El corazón y las ruedas de Coco Urbano para superar barreras
El atleta paralímpico Aníbal “Coco” Urbano tiene un corazón con dos ruedas y la vista prendida a las barreras que se deben superar. Su testimonio casi no ha dejado de estar en rutas y lugares del país.
Estuvo en Neuquén hace tres años y en estos días atraviesa las rutas del país en la 10ª Travesía de Integración “Argentina Integra”, un recorrido de 2.000 kilómetros en silla de ruedas desde Formosa hasta Mar del Plata, con el objetivo de cerrar un ciclo que lo llevó a conocer todas las provincias argentinas rodando.
Con él intercambiamos preguntas y respuestas entre la Patagonia y el norte argentino. Coco nos contó que esta travesía le demandó un año de preparación y que mantiene una disciplina constante como estilo de vida. Actualmente atraviesa distintas provincias enfrentando lluvias, viento y caminos difíciles, pero afirma estar “tranquilo” y confiado en llegar bien.
Durante el viaje, confiesa que piensa en su infancia, sus hijas y amigos, y que esos recuerdos lo fortalecen. También mencionó su libro Travesías del alma, donde volcó muchas de las reflexiones que surgen mientras recorre el país.
Coco repasó además su impresionante historial de desafíos: desde Mar del Plata–Brasil (1987) y Alaska (1990), hasta la unión de los océanos desde Viña del Mar a Mar del Plata, la vuelta a la provincia de Buenos Aires, la Antártida–Mar del Plata, y la Ruta 40 desde Calafate hasta la costa atlántica. Su actual aventura, Formosa–Mar del Plata, marca el cierre de un sueño iniciado hace casi cuatro décadas.

Emocionado, contó que en cada ciudad recibe muestras de afecto y respeto, aunque lamentó que a pesar de tantos kilómetros recorridos, la inclusión siga siendo una deuda pendiente. “El objetivo de estas travesías es proponer cambios para una sociedad más inclusiva, pero a veces siento que no alcanza”, expresó. También criticó la situación actual de las personas con discapacidad, afectadas por controles excesivos y falta de políticas de accesibilidad.
Para Urbano, el principal desafío no está en la gente, sino en los gobiernos: “El pueblo argentino no es discriminador, pero quienes nos representan sí. Ellos son los que pueden cambiar las cosas”.
Con su espíritu incansable, “Coco” sigue avanzando con el mismo propósito que lo impulsa desde el inicio: rodar por una Argentina más justa, accesible e integrada.
La entrevista
—Hola, Coco. Siempre es un placer hablar contigo. Hablemos sobre la 10ª Travesía de Integración Argentina Integra. ¿Cuántos kilómetros son y en qué consiste?
—Hola, qué gusto estar contigo y poder contarte. En este momento estoy realizando una travesía que consiste en un recorrido de 2.000 kilómetros en silla de ruedas, desde Formosa hasta la ciudad de Mar del Plata. Se llama Argentina Integra porque cierro un ciclo en el que mi propuesta fue recorrer, en silla de ruedas, provincia por provincia de mi país.
Estas son las dos últimas provincias que me faltaban, Chaco y Formosa, que no conocía en mi silla de carreras, y esta es la oportunidad de hacerlo. Son 2.000 kilómetros, con un promedio de 100 por día.
—¿Cuánto tiempo te llevó prepararte para esta travesía?
—Esta travesía me llevó aproximadamente un año de preparación, con muchos kilómetros de entrenamiento. Igual yo vengo con un ritmo de trabajo y disciplina que ya es un estilo de vida. No entreno exclusivamente para esta travesía, porque siempre que termino una ya estoy pensando en la próxima.
El entrenamiento es la continuidad de una forma de vida. Estoy muy tranquilo, sé que voy a llegar bien.
Más allá de las inclemencias del tiempo, estamos rodando con todos los climas y atravesando toda la geografía del país. En este momento estoy en la provincia de Santa Fe, detenido un rato porque hay mucha agua, viento en contra y tormentas fuertes. La policía nos está resguardando, así que estamos tranquilos.
—Cuando estás en plena travesía, en ese desafío tan personal, ¿en qué pensás?
—Cuando estoy rodando es una gran pregunta. Generalmente visito mucho mi “paisaje interno”, donde está mi infancia; tengo muy presentes a mis hijas y a mis amigos. Nunca pienso hacia adelante, sino que hago un repaso de cosas vividas. Y eso me da mucha fuerza.
Incluso escribí sobre eso en Travesías del alma, mi libro. Hay una poesía donde cuento lo que voy pensando durante el recorrido. Si querés, te puedo acercar un ejemplar: ahí hay muchas cosas que me fueron pasando y que pude escribir.
