Sociedad

  • Los diputados de la comisión Libra acusan a Comodoro Py de obstruir la investigación

     

    El juez Marcelo Martínez De Giorgi notificó este martes que no auxiliará a la Comisión Libra con el envío de la fuerza pública para que los funcionarios del gobierno nacional comparezcan ante los legisladores, algo que los opositores tomaron como una «obstrucción» funcional al gobierno. 

    El presidente de ese cuerpo, Maximiliano Ferraro, explicó por X que el pedido de asistencia «se formuló ante una situación inédita, en la que los funcionarios se niegan a colaborar con esta Comisión Investigadora, a diferencia de lo ocurrido en otros antecedentes históricos en los que sí asistieron o colaboraron», y aclaró: «no se trata de un pedido caprichoso, sino de una necesidad derivada de garantizar el cumplimiento efectivo de nuestras funciones».

    Durante la reunión de comisión de este martes, los diputados que impulsan el esclarecimiento de la estafa camuflaron su frustración por el revés político que les propinó Martínez de Giorgi. «La decisión del juez vacía de eficacia práctica al poder de contralor político y pretende subordinar las atribuciones del Congreso a la discrecionalidad judicial», planteó Ferraro.

    La intervención del juez se había solicitado porque ni el jefe de la Oficina Anticorrupción, Alejandro Melik, ni la ex responsable de la UTI, María Florencia Zicavo, lo mismo que sus pares de la UIF, Paul Starc, y la CNV, Roberto Silva, se presentaron ante las citaciones de los diputados. La definición del magistrado representó, además, un alivio provisorio para la Casa Rosada porque el objetivo principal, cuidadosamente preservado en esta ronda por la oposición, era el de llevar a Karina Milei al Congreso con un patrullero, si también se negaba a comparecer.

    En efecto, la resolución de Martínez de Giorgi le dio oxígeno al bloque libertario, que anunció que no participaría del debate desde que se puso formalmente en funciones la comisión pero este martes hizo fila en los pasillos para entrar a la sala del Anexo como una tropa ordenada. Las 24 carillas refrendadas por el juez envalentonaron a la bancada de Gabriel Bornoroni y la encargada de criticar a sus adversarios fue la neuquina Nadia Márquez: «Lo que está sucediendo en esta comisión es un circo. ¿Qué vamos a hacer ahora con el patrullero que pedimos?», lanzó.

    La comisión Libra podrá citar a Karina y mandarla a buscar con un patrullero si se resiste

    Márquez se dedicó a chocar con Ferraro y con la oposición pero enfatizó en los argumentos del juez para negarle ayuda a la comisión. De hecho, pidió permiso para leer el fallo: «No puede considerarse que la incomparencia se haya transformado en una obstrucción de la comisión, sino que está amparado en las garantías constitucionales», repuso.

    El pichettista Oscar Agost Carreño reivindicó la labor de la comisión aún cuando pareciera que se estancó o amesetó. «Venimos mandando muchos oficios», dijo, y trató de moderar la discusión sobre la comparecencia de los testigos: «No hay antecedentes de ir a buscar con un patrullero a la persona citada, porque con la sola citación alcanzaba».

    Marino, Selva y Ferraro.

    Frente a ese escenario, Sabrina Selva alertó que «hay muchos funcionarios que se están apoyando en estos dictámenes (por los de Martínez de Giorgi y el fiscal Eduardo Taiano) para no tener que dar explicaciones», mientras que el radical Fernando Carbajal cargó contra Martínez de Giorgi y Comodoro Py. «Comodoro Py, como siempre, se muestra muy permeable al poder. Está difícil el trabajo de la comisión porque siempre es difícil cuando tenés que investigar a los poderosos», dijo el ex juez formoseño.

    Con la misma tónica, Mónica Frade señaló que el magistrado «ha incurrido en un exceso de jurisdicción». «Lo que no puede hacer es ingresar en la discusión del reglamento de otro poder. No puede avanzar sobre el Poder Legislativo», remarcó.

    Comodoro Py, como siempre, se muestra muy permeable al poder. Está difícil el trabajo de la comisión porque siempre es difícil cuando tenés que investigar a los poderosos.

    El kirchnerista Rodolfo Tailhade fue más didáctico. «¿Qué sabe Martínez de Giorgi lo que yo le quiero preguntar a Melik?», preguntó para demostrar que el testigo tiene que asistir y, si no quiere responder, puede ampararse en el artículo 18 de la Constitución.

