Política

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    A 74 años de la primera elección con voto femenino en la Argentina

     

    El 11 de noviembre de 1951 las mujeres argentinas votaron por primera vez, gracias a la lucha de Eva Perón y del movimiento femenino peronista. Fue una revolución social y política que cambió la historia del país. Hoy, mientras el gobierno de Milei promueve un Estado sin derechos ni memoria, esa conquista vuelve a resonar como una advertencia: los derechos no se mendigan, se defienden.

    Por Alcides Blanco para Noticias La Insuperable

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    La ley que cambió el país

    El derecho al voto femenino fue consagrado por la Ley 13.010, promulgada el 23 de septiembre de 1947, fruto de la militancia incansable de Eva Duarte de Perón y del movimiento de mujeres que la acompañó. Desde el balcón de la Casa Rosada, Evita sintetizó aquel momento histórico con una frase que quedó grabada en la memoria nacional: “Recibo en este instante la ley que consagra nuestros derechos cívicos con la certeza de hacerlo en nombre y representación de todas las mujeres argentinas.”

    No fue un gesto simbólico, fue un acto de justicia. Por primera vez, el Estado argentino reconocía la igualdad política entre hombres y mujeres, y ponía fin a décadas de exclusión.


    1951: las urnas se abrieron para todas

    Cuatro años después, ese derecho se hizo realidad. El 11 de noviembre de 1951, más de 3,5 millones de mujeres fueron a las urnas en todo el país. No sólo votaron: también fueron elegidas.
    El peronismo llevó al Congreso a 23 diputadas nacionales y 6 senadoras, inaugurando una nueva etapa en la historia política argentina. Entre ellas se destacaron Delia Parodi, primera mujer en ocupar la vicepresidencia de la Cámara de Diputados, y María Rosa Calviño de Gómez, impulsora de leyes pioneras en materia de derechos laborales y sociales.

    Fue la primera vez en América Latina que la participación política de las mujeres tuvo un impacto directo en el poder legislativo, marcando un punto de inflexión que transformó la democracia argentina.


    El Partido Peronista Femenino: la revolución silenciosa de Evita

    Nada de eso habría sido posible sin la organización política que Eva construyó con visión y coraje: el Partido Peronista Femenino (PPF). Creado en 1949, llegó a tener más de 500 unidades básicas en todo el país, organizadas por delegadas censistas que formaban, alfabetizaban y movilizaban a miles de mujeres del pueblo.

    Desde fábricas, barrios y sindicatos, las mujeres peronistas se convirtieron en protagonistas de una verdadera revolución social, llevando al Estado la voz de las trabajadoras, las amas de casa, las obreras y las estudiantes. “La mujer peronista no es una mujer más: es la columna vertebral de la nueva Argentina”, escribió Evita en La razón de mi vida.


    La renuncia que no fue derrota

    Aquel 1951 también fue el año en que Evita fue proclamada candidata a vicepresidenta junto a Juan Domingo Perón. La movilización del 22 de agosto en la Avenida 9 de Julio, conocida como el Cabildo Abierto del Justicialismo, fue una demostración de amor y poder popular sin precedentes. Sin embargo, presionada por los sectores militares y debilitada por su enfermedad, Evita renunció a la candidatura semanas después.
    Su renuncia no detuvo su legado: el voto femenino ya era una realidad y su nombre, símbolo eterno de la igualdad y la justicia social.


    De Evita a Milei: derechos en disputa

    Setenta y cuatro años después, la enseñanza de Evita sigue más vigente que nunca. Mientras el gobierno de Javier Milei intenta recortar políticas públicas, cerrar programas de género y reinstalar el discurso del “mérito individual” como sustituto de los derechos colectivos, la historia recuerda que nada de lo que conquistó el pueblo fue un regalo.

    El voto femenino no fue una concesión graciosa de ningún poder: fue el fruto de una lucha organizada, del protagonismo popular y de una mujer que entendió que la verdadera libertad se construye con justicia social.


    La voz que no podrán callar

    Aquellas mujeres que en 1951 entraron por primera vez al cuarto oscuro no sólo eligieron un gobierno: eligieron ser parte de la historia.
    Evita les dio voz, organización y conciencia política. Y esa voz —la de las mujeres del pueblo— sigue resonando en cada lucha por los derechos, la igualdad y la dignidad nacional.

