    Durante las décadas del 50 y 60, fue una de las fundadoras de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y del Movimiento por la Paz, desde donde denunció la violencia institucional y las persecuciones políticas. Se opuso con valentía a las dictaduras, defendiendo la libertad de expresión y la democracia, aun cuando eso le valió censura y vigilancia.

    Un legado que no envejece

    Alicia Moreau de Justo murió en 1986, a los 100 años, lúcida y activa hasta el final. Había visto nacer la democracia recuperada y confiaba en que las nuevas generaciones continuarían su lucha. Su vida atravesó tres siglos y fue coherente con una idea simple y poderosa: que una sociedad justa solo puede construirse si las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, y si el Estado está al servicio de los más humildes.

    A 140 años de su nacimiento, su ejemplo sigue iluminando los debates actuales sobre igualdad, salud pública, derechos laborales y equidad de género. En una Argentina donde los discursos de odio y la desigualdad resurgen con fuerza, recordar a Alicia Moreau de Justo no es un gesto de nostalgia: es un acto de resistencia y memoria feminista.

     

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