    Por eso puso como ejemplo la comparecencia de Aldo Tonón, el ex director de la Obra Social del Poder Judicial, durante la comisión de Juicio Político a los ministros de la Corte Suprema en 2023 y reconoció que el juez Ariel Lijo, en aquella ocasión, ponderó las facultades del Congreso.

    Pese a la bronca de los legisladores, que Christian Castillo resumió como la «impugnación de la existencia misma de la comisión», Ferraro y Juan Marino, autoridades de ese cuerpo legislativo, informaron que se enviará un escrito a Martínez de Giorgi para «tener acceso al expediente» reclamando copias de los documentos e informes que obran en la causa y que se reunirán con el procurador interino, Eduardo Casal. Además, apelarán la resolución del magistrado.

     

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    La fiscal Roteta frena el dedazo libertario y le da la razón a la paridad: Karen Reichardt debe encabezar la lista bonaerense de Milei

     

    La fiscal federal con competencia electoral en la provincia de Buenos Aires, Laura Roteta, dictaminó que Karen Reichardt debe reemplazar a José Luis Espert al frente de la lista de diputados nacionales de La Libertad Avanza. El Gobierno quería poner a Diego Santilli, pero la fiscal recordó que la ley de paridad no se negocia ni se acomoda según conveniencias políticas.

    Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable

    La interna libertaria por el reemplazo de José Luis Espert en la lista de diputados nacionales bonaerenses sumó un nuevo capítulo judicial. Este martes, la fiscal federal con competencia electoral en la provincia de Buenos Aires, Laura Roteta, dictaminó que la persona que debe asumir ese lugar es Karen Reichardt, segunda en la nómina original, y no Diego Santilli, como pretendía el oficialismo de Milei.

    El pronunciamiento respondió a un planteo interno entre La Libertad Avanza y la Justicia Electoral, luego de la renuncia de Espert a su candidatura tras las denuncias por lavado de dinero que lo vinculan con el empresario Fred Machado. Mientras el Gobierno intentaba imponer a Santilli —tercero en la lista—, la fiscal sostuvo que la sustitución debía respetar el orden de prelación y la paridad de género establecida por la ley, aclarando que el principio de paridad fue concebido como una herramienta para revertir desigualdades estructurales y no puede ser aplicado de modo que perjudique a las mujeres.

    Según Roteta, aceptar el planteo libertario implicaría desconocer el carácter reparador de las normas que buscan garantizar la igualdad en la representación política. Con esta afirmación, la fiscal desarmó el argumento del oficialismo, que había citado el decreto 171/2019 para justificar su maniobra. Ese decreto dispone que, ante una vacante por renuncia, debe reemplazar al candidato una persona del mismo género que le sigue en la lista, pero Roteta explicó que una lectura tan estricta resulta contraria al espíritu de la ley de paridad.

    Antecedentes y jurisprudencia

    La fiscal también se apoyó en antecedentes de la Cámara Nacional Electoral y en el caso Lucila Crexell, donde los jueces priorizaron el objetivo sustantivo de garantizar la participación efectiva de las mujeres en los cargos electivos. Desde esa perspectiva, Roteta reafirmó que el principio de paridad no puede ser interpretado de manera literal cuando eso implique un retroceso en los derechos políticos de las mujeres, sino que debe entenderse como un mandato de reparación y equidad sustantiva.


    Lo que viene: Ramos Padilla tiene la última palabra

    El dictamen de la fiscal no es vinculante, pero marca un precedente claro frente al intento del oficialismo libertario de colocar a Santilli por encima de Reichardt. La decisión final quedará ahora en manos del juez federal Alejo Ramos Padilla, y eventualmente podría ser revisada por la Cámara Nacional Electoral.

    Mientras tanto, en el universo libertario —cada vez más convulsionado—, la resolución dejó al descubierto una vez más la ausencia total de reglas claras y la vocación por torcer la ley según la conveniencia del momento. Roteta, en cambio, reafirmó en su dictamen que la paridad no es una formalidad: es un derecho político conquistado que no puede retroceder.

     

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    ESCÁNDALO: revelan audios de espías de la AFI que exponen lujos y viajes de Santilli

     

    Audios muestran que Diego Santilli, actual primer candidato a diputado de La Libertad Avanza en Buenos Aires, fue seguido ilegalmente por espías de la AFI durante el gobierno de Mauricio Macri. Los agentes describen su ostentoso nivel de vida, con gastos millonarios y viajes a Dubai, y advierten que “no hay forma de que justifique el nivel de vida que tiene”.

