Holocausto, ciencia y crueldad

Holocausto, ciencia y crueldad

 

Imagen de archivo: Juicio de Núremberg de los doctores. 20 de los 23 acusados eran médicos.

Durante el régimen nazi, la deshumanización de las víctimas permitió experimentos, crueles y muchos sin motivación científica, sobre sus cuerpos. En aquella etapa blanca de la historia de la humanidad, se realizaron, por ejemplo, numerosos hallazgos en el campo de la histología (el estudio de la anatomía microscópica). Disponían de las «muestras frescas» para poder estudiar los tejidos del cuerpo humano bajo el microscopio, sin que las estructuras se vieran afectadas por el comienzo de la muerte celular. Muchas veces, estudiaban sobre pedazos arrancados de personas aún vivas. Todavía hoy se utilizan los nombres de los descubridores para nombrar tales hallazgos (estructuras del cuerpo humano, enfermedades o síndromes). Forma parte de una práctica común en el campo de la medicina, a modo de homenaje. Sin embargo, trabajadores de la salud de todo el mundo han considerado indigno realizar homenaje a estos «científicos» que colaboraron activamente con el régimen nazi y han realizado numerosos intentos por desterrarlos del lenguaje médico. Por Ariadna Wdowiak (ANRed). 


El 9 de mayo de 1945 caía el régimen nazi en manos del ejército de la Unión Soviética. Holocausto, o también Shoá (traducido del hebreo como «La Catástrofe»), es la forma de nombrar al genocidio perpetrado por el régimen nazi contra los judíos de Europa, durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Se calcula que las víctimas de dicho régimen es de 17 millones de personas, de las cuales 6 millones eran parte del pueblo Judío. También fueron sistemáticamente perseguidos y exterminados los Testigos de Jehová, los Gitanos, las personas LGBT, discapacitados, civiles soviéticos y prisioneros de guerra.

Estos últimos fueron los primeros en llegar al campo de exterminio más grande de aquel régimen: Auschwitz. Los nazis distinguían entre campos de concentración y campos de exterminio. Para concretar su plan fue necesario generar toda una maquinaria que pudiera sostener asesinatos en masa cada día.

Experimentos para «excluir los elementos racialmente indeseables», métodos de esterilización en mujeres, niños sometidos a radiación, rayos X y enfermedades, asesinato en masa de personas enfermas o discapacitadas, mal llamadas «eutanasias nazis», forman parte de la historia de la medicina en el régimen nazi.

Una infraestructura para sistematizar la muerte

Barranco de Babi Yar

El barranco de Babi Yar, tenía 30 metros de profundidad y varios kilómetros de largo. Entre septiembre y octubre de 1941 este desapareció por completo tras haber apilado cuerpos dentro de él. Se estima que allí hubo entre 100.000 y 150.000 personas asesinadas.

Los campos de concentración estaban intrínsecamente ligados al ferrocarril, ya que no había otra forma de transportar en masa a tanta cantidad de gente. Aun así, los nazis comenzaron a pensar en un sistema de exterminio masivo, ya que los fusilamientos resultaban lentos y costosos para su objetivo de exterminar a todos los judíos.

El Ingeniero Kurt Prufer, de la empresa J.A. Topf und Söhne, fue el encargado de llevar a cabo este nuevo método: cámaras de gas. Solamente en Auschwitz llegaron a asesinar 8000 personas a diario, asfixiándolas con el gas Zyklon-B.

El ingeniero proyectó también el diseño de hornos crematorios, construidos al lado de cada cámara de gas. En total construyó 66, de los cuales 46 operaron en Auschwitz y el resto se distribuyeron en Buchenwald, Belzec, Dachau, Mauthaunsen y Gusen. Los hornos funcionaban para deshacerse de los montones de cuerpos y evitar la propagación de epidemias.

El rol de los médicos en los campos de exterminio

La selección

A la llegada de los trenes se distribuía a los hombres sanos a la derecha; y a las mujeres, niños y ancianos a la izquierda. La derecha significaba que viviría para realizar trabajos forzados. La izquierda, que moriría en una cámara de gas.

Previamente ya se habían esterilizado primero, y asesinado después, a miles de enfermos y discapacitados.

Experimentación

Quizá la figura más renombrada sea Josep Mengele, también conocido como el ángel de la muerte. Sus intentos por cambiar el color del iris de ojos lo llevaron a inyectarle sustancias químicas directo en los ojos a niñeces, buscando que estos tuvieran el «color azul ario». También, extrajo los globos oculares de personas con heterocromía (el color de cada ojo es diferente), para enviarlos a analizar, causando la muerte de la persona.