Ese libro también lo estuve vendiendo para juntar fondos para esta travesía.
—¿Cuántas travesías llevás realizadas?
—Bueno, la primera travesía que realicé fue Mar del Plata–Brasil, en 1987, con un carro y en compañía de otro corredor, Pablo Silva.
La segunda fue en 1990, desde Fairbanks hasta Anchorage, en Alaska, un recorrido de 1.000 kilómetros. Después, junto a la familia Íñigo Moyano, hicimos La Quiaca–Mar del Plata en 1994.
Otra fue La Unión de los Océanos, con el apoyo del Club de Leones de Mar del Plata, desde Viña del Mar hasta Mar del Plata, 3.100 kilómetros, incorporando vuelo en parapente por primera vez en la historia del deporte adaptado.
También hice La Vuelta a la Provincia de Buenos Aires, un recorrido de 3.600 kilómetros por el este, oeste, norte, sur y centro de la provincia, terminando en Mar del Plata.
Luego vino Sur Honosher, un recorrido con el apoyo de la Fuerza Aérea Argentina, desde la Antártida hasta Mar del Plata, como honorario de la Fuerza.
Más tarde realicé Una vereda al mar, desde las Cataratas del Iguazú hasta Mar del Plata, en 2017, con la propuesta de promover balnearios inclusivos.
Después hice La Vuelta a España, en solitario, una propuesta de unión de pueblos.
Y junto a Pablo Silva, del ciclismo adaptado, hicimos Calafate–Mar del Plata, 3.500 kilómetros en silla de ruedas por la Ruta 40. Fue una experiencia fascinante, por el paisaje y lo místico del recorrido.
Y ahora estoy en esta nueva aventura, Formosa–Mar del Plata.
Un poco apenado porque mi compañero se quedó sin la máquina con la que me iba a acompañar; ahora él cumple el rol de director y entrenador. Voy con un asistente terapéutico y un chofer que me acompañan en la ruta. Creo que no me olvidé de ninguna.
—¿Qué te dice la gente cuando te ve?
—Las muestras de afecto, admiración y respeto son constantes, no solo en esta travesía, sino en todas. En cada ciudad los recibimientos son muy conmovedores.
Muchas personas se acercan para felicitarme y mostrarme su cariño. Algunos me dicen que soy motivacional, otros que soy un ejemplo de vida.
Todos son comentarios muy generosos, que me animan, me dan ganas de seguir rodando y me motivan a continuar haciendo lo que amo.
Pero también me da pena ver que tanto esfuerzo no ha logrado cambiar muchas cosas. El objetivo de estas travesías siempre fue proponer una sociedad más inclusiva, y a veces siento que no alcanzan 2.000, 3.000 o 5.000 kilómetros para lograrlo.
Hoy incluso la situación ha empeorado: con las nuevas auditorías, muchas personas con discapacidad deben volver a probar su condición por culpa de las pensiones truchas.
Y en el medio, quienes realmente tienen una discapacidad están siendo víctimas de una crueldad innecesaria. La situación actual es precaria y da mucha pena ver cómo se vulneran nuestros derechos.
—Sos muy conocido por tu resiliencia y perseverancia. Sos un abanderado de la integración y de la lucha por ciudades más accesibles. ¿Cómo ves hoy ese tema? ¿Se ha tomado conciencia? ¿Se integra más?
—Sin dudas, todavía existen muchas barreras. No sé si de parte de la sociedad, porque con Argentina Integra sentimos cariño, respeto y admiración en todos lados.
Creo que los mayores obstáculos vienen de los gobiernos, de quienes tienen la responsabilidad y la facultad de cambiar las cosas: los ejecutivos, los municipios.
Ellos son los que pueden modificar la realidad en temas como barreras arquitectónicas, leyes laborales, transporte accesible o inclusión en los balnearios. El pueblo argentino, en general, no es discriminador. Pero quienes nos representan, sí.
La discriminación hacia las personas con discapacidad tiene nombre y apellido: los representantes que elegimos y que no hacen lo suficiente.
—Te admiro, Coco. Es un placer seguirte.
—Gracias. Te mando un fuerte abrazo. Te invito a suscribirte a mi canal Coco Urbano y seguimos en contacto, siempre unidos en la difusión y el trabajo por una sociedad más justa.

Para seguirlo a Coco, en Youtube: https://www.youtube.com/@CocoUrbano-t9u y en Instagram: https://www.instagram.com/coco.urbano/
Espero que les haya gustado y ¡hasta la próxima edición de El Diario de Vanesa!
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