    Por Roque Perez para Noticias La Insuperable

    Espionaje ilegal y el audio clave

    La causa por espionaje ilegal durante la gestión de Mauricio Macri sumó un capítulo explosivo con audios en los que Alan Ruiz, ex agente de la AFI, asegura que Santilli gastó “1 millón 600 mil dólares el año pasado, y no usa tarjeta de crédito”, y agrega que se trata de “un narco, me refiero al nivel de vida”. Según el agente, “no hay forma de que justifique el nivel de vida que tiene”, haciendo referencia al entonces vicejefe de Gobierno porteño.

    Estos audios, difundidos hoy desde la cuenta de X del periodista Ari Lijalad, se incorporaron a la causa judicial originalmente instruida por el juez federal Federico Villena, quien le mostró a Santilli las pruebas de los seguimientos en 2020. Posteriormente, Villena fue apartado y la investigación quedó en manos del juez Juan Pablo Augé.

    “El Uno le bajó el dedo a Santilli”

    Ruiz también comentó ante sus colegas que Macri, al que los espías llamaban “El Uno”, había ordenado los seguimientos a Santilli. En el audio, el agente detalla los viajes del entonces funcionario: se fue a Dubai con las hijas de su nueva pareja, su suegra, su mujer y dos amigos, pagando “270 mil dólares así de una, el hotel, el avión”. Según los espías, Santilli tiene “un nivel de vida que no da con lo que gana… nadie”.

    Selfies, seguimientos y datos familiares

    Parte de la evidencia proviene del celular del ex policía porteño Leandro Araque, miembro del grupo de espionaje conocido en WhatsApp como “Super Mario Bross”. Allí se halló una selfie tomada mientras Araque seguía a Santilli en un lujoso piso de Figueroa Alcorta al 3400, adquirido mediante un crédito de más de 500 mil dólares otorgado por un proveedor del Gobierno porteño y pagado en un año.

    Un documento enviado por Araque a su colega Facundo Melo describe a un “agente con muchísima llegada a su grupo familiar, conocido del Colorado, y que pasa información sobre sus movimientos privados”, evidenciando la extensión del espionaje ilegal y su acceso a la intimidad de Santilli.

    El escándalo que sacude la política

    El caso expone tanto la ilegalidad de los seguimientos durante el gobierno de Macri como la vida de lujo de un candidato que reemplazó a José Luis Espert tras el escándalo del financiamiento de su campaña de 2019 por Fred Machado. La combinación de espionaje, viajes millonarios y documentos internos de la AFI abre una nueva polémica en la política bonaerense y deja en evidencia la conexión entre poder, información privada y riqueza ostentosa.

     

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    Mendoza y CABA: De la persecución docente al control biométrico destino China

     

    El avance de medidas de control sobre los docentes en Mendoza parece no tener límites para quienes gobiernan y abre un antecedente preocupante que encuentra su correlato en la Ciudad de Buenos Aires. Entre denuncias de estigmatización, medidas económicas punitivas y la futura entrega de datos biométricos a empresas privadas, los trabajadores de la educación se ven nuevamente en la mira de gobiernos que priorizan el control sobre la educación.

    Por Tomás Palazzo para Noticias La Insuperable

    En Mendoza, se conoció hace unos días, el Gobierno provincial implementó una controvertida medida que permite a los padres supervisar el ausentismo docente a través de la plataforma GEI (Gestión Educativa Integral) como si fuesen Fiscales. Mediante un botón denominado “inasistencia docente”, se instiga a los adultos a notificar a la Dirección General de Escuelas (DGE) sobre la falta de un maestro o profesor. Esta iniciativa se suma a un doble control ya existente: los reportes de las direcciones de cada establecimiento y un sistema biométrico presente en la mayoría de las escuelas locales.

    Para Carina Sedano, secretaria general del Sindicato Unido de Trabajadores de la Educación (SUTE), la medida genera un clima de confrontación: “Primero nos ponen en contra de la comunidad. Segundo, desconfían o les sacan la tarea o desconfían de la tarea que realizan los equipos directivos”, advirtió en diálogo con Cadena 3. Según Sedano, este tipo de control es innecesario y conflictivo, y puede derivar en reportes falsos si un padre decide perjudicar a un docente por cuestiones personales.