Estaba particularmente obsesionado con los gemelos. Pedía que le trajeran niños para inyectarlo con la bacteria del tifus a uno y luego transfundirle la sangre al hermano sano, para ver qué pasaba, los modos de contagio, etc.

Es reconocido por experimentar con amputaciones e intentos de trasplantes.

¿Qué son los epónimos?

Los epónimos son nombres propios con los que los médicos nombran una enfermedad, un signo, un síntoma, un hallazgo o una maniobra concreta. Suelen considerarse un “homenaje” al “descubridor” del hallazgo.

Epónimos a desterrar: Clara, Wegener, Reiter

Max Clara

Descubrió una célula del epitelio bronquiolar (parte del sistema respiratorio). Trabajó intensamente en el desarrollo de la «ciencia nacionalsocialista», basada en el racismo y la eugenesia. Reconoció expresamente que el «material de estudio», provenía de «individuos ejecutados, que fueron preservados mediante inyección vascular inmediatamente después de la muerte», y agregó que trabajar con este «material bastante extenso y perfectamente fijado» le había dado una ventaja sobre otros investigadores anteriores.

En aquel entonces, no existían tantas técnicas histológicas y, las que existían, eran aparentemente caras e inaccesibles. Las técnicas histológicas son los tratamientos que se le realizan a los tejidos que se pretenden estudiar bajo microscopio. El objetivo es mantener su forma lo más fiel posible, interrumpiendo la muerte celular y evitando que microorganismos lo invadan. Se trata de hacerlo manipulable, agregarle color mediante tintes que permita distinguir una estructura de otra. También de cortar la muestra para que tenga un grosor adecuado, que sea posible ponerlo en el microscopio y así, cuando la luz lo atraviese, obtener una imagen del tejido en cuestión.

Por ello la ventaja de Clara sobre otros histólogos. Obtenía las «muestras» de personas recientemente ejecutadas (procedentes de la prisión de Dresden), o que estaban siendo utilizadas vivas para experimentar. Se negaba a entregar los cuerpos de las víctimas a sus familias o, en caso de que excepcionalmente se entregaran, era sin sus órganos, que pasaban a disposición de la investigación científica nazi.

En “su honor” se denominó: “célula de Clara”. En la terminología histológica internacional actual, se denomina a esta célula como: exocrinocito bronquiolar (exocrinocytus bronchiolaris: Código H3.05.02.0.00008). Fuente: ver aquí. Por otra parte, revistas importantes de neumología han cambiado el epónimo por «célula club secretora de proteína».

Exocrinocito bronquiolar. Técnica histológica: Hematoxilina-eosina

Friedrich Wegener y Hans Reiter

Friedrich Weneger fue reconocido por describir una enfermedad, la Granulomatosis de Wegener. Es un tipo de vasculitis o inflamación de los vasos sanguíneos. La inflamación limita el flujo de sangre hacia órganos importantes y provoca daños. Wegener sirvió al ejército nazi como patólogo en Lodz donde se realizaban entre 50-100 autopsias por mes; la mayoría de los cadáveres provenían de judíos del ghetto de dicha ciudad (donde murieron 43.000 personas). Fuente: ver aquí.

Según resolvieron en 2011 la European League Against Rheumatism, el American College of Rheumatology y la American Society of Nephrology, el término Granulomatosis de Wegener, debe reemplazarse por Granulomatosis con poliangeítis.

Por otro lado, el Síndrome de Reiter, actualmente denominada artritis reactiva. El epónimo cayó mayormente en desuso debido a las fallas en la descripción de Reiter sobre la patología, tras ser conocidas sus publicaciones sobre «higiene racial», y tras hacerse públicas sus declaraciones en el juicio en Nuremberg, donde fue juzgado. Allí admitió participar de esterilizaciones forzadas, asesinatos y «control de calidad» de las personas secuestradas en el campo de concentración de Buchenwald.

Trabajadores de la salud de todo el mundo han considerado indigno realizar homenaje a estos «científicos» que colaboraron activamente con el régimen nazi y se han realizado numerosos intentos por desterrarlos del lenguaje médico.

Por ejemplo: «Tal vez sea oportuno recordar la diferencia entre capacidad académica y el verdadero valor del accionar médico. La medicina, tal como la entendemos nosotros, es mucho más que claridad científica, es enfrentarse en forma cotidiana con personas que buscan ayuda y confían, esto la convierte en una de las profesiones donde se evidencia claramente la valoración ética de cada acto humano. En este sentido, no sólo son cuestionables las acciones, sino también las omisiones, como el silencio de Friedrich Wegener en los años posteriores, y su falta de rechazao público a los crímenes nazis», escriben un grupo de médicos en una carta al comité de redacción de una revista médica de Buenos Aires.

 

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