Ciencia y paciencia al rescate de los libros

Ciencia y paciencia al rescate de los libros

 

La lluvia del pasado 7 de marzo destruyó más de 70.000 libros en la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca. El agua y el lodo que circuló por las calles y los recovecos afectó muchísimo a la Biblioteca central. Inmediatamente se iniciaron tareas de recuperación del material bibliográfico y de toda la documentación allí presente. Sebastián Pérez Parry es museólogo, bibliotecario, trabaja en el Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanidades (CENPAT) y está participando de las tareas de recuperación. En el programa radial Cómo llegamos hasta acá nos contó su aporte a la recuperación de las publicaciones.

¿Cómo fue que llegás a Bahía Blanca a participar de este intento de reconstrucción del material afectado?

La historia comienza con un contacto que tenía dentro de la biblioteca y que trabaja en el Instituto de Matemática: María de los Ángeles Mesa, que es museóloga, bibliotecaria y es mi esposa. Así que sabía de primera mano, desde el minuto cero, la tragedia que venía sucediendo. Ella me comentó enseguida la gran pérdida de patrimonio que estaba ocurriendo, yo hablé con mis directivos en el CENPAT y propuse sumarme a las tareas de rescate.

Libros y documentos de la biblioteca de la Universidad Nacional del Sur fueron alcanzados por el agua y el lodo en la inundación de Bahía Blanca.

¿Qué hicieron?

La situación principal que se dio es que todos los libros de la colección patrimonial estaban en un subsuelo (todas las bibliotecas de la Universidad Nacional del Sur tenían material en subsuelos) y obviamente el agua empezó a filtrarse y los libros quedaron 100% sumergidos en agua. Entonces ahí el daño se calcula en más del 60% de la colección perdida. A los pocos días del suceso estaban trabajando en desagotar las instalaciones con bombas, esa fue la primera medida tomada, y después, con la ayuda de muchos voluntarios, tratar de sacar los libros del subsuelo y ver cuáles podrían llegar a ser rescatados y cuáles no.

Ese 60% de volúmenes perdidos ¿cuántos libros son aproximadamente? ¿y están perdidos para siempre?

Lamentablemente están perdidos para siempre, fueron aproximadamente 10 contenedores de los que se usan en construcción de libros perdidos para siempre. Eran imágenes dantescas. Las medidas que se tomaron para desechar libros era en primer momento tratar de identificar si muchas de esas colecciones estaban digitalizadas y disponibles en línea deshacerse del material quizás se podría haber rescatado, pero no había ni la infraestructura ni los recursos para hacer el rescate total entonces lo que sí se priorizó fue el material histórico libros que no estuvieran disponibles en línea o que por su antigüedad los hacía únicos e irrepetibles o sea, con valor histórico.

Creo que la medida fue acertada porque se hizo intentado preservar la totalidad y porque a los pocos días, en menos de 24 horas, el material ya estaba desarrollando hongos, entonces la tarea se hacía inabarcable. Además, no había luz, la universidad tuvo unos 15 días sin luz y eso complicaba las tareas. Muchos profesores y empleados se llevaban los libros a su casa para congelarlos y ese material se irá a trabajar en otro momento. Es un trabajo que va a llevar varios años, hasta que estas bibliotecas logren recuperarse. Se apostó a tratar de que la pérdida de conocimiento del material bibliográfico no sea total, se está trabajando con los inventarios para ver qué material se puede llegar a destacar, cuál es único y poner todo el esfuerzo en ellos.

Imagino que va a haber mucho de digitalización en ese proceso…

Sí, tal cual, la digitalización es una gran herramienta. Lamentablemente nuestras universidades aún no tienen los recursos necesarios para la tarea, hay escáneres que digitalizan muchas páginas por hora… Después el almacenamiento de la información también será un problema. Por ejemplo, las bibliotecas de Patagonia usan mucho los subsuelos, los libros y los servidores estaban en el subsuelo; si hubiesen estado en un primer piso no hubiésemos tenido ningún problema. Entonces, a la par que se va estudiando cómo se desarrollan los hongos en distintos tipos de materiales también vemos cómo podemos mejorar la infraestructura.

De lo que decís, se entiende que la recuperación va a ser puntual de cada libro, va a llevar su tiempo y no se va a garantizar tampoco que todos esos libros que piensan que los pueden rescatar finalmente se puedan volver a utilizar.

Sí tal cual, es muy relativo a la tipología del material. Por ejemplo, los libros de tapa dura y encuadernación de cuero son los más difíciles de conservar. El cuero en menos de 12 horas desarrolla hongos. Es impresionante. Entonces esos libros de tapa dura y encuadernación de cuero se separan y son los que se mandan a congelar precisamente porque es más rápido lo que trabaja el hongo de lo que podemos trabajar nosotros. Después, las publicaciones periódicas y las separatas solían imprimirse en papel ilustración, que tenía un alto contenido de carbonato de calcio; es muy bonito y más reforzado que el papel obra tradicional, pero al mojarse hace que las páginas se peguen unas con otras… En esos casos hay que volver a lavar el material en una batea con agua limpia y se puede volver a recuperar el material.

¿Está estimado el tiempo que va a llevar normalizar la situación?

Yo calculo que para el principio del año que viene van a estar normalizadas. Calculamos que los libros que se han llevado a los congeladores en el lapso de seis meses se terminarán de trabajar con ellos y para el fin de año van a estar las bibliotecas con los inventarios actualizados y en pleno funcionamiento. Después hay que trabajar en cómo reponer el material perdido, y eso demora porque hay que obtener un buen financiamiento para tratar de que las bibliotecas vuelvan al nivel de volumen bibliográfico que tenían antes y eso va a llevar algunos años más.

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