    El sistema, además, se conecta con incentivos económicos que condicionan la asistencia docente: el ítem aula, implementado en 2016, representa el 10% del sueldo, mientras que el ítem arraigo, que premia la permanencia en la escuela, también se pierde ante ausencias. Sedano señaló que estas medidas, lejos de garantizar la calidad educativa, ponen en riesgo la salud de los docentes y pueden afectar la convivencia escolar.

    La escalada del control llega a CABA

    Un fenómeno similar, aunque con otra tecnología, se registra en la Ciudad de Buenos Aires. Según publicamos hace unos días en Noticias La Insuperable, desde la gestión de Jorge Macri se busca implementar relojes de control biométrico para acreditar el presentismo docente y no docente, bajo el argumento de mejorar la liquidación de haberes.

    Desde el sindicato Ademys alertan que la medida es parte de una persecución: “El gobierno insiste en entregar los datos personales de la docencia a una empresa privada sin dar ningún tipo de información sobre el uso de los mismos ni sobre los fondos que destina para tal fin”. El sistema elegido, tal cual dimos la Primicia en este portal, es el de la empresa china ZKTeco, que incluye huellas dactilares y reconocimiento facial, y según informes internacionales, posee 24 vulnerabilidades críticas que podrían exponer información sensible de miles de trabajadores.

    La licitación porteña, además, ha sido cuestionada por su falta de transparencia: solo se permite la provisión de equipos de una marca específica, mientras que los pedidos de informe de legisladores quedaron sin respuesta. El monto estimado para la adquisición asciende a $362 millones, en un contexto donde los salarios docentes continúan por debajo de la línea de la pobreza y la infraestructura escolar presenta problemas estructurales graves.

    Mendoza y CABA: un patrón de persecución

    La combinación de herramientas digitales, incentivos económicos punitivos y sistemas biométricos muestra un patrón que se repite entre provincias y la Ciudad: el control y la supervisión se priorizan sobre la educación y la protección de los trabajadores. Mientras en Mendoza se coloca a los padres en la tarea de fiscalizar a los docentes, en CABA se delega la información personal y biométrica a una empresa privada con historial de vulnerabilidades.

    Como señaló Carina Sedano, “los avances en educación son resultado del trabajo de los docentes, no de su ausencia”. Sin embargo, las medidas implementadas tanto en Mendoza como en la Ciudad parecen poner en jaque la autonomía profesional y la dignidad de los trabajadores de la educación, favoreciendo el disciplinamiento y el control por sobre la mejora real del sistema educativo.

    La experiencia mendocina y la implementación biométrica porteña dejan en claro que el conflicto docente y el debate sobre la privacidad y la transparencia no son casos aislados, sino parte de una tendencia creciente de gobiernos que buscan auditar y vigilar a los trabajadores bajo la bandera de la eficiencia y el control.

     

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    Argentina potencia distópica

     

    Viejos y nuevos talentos se unen para asombrar al mundo con la vertiginosa creatividad que nos caracteriza.

    Por  Jorge G. Andreadis para Noticias La Insuperable

    Parece mentira pero en menos de dos décadas nos convertimos en cultores paradigmáticos del dicterio, el libelo, la utopía, la sátira y la distopía. Lo que en otras latitudes necesitó cientos de años de ensayo, error y perfeccionamiento, aquí evolucionó en un santiamén nihilista.

    Cualquier extranjero dirá por ahí que son recursos y géneros que en siglo XXI se cultivan en todas partes, que algunos están de moda, que sus modelos están muy atrás, en Europa casi siempre. Y que por la Red circulan en forma de meme, posteo, hilo, reel y cómo se nos ocurra. No hay que hacer caso, es para bajarnos los humos.

    A. Burgess

    Reconoceremos no haber tenido a un Jonathan Swift ni tener a una NK Jamisin, pero sin olvidar que el autor de La naranja mecánica, Anthony Burgess, decía sin modestia –refugiado en el humor- pero con el orgullo de la admiración, que él era el Borges británico; es decir: por estos pagos talento sobra aunque nos puedan engañar y llevar a la ruina un saltimbanqui hibridado con Freddy Krueguer o un representante de la germanía cocoliche venido del contratismo patriótico –o anti.

    Tal vez la abundancia y maestría en algunos de los géneros aludidos tenga que ver con una reacción a las apologías que proliferaron en 2015/6 y 2023/4, años en los que nuestros apologistas se lucieron más que Platón en su defensa de Sócrates.