    Porque como decía ella: “Donde hay una necesidad, nace un derecho.”
    Y ningún Milei podrá borrar eso.

     

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    Nuestro propio 1984

     

    Paladares que se unen a Orwell y Calvino para rescatar una sabiduría escondida entre comidas y bebidas repugnantes y viejas palabras.

    Por Silvina Belén para Noticias la Insuperable ·

    Palabras envejecidas, frases con rima, citas citables –a lo Reader’s Digest-, viejas novelas y películas –en sentido figurado o no-, acuden a la memoria cuando algo en la atmósfera cotidiana nos dice que la piedra con la que solemos tropezar una y otra vez vuelve a tomarnos desprevenidos.

    Cuando las segundas marcas son un lujo, las terceras y las “de cuarta” una costumbre o, mejor dicho: una triste necesidad, y los pasivos símbolo de miseria (“miseria espantosa”, se estilaba decir allá lejos y hace tiempo), recordamos palabras como “carestía”, que dominaba en la ardua construcción “carestía de la vida”. Incluso antaño solamente la usaban los jubilados. Para muchos la palabreja es recuerdo que aflora desde la infancia.

    Dice la RAE que su segunda acepción significa “Precio alto de las cosas de uso común”. Y nosotros decimos que eso decían los jubilados. Y que con otro tipo de construcciones hoy dicen y decimos lo mismo. Cambios de forma, pero nada más. El gatopardo acecha. Giuseppe Tomasi[i] también vuelve: «Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi».

    En el imperio aleatorio del juego infanto-juvenil, aparecía “el que toca, toca, / la suerte es loca” frente a cualquier protesta contra el azar. Al maldecir que la esperpéntica de la especulación financiera rija nuestro destino, podríamos pensar en consonancia: “el que toca, toca, / la urna es loca”. Esta vez, entre la evocación lúdica y Valle Inclán. O ante la fuerza del sino[ii], como Álvaro.

    Al ver, ñata contra el vidrio, cómo se agotan los pasajes al exterior comprados con los verdes comprados baratitos –como Tito- con la platita de la bicicleta –hoy carry trade– o la dulce de cualquier especulación, llega inexorable la película que nunca se olvida, el “deme dos” y, por qué no, el “gracias a Dios y a Matínez Dios”.

    Y nosotros siempre en manos de Máximo Carelli, sin siquiera poder ir al cafetín a llorar el enésimo desengaño. Sin Lita de Lázari hallando el precio milagroso, sin colas para pagar en las que hacer catarsis, sin joyas de la abuela ni fondos de olla.

    Pero, en fin, como todo vuelve recargado, hablar de totalitarismo financiero no es baladí cuando en un país imperan solamente la finanza, la especulación y la represión a quienes no pueden aprovecharlas y las sufren como carestía o miseria, sufrientes que son abrumadora mayoría. ¿Por qué no pensar en Orwell y una vuelta de tuerca a 1984? Dejemos esto en suspenso para retomarlo luego.

    Volvamos a las marcas “de cuarta”, a lo mal que saben esos alimentos y bebidas que la carestía impone. Recordemos al Ítalo Calvino de Bajo el sol jaguar (1986) a través de su “Sabor saber”. Conocemos, entendemos, también mediante el sabor. Degustemos las palabras que preceden a la traducción de Jorge Hernández Campos[iii] de “Sabor saber”:

    Los sabores de sólidos y líquidos impuestos por la carestía, entonces, podrían despertar nuestra aletargada sabiduría, licuada con la tan literal como psicológica carestía pandémica y la pos-pandémica inflación. Inflación que, como bien señaló otro Álvaro, esta vez García Linera, “transmuta convicciones revolucionarias en adhesiones reaccionarias.”.

    Pandemia y temprana pos-pandemia nos recuerdan una serie de notas que escribimos sobre una bebida espirituosa, que entre tantas asociaciones en danza ahora también advertimos relacionada a Orwell. Hablaban de la ginebra, sobre todo de la que los peninsulares llaman botánica, es decir: del gin. En definitiva, destilados, literatura e historia, bares de copas, calidades y sabores.