    Todavía resuenan, algo apagados por la lejanía, los textos que enaltecían la derecha moderna, eficiente y democrática que representaba en cuerpo y alma el líder del cambiemismo, de yapa ingeniero cum laude moral con más fideicomiso ciego, enemigo jurado de la yegua pero amigo de Cacho bochas, el jubilado inmortal, históricamente reparado entre esquilme de FGS y medianoche.

    Y los más cercanos, chillones aún, que nos hablaban del outsider valiente, pragmático y virtuoso en el arte del ajuste, tan honesto como magistral estadista-topo forjado en el crisol del panel, primero, y el de las redes sociales, después. En una palabra: el libertariano que nos devolvería a la Edad Dorada en la moto-licuadora del tiempo. Por esto último, también un utopista.

    El ingeniero cambiemista rejuveneció el arte del libelo, que recitaba con aires de Berta Singerman indignada o publicaba en la editorial Trol Center. El libertariano, artista under del dicterio escatológico, fue reconocido, por un lado, como innovador, enemigo de la oratoria pacata, y, por otro, como teórico de la economía que en sus libros refleja lo que influyó en su prosa el borgesiano Pierre Menard y el híper-moderno Coypypaste.

    Por el lado de la distopía, aquí nació la del futuro cercano, inspirada en el déjà vu. Desvela a los académicos: discuten si es futuro cercano, inmediato o presente. Varias editoriales intentan firmar contrato con el taller literario del “Centro de Jubilados Rebelión en el PAMI” que coordina don Jorge, semillero de distopistas de la talla del abuelo Ireneo, confeso lector de Ficciones y fan de Julio Iglesias, autor del súper ventas La misma piedra argenta.

    Desde el departamento de literatura del instituto universitario de re-revisionismo “Hesíodo”, con buen timing, aprovecharon la detección historiográfica de dos Edades Doradas argentinas para lanzar la trilogía utópica inspirada en los perdidos paraísos agroexportador y de economía bíblica: Manteca al techo, Vaca atada y La tablita: gracias a Dios y Martínez Dios.

    La abundancia de sátiras nos lleva al recorte extremo. En lo estilístico nos limitaremos a hacer hincapié en que la ironía ha escalado hasta las alturas del sarcasmo en los últimos meses, sobre todo a partir de la publicación del ensayo crítico dedicado al análisis de Alta coimera que tanto influyó en la nueva camada de satiristas.

    Nuevos y viejos dedollaguistas desparraman sus creaciones en todos los soportes actuales. Nos contentamos con nombrar Ríe viernes llora domingo o el vuelo de José Luis, sátira supersticiosa que se vende como pan caliente aunque no queden panaderías.

    Reservamos para el cierre la mención del género híbrido vernáculo que embelesa al mundo: el cómic de fábula distópico-satírica. Los infra héroes protagónicos, entre los que destaca el Topo Distopio, acumulan fans y los expertos prevén que más temprano que tarde serán personajes de culto.

    La moraleja argenta ilustrada ya tiene suficiente altura, dicen, para ensombrecer a Esopo y Jean de La Fontaine. Su sentencioso estilo escrito en lunfardo modernizado, destaca el ineludible académico Oscar Conde, hubiese enorgullecido al mismísimo José Gobello.

    Muchas de las obras nacidas de este nuevo talento argento ponen en duda o re-significan creencias que estimábamos como verdades que a la larga nos harían potencia. Los autores más osados hasta llegan a negar que Dios es argentino. De no creer.


     

  • Heridas de un cuento inventado

     

    Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, con el trauma del Holocausto en la escena internacional, el significante judío fue rápidamente cooptado por el proyecto sionista que, a principios del siglo XX, era una corriente minoritaria. Desde los años cincuenta, quienes no comulgaban con la idea de reconocer a Israel como la nueva patria, fueron marginados a la categoría de asimilados. Esta etiqueta que los sionistas y religiosos pusieron a los laicos y ateos de origen judío les niega cualquier tipo de identidad diferente a las oficiales, es decir, las suyas. Ese discurso se volvió hegemónico y los mismos etiquetados compraron esta idea de ya no ser tan judíos. Por eso se entiende que varios argentinos descendientes de la inmigración judía argumenten una gran distancia con la cultura de sus ancestros.

    A quienes somos judíos nos duele afrontar que la mayoría de la sociedad israelí está avalando un genocidio. Y mientras esta tragedia se potencia, escuchamos o leemos a defensores del sionismo, de izquierda a derecha, minimizar o negar las manifestaciones en contra de Israel. 

    A pesar de no cumplir con rituales y tradiciones, cuando una atrocidad como la actual me interpela, necesito contar que tengo raíces que me habilitan a opinar sin que otros me tilden de antisemita. 

    Esta semana se cumplen dos años del ataque terrorista de Hamas que abrió las puertas del infierno en Medio Oriente. Ese día, en el sur de Israel fueron asesinadas 1200 personas y 251 fueron tomadas como rehenes, según autoridades israelíes. El gobierno de Benjamín Netanyahu lanzó una ofensiva en la Franja de Gaza que hasta hoy se cobró la vida de 66 mil personas, incluyendo a 20 mil niños, más de 160 mil heridos y al menos 15 mil desaparecidos bajo los escombros, según el ministerio de Salud de Gaza. 

    El Estado de Israel está perpetrando un plan de limpieza étnica y medidas deliberadas para generar hambruna y falta de atención hospitalaria entre la población palestina: lo dicen los relatores de las Naciones Unidas, Amnistía Internacional, Human Rights Watch, la Asociación Internacional de Expertos en Genocidio y Médicos sin fronteras, entre otros. 

    Al momento de escribir este texto, el gobierno israelí interceptó la flotilla Global Sumud, detuvo a decenas de sus casi 500 activistas de 46 países e impidió la llegada de alimentos y medicinas a la Franja de Gaza. En esos barcos que cruzaron el Mediterráneo, también viajaban voluntarios de origen judío. 

    Al mismo tiempo, cientos de miles de palestinos intentan desesperadamente huir de Gaza. Y aunque en el sur de la Franja no les esperan mejores condiciones, el instinto de supervivencia los obliga a dejar todo y desplazarse una vez más. 

    Si hace un año algunas voces judías autorizadas hablaban del derecho de Israel a defenderse y de un estado de guerra, hoy son cada vez más quienes hablan de genocidio. Organizaciones de derechos humanos como B’Tselem, periodistas como Gideon Levy, artistas como Ilan Volkov, expertos como Omer Bartov o Raz Segal, refieren con dolor a “nuestro genocidio”. La directora de la junta ejecutiva de B’Tselem, Orly Noy, escribió el 18 de septiembre en una nota publicada por +972Magazine:

     “Israel está desatando un holocausto en Gaza, pero eso no se puede solo entender como la voluntad exclusiva de los actuales líderes fascistas del país. Este horror va más allá de Netanyahu, Ben Gvir y Smotrich. Lo que estamos presenciando es la etapa final de la nazificación de la sociedad israelí. La tarea urgente ahora es poner fin a este holocausto. Pero detenerlo es solo el primer paso. Si la sociedad israelí quiere volver al redil de la humanidad, debe someterse a un profundo proceso de desnazificación”.

    Netanyahu utiliza la situación de guerra como una estrategia política para evitar los juicios en su contra. Y los rehenes son un buen pretexto para perpetuar la ocupación territorial, tanto en Gaza como en Cisjordania. 

    El gobierno de Israel argumenta actuar en nombre del pueblo judío, su larga historia de persecución y exterminio. Pero las acciones criminales no hacen más que vulnerar la memoria de las víctimas de los pogroms en Rusia y del Holocausto. Y no sólo eso: a mediano y largo plazo favorecen el resurgimiento de movimientos de resistencia aún más extremos. Si desde 1948 con la Nakba el pueblo palestino no renunció a su lucha, ¿quién podría imaginar que esto ocurrirá ahora? La espiral expansiva de la retaliación eterna no tendrá límites si no encontramos un camino de paz. 

    Sin embargo, existe una esperanza de cambio en la sociedad israelí, y anida en reducidos círculos: los valientes jóvenes que prefieren la cárcel a integrar el ejército o quienes levantan sus pancartas con fotos, nombres y edades de niños palestinos asesinados, mientras sus compatriotas los insultan. 

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    Casi en paralelo al ataque de Hamas de 2023, Javier Milei ganaba las elecciones presidenciales en Argentina. Dos hechos que aparentemente no tienen vinculación, se volvieron tema de discusiones caóticas en las sobremesas de familias y amigos. Es que las personas judías o de origen judío que creemos en los derechos humanos, no podemos identificarnos con el Estado de Israel en manos del sionismo religioso y los supremacistas de Netanyahu, ni con el gobierno de ultraderecha que nos conduce en estas latitudes. 