    La calidad de las ginebras les dio mucho material a los historiadores y a los novelistas. Del rústico Old Tom del siglo XVIII en adelante, los sabores del gin estuvieron en la palestra. George Orwell también aprovechó para describir un gin aceitoso, inmundo, que ostentaba una pomposa marca.

    Aprovechemos la ocasión para releer un fragmento de 1984 en el que la Ginebra de la Victoria sale victoriosa.

    “El Nogal estaba casi vacío. Un rayo de sol atravesaba una ventana y caía sobre las polvorientas mesas, amarillándolas. Era la solitaria hora de las tres de la tarde. Desde la tele-pantalla llegaba una música ligera. Winston, sentado en su habitual rincón, miraba su vaso vacío. De vez en cuando dirigía la vista hacia el rostro que lo miraba fijamente desde la pared de enfrente. ‘EL GRAN HERMANO TE VIGILA’, decía el cartel. Sin que él lo llamara, vino un camarero a llenarle el vaso con Ginebra de la Victoria; también echó unas cuantas gotas de una botellita que tenía un tubo que atravesaba el tapón. Era endulzante aromatizado con clavo de olor, especialidad de la casa. […] Se tomó la ginebra de un trago. Como siempre, le hizo estremecerse e, incluso, sentir algunas arcadas. El líquido era horrible. El endulzante con clavo, de suyo repugnante, no podía disimular el aceitoso sabor de la ginebra.”

    Sabemos que la sabiduría de Winston, más que licuada o aletargada, estaba muerta: había quedado pulverizada en la mazmorra del Gran Hermano. El “Sabor saber” a él ya no le servía para nada. Sea como fuere, el guiño de Orwell permanece, es para lectores, no para personajes. Es para los que consumimos las marcas de cuarta en carestía extendida por la autocrática finanza, por ejemplo.

    Para nuestro caso, para el argentino, la ginebra tiene connotaciones previas al imperio de la finanza, del loco endeudamiento para encumbrarla y la consiguiente carestía. “Una copita cada día” puede sugerirse cuando no se sospecha que el “precio alto de las cosas de uso común” se hará cíclica costumbre y la modesta calidad de lo que hicimos propio será prohibitiva.

    Hasta se pueden inventar palabras cuando en el horizonte del sabor no asoman Ginebras de la Victoria. En 1970, el publicista Hugo Casares inventó “esmowing”, palabrita que brilló en la campaña publicitaria de Bols en aquellos años: “¿Quiere tener smowing? ¡Tome ginebra Bols!”.[iv]

    El “esmowing”, que seis o siete años después de su nacimiento dejó de brillar hasta apagarse, tuvo, casi como fuego fatuo, una que otra intermitencia que el gatopardismo oscureció con premura. La consigna del cambio para que nada, en verdad, cambie, se ensayó con éxito de maneras en apariencia diversas, seductoras, pero siempre contundentes.

    Haber creído que podía tenerse “esmowing” –traducido por González Fraga como vacaciones, teléfonos, buenos alimentos y bebidas, plata en el bolsillo…- pasó a ser culpa que el escarmiento del mercado de capitales especulativos le haría purgar a menesterosos insolentes y clasemedieros megalómanos.

    El sino propiciado por el gatopardismo debería llevar al culposo a repetir las palabras de don Álvaro: “¡Infierno, abre tu boca y trágame!”. La inmolación voluntaria inducida tuvo en un principio sus reales mazmorras para los Winston vernáculos pero, con el correr de las décadas, se fue sofisticando. Sin embargo, la imposición de la Ginebra de la Victoria permanece.

    No hay Bols, ni retornos de Llave, que puedan destronar la idea del merecimiento de eterna Ginebra de la Victoria: un sentido común impostado durante medio siglo –ornamentado año a año, acusador para más inri- resiste el trabajo exclusivamente neuronal. La metáfora orwelliana reclama la asistencia del gusto, del olfato, la integración cuerpo-mente por la que abogaba Ítalo Calvino.

    La convivencia ausente, la pátina de híper-modernidad que la finanza automática y la digitalización generalizada, todo en el marco de una existencia tecno-dirigida, le imprimen en el devenir cotidiano apariencia de naturalidad a la hegemonía absoluta de la especulación financiera que, sin grandes esfuerzos mentales, se adivina antesala de quién sabe cuántas iniquidades venideras.

    En tal contexto, revalorizar los sentidos que aún resisten con realismo al bit se hace cuesta arriba: el día a día abruma, gusto y olfato luchan para no insensibilizarse. El sexto lo entregamos a la IA. Queremos a toda costa creer que vivimos en un mundo sin pasado ni milagros imposibles, que otras experiencias o las miradas pretéritas son de otro mundo u otra humanidad, extintos.

    La imagen de la sociedad sometida, el individuo controlado y el pensamiento único indiscutible hecho ley se ha tergiversado a tal punto en lo discursivo, en el éter de algoritmo e imposición de miradas,  que aislar los rasgos esenciales de un régimen autocrático más allá del tiempo, la inmediatez y el color local se torna cuasi quimérico.

    Reconocer similitudes entre ciclos, establecer analogías, comprender metáforas atemporales e identificar hegemonías minoritarias requiere tanto de la abstracción como del anclaje real que se nutre de la experiencia compartida, del intercambio y la dinámica intergeneracional.

    Salvo autócratas o privilegiados, nadie tendría necesidad de recurrir a la frase “esta vez es distinto”, tan repetida en los últimos tiempos, si nuestro propio 1984 no se hubiera disparado ya. Esta pesadilla orwelliana que, al menos, anticipan los sentidos, da la sensación de estar a la espera de lo que esta vez será distinto solamente por ser mucho peor: la crisis brutal, la debacle inefable que pulverice últimas rebeldías e hilos de esperanza.


    [i] Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1958): El gatopardo. «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie».

    [ii] Don Álvaro o la fuerza del sino, obra de teatro del Duque de Rivas [Ángel de Saavedra] estrenada en Madrid en 1835.

    [iii] En: revista Vuelta, volumen I, número 10, mayo de 1987, pp. 6-13. Puede accederse a este número de la revista y, por tanto, al cuento de Calvino, a través del Archivo histórico de revistas argentinas –Ahira-: https://ahira.com.ar/wp-content/uploads/2019/07/Vuelta-10.pdf

    [iv] Kogan, Gabriela. ¿Quiere tener esmowing? El libro de las publicidades de Bols. Buenos Aires, Nuevo Extremo, 2010.

     

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    A 40 años de que las aguas devoraron un pueblo entero en Buenos Aires

     

    El 10 de noviembre de 1985, Villa Epecuén desapareció bajo el agua. Cuatro décadas después, entre ruinas blancas de sal y árboles petrificados, el antiguo balneario resurge como símbolo de memoria, resiliencia y de un país que sabe volver a empezar, aun cuando todo parece perdido.

    Por Leticia Graciani Fainel para Noticias La Insuperable

    Las aguas que no perdonan

    A orillas de la laguna Epecuén, en el partido de Adolfo Alsina, la villa turística más próspera del sudoeste bonaerense se hundió en una madrugada que los vecinos jamás olvidarán. El terraplén que la protegía cedió tras días de lluvias intensas y, en cuestión de horas, un muro de agua rompió las defensas, cubriendo por completo el pueblo.

    Villa Epecuén fue durante décadas un destino de salud y descanso, famosa por las propiedades curativas de sus aguas saladas, comparables con las del Mar Muerto. Miles de visitantes llegaban cada verano atraídos por sus hoteles, balnearios y el rumor de las olas mansas. Hasta que el 10 de noviembre de 1985, el sueño quedó bajo diez metros de agua.


    Un silencio mineral

    Las imágenes posteriores parecen salidas de una película posapocalíptica: techos apenas visibles, postes doblados, árboles cubiertos de costras blancas. El agua, cargada de sal, fue carcomiendo lo que quedaba del pueblo, disolviendo paredes y pintando todo de un tono fantasmal. Durante más de dos décadas, Epecuén permaneció sumergido.

    Cuando el nivel comenzó a bajar, lentamente, las ruinas emergieron del espejo salado. Entonces aparecieron las calles torcidas, las fachadas erosionadas, los restos del matadero diseñado por el arquitecto Francisco Salamone, y los recuerdos suspendidos en un paisaje que parecía petrificado en el tiempo.


    De tragedia a patrimonio

    Hoy, Villa Epecuén se convirtió en un sitio histórico y turístico de otro tipo. Las ruinas son visitadas por miles de personas cada año, atraídas por su atmósfera surrealista y su historia. Allí se filmaron documentales, videoclips, campañas fotográficas y hasta carreras de motocross sobre los restos del pasado.