    El 11 de junio de 2025 sentí la derrota: Milei fue recibido con honores en la Knéset, el Parlamento israelí. El patético adulador de las derechas más rancias dio un discurso de los suyos, forzando citas de textos religiosos y finalizando con su grito viva la libertad, carajo. Este lunes, en un vergonzante show en el Movistar Arena, cantó desaforado la canción popular Hava Nagila y arengó a su público: Vamos que esto le molesta a la izquierda.      

    Mientras aquí nos duele ver a jubilados y discapacitados apaleados que reclaman por sus derechos y cómo se destruye el capital científico y universitario, allí nos duele ver el genocidio en Gaza. Como una pesadilla interminable, ambas realidades se conectan. Por eso, ver a los parlamentarios israelíes ovacionar de pie y con emoción el discurso de Milei, me hizo sentir avergonzada como judía, pero también como argentina. 

    Además de Estados Unidos, este es uno de los pocos países que apoya incondicionalmente la barbarie israelí. 

    En este sentido me urge la necesidad de explicarle al mundo que no sólo los judíos, sino también los argentinos, somos muy diferentes y existe una gran parte de la sociedad que está en las antípodas de Milei. 

    ¿Cómo no entender a los israelíes que denuncian el horror frente a sus ojos y que sólo reciben palos policiales, cárcel y la marginación de vastos sectores que se resisten a reconocer lo que está sucediendo? 

    En estos días me pregunté: ¿cómo se sentiría una mujer alemana antifascista en 1941? ¿quién la escucharía sin condenarla por traidora a su patria? Ojalá se multiplicaran los traidores en Israel. La solución diplomática es la única alternativa y el gobierno israelí no hace más que boicotearla, como muestran los sucesos de marzo pasado, cuando rompió la tregua pactada, y el reciente bombardeo en las oficinas de Qatar que trabó las negociaciones. 

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    Nací y viví en Villa Lynch, una ciudad que supo ser un famoso barrio textil del partido de San Martín, en el conurbano bonaerense. Los domingos de calma se podían escuchar las campanadas de la Iglesia del Líbano, los pájaros trinar y vendedores ambulantes de todo rubro. Pero en la semana bullían los telares mezclados con acento ídish, árabe, italiano o español. 

    Construí mi identidad tanto en la escuela pública estatal como en el Club I.L. Peretz de Villa Lynch (1940-1996), una institución judía laica ligada a la cultura comunista y con perfil de club de barrio. A veces pienso que sólo quienes tuvimos la fortuna de transitarlo podemos entender lo que Isaac Deutscher explicaba acerca de ser y no ser judío; porque el club era judío, pero también del barrio. Lo más importante que aprendimos allí fue que éramos argentinos, iguales a otros conciudadanos. Los vecinos no judíos se integraban, sobre todo, a las actividades deportivas donde se destacaba la natación en la pileta olímpica más famosa de la zona. 

    Si tengo que resumir en una frase la atmósfera que me rodeó en esos años, me quedo con los versos del escritor judeo polaco Isaac Leib Peretz (1852-1915) que tanto nos identificaba y, por eso, una tarde de sábado pintamos en un mural a la entrada del club: Blancos, amarillos, negros, todos, todos, son hermanos, razas colores y pueblos no es más que un cuento inventado. Y así, desde niña, mientras nunca entendí muy bien por qué yo era judía si nada tenía que ver con Israel, sus rituales religiosos ni sus sinagogas, sí sabía que lo era porque iba al Peretz y creía en los valores de aquella frase. 

    Desde que tengo memoria, la gente del Peretz y otras instituciones autodenominadas judeo-progresistas vinculadas al Idisher Cultur Farband (ICUF) nos movilizamos para conmemorar el Levantamiento del Ghetto de Varsovia del 19 de abril de 1943.  Homenajear a los héroes y mártires que se organizaron para pelear contra los nazis, cantar el Himno de los Partisanos junto con el Himno nacional argentino y condenar el genocidio de 6 millones de judíos no sólo fue recordar para que nunca más la humanidad sufra un horror semejante, sino afirmarnos como argentinos comprometidos con los derechos humanos. 

    Con el tiempo, las nuevas generaciones fuimos comprendiendo que un genocidio es igual a otros genocidios. Entendimos la larga noche de 1976 en nuestro país y que fueron 12 millones de personas las víctimas del nazismo; homosexuales, gitanos, discapacitados y opositores políticos, entre otros. 

    Conmemorar el Levantamiento en Varsovia era también desafiar el mito de una supuesta pasividad por la cual los judíos se dejaron arrastrar como ganado a los campos de exterminio. Por el contrario, siempre se reconoció la valentía de los pueblos que se rebelan y luchan por las causas justas y la libertad. Aún hoy se recupera la gesta de la resistencia, de los partisanos y del pueblo soviético que, a costa de 27 millones de personas, terminó venciendo a los nazis en la batalla de Stalingrado. El 9 de mayo de 1945, Día de la Victoria, fue concebido como un símbolo de no darse por vencido ni aún vencido. 

    Así la tragedia del pueblo judío que embanderaba el lema de la Guerra Civil Española por nuestra y vuestra libertad se amalgamaba con aquel legado universal y humanista de Peretz que se volvía una suerte de conclusión: que no importaba la religión, el color de piel o la nacionalidad de las personas porque todos éramos iguales, aunque nos quisieran vender el cuento supremacista del pueblo elegido, o de que algunas vidas valen más o son mejores que otras. 

    Siempre me sentí profundamente ligada al idioma ídish que trajeron mis bisabuelos del Imperio Ruso a principios de siglo XX, a las colonias entrerrianas de los gauchos judíos donde nacieron mis abuelos y al entorno icufista. Pero el sionismo y la religión, con todas sus variantes, no me fueron tan ajenos. Mi viejo, por ejemplo, marchó en 1967 para integrarse al Ejército israelí después de la Guerra de los Seis Días y se quedó un par de años colaborando como voluntario. Él era sionista orgulloso y en algún momento, aunque yo no acordaba con sus ideas, comencé a respetar sus puntos de vista. A pesar de su enfermedad, él todavía recordaba frases en hebreo. Murió en pandemia. A la luz de esta tremenda realidad, no sé cómo hubiéramos podido sostener ese debate. ¿Y por qué necesitamos tanto manifestarnos, tomar posición? Porque tal como lo explicaba el antropólogo Fredrik Barth, las fronteras de la identidad no sólo se construyen declarando quiénes somos, sino quiénes no somos. Y aún más, teniendo en cuenta lo que otros dicen que nosotros somos. 

    Por eso hoy me siento en una gran contradicción. Por una parte, si ser judía implica justificar la matanza de un niño en Gaza, yo ya no quiero serlo. Y, por otra, ser judía me compromete a expresar con énfasis mi rechazo al terrorismo de Hamas, pero también mi condena absoluta a la masacre de población inocente en Palestina.  

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    Recientemente, el ministro de Finanzas de Israel, Bezalel Smotrich calificó a Gaza como una mina de oro inmobiliaria y habló de negociaciones con empresas estadounidenses para construir la Riviera del Medio Oriente. Este proyecto, anunciado ya por Donald Trump en otras oportunidades, no parece tan descabellado cuando uno piensa en las modernas construcciones que se alzaron en las ciudades polacas sobre terrenos donde hubo Ghettos y fosas comunes. Las prácticas del nazismo se repiten: desplazamientos, expropiaciones, regeneración “humana” y bonitas playas sobre sangre palestina derramada. 

    La muerte de seres humanos no admite comparaciones étnicas ni mediciones en cifras. Hoy lo urgente es lograr un alto al fuego definitivo. Ya no puede morir un niño más, ni por bombas, ni por enfermedad, ni por hambre. Tampoco puede morir otra madre, otro médico, otro periodista, ni otro rehén israelí. Estamos hablando de recuperar el valor de la vida humana. Y así como cuando el caso de George Floyd, asfixiado por la rodilla de un policía el 25 de mayo de 2020, propagó la consigna Black Lives Matter, hoy debemos gritar: las vidas palestinas importan. Importan tanto como las israelíes. Ni las religiones ni los intereses geopolíticos justifican la muerte de nadie. 

    Cuando escribo estas líneas están terminando las Altas Fiestas, el nuevo año 5786, donde no hay nada que celebrar, nada dulce y bueno para desear si no tomamos conciencia de la magnitud del desastre humanitario que Israel está causando. Sabemos que perdón y genocidio son conceptos irreconciliables. “Ojo por ojo y el mundo quedará ciego” había profesado Mahatma Gandhi. Y la ceguera viene coronada con escenas confusas: discursos de odio anudados a propuestas de paz; amenazas de destrucción sostenidas por intereses económicos. Así no funcionará. Parafraseando a Jean-Paul Sartre, ningún judío será libre mientras los palestinos no gocen de la plenitud de sus derechos. Ni un solo judío estará seguro en Israel o el mundo, mientras un palestino tema por su vida.

    Fotos: Jaber Jehad Badwan

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