    El único habitante permanente durante años fue Pablo Novak, quien decidió volver a vivir entre las ruinas y transformarse en guardián de la memoria colectiva. Novak se convirtió en un símbolo de resistencia: “Este es mi lugar, aunque esté destruido”, repite cada vez que algún visitante lo encuentra entre los cimientos del antiguo hotel donde creció. Novak falleció a inicios del año pasado a los 93 años.


    Memorias de un país que resurge

    A cuarenta años de aquella catástrofe, el eco de Epecuén sigue resonando en las entrañas de la provincia. Es un recordatorio de cómo el abandono estatal, la falta de planificación y el desprecio por la naturaleza pueden borrar de un plumazo un pueblo entero. Pero también, una muestra de la persistencia de las comunidades del interior, que reconstruyen su identidad incluso cuando las aguas arrasan con todo.

    La villa no volvió a ser lo que fue, pero su historia quedó escrita en la sal y en la memoria de quienes vivieron para contarla. Entre las ruinas y el silencio, Villa Epecuén sigue siendo un espejo: el reflejo de un país que, aunque se hunda, siempre busca la manera de salir a flote.

     

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    Un linaje argentino que sobrevivió 8.500 años: qué dicen los ADN antiguos y por qué importa

     

    Un estudio internacional liderado por investigadores del CONICET y la UNC y publicado en Nature reconstruyó la historia genética del centro de la Argentina a partir de ADN antiguo. Los autores identifican un linaje profundo y hasta ahora no muestreado en el centro del país que aparece hace ~8.500 años y persiste —con variaciones— hasta tiempos históricos. Esto reescribe parte de la prehistoria del Cono Sur y obliga a revisar modelos simplificados de poblamiento.

    Por Alcides Blanco para Noticias La Insuperable

    Un descubrimiento que llena un vacío

    La región llamada central Southern Cone (gran parte del centro de la Argentina moderna) había quedado sistemáticamente subrepresentada en los estudios de ADN antiguo. El trabajo, publicado en Nature bajo el título Eight millennia of continuity of a previously unknown lineage in Argentina, analiza genomas recuperados de 238 individuos antiguos que abarcan hasta 10.000 años antes del presente, y muestra que gran parte de las personas del área comparten ascendencia de un linaje profundo cuya presencia más antigua dataría de alrededor de 8.500 años.

    Cómo lo hicieron: muestras, genomas y comparaciones

    Los autores secuenciaron ADN de restos óseos y dentales recuperados en varias regiones del centro argentino (Pampas y áreas circundantes) y compararon esos genomas con bases de datos de muestras antiguas y modernas de Sudamérica. El conjunto incluye individuos datados por métodos arqueológicos y, cuando fue posible, por fechado radiocarbónico. Con herramientas de genética poblacional (análisis de afinidad, modelos de mezcla y árboles filogenéticos) reconstruyen la continuidad y las divergencias entre grupos del Cono Sur, los Andes centrales y la región central-este de Brasil.

    Resultado central: continuidad y una “línea perdida”

    El hallazgo clave es la identificación de un componente genético regional —no reportado anteriormente— que aparece en individuos del Holoceno Medio (alrededor de 8.500 años BP) y que permanece, con cambios, durante milenios. Los autores lo describen como una línea profunda y diferenciada frente a las otras grandes ancestrías sudamericanas (Andes centrales, Amazonia, Patagonia), lo que sugiere procesos locales de continuidad demográfica y una historia poblacional más compleja de la que se suponía.

    Qué implica para la historia del poblamiento

    Este patrón obliga a matizar dos ideas comunes: primero, que las grandes migraciones iniciales borraron rápidamente estructuras regionales; y segundo, que los modelos basados en pocas muestras representativas daban una visión incompleta. La persistencia de este linaje indica que hubo poblaciones locales con larga continuidad cultural y biológica, que resistieron cambios climáticos, pulsos de movilidad y contactos con otras comunidades.

    Relevancia arqueológica y antropológica

    Para arqueólogos e historiadores, el hallazgo aporta un marcador independiente (genético) que puede articularse con datos materiales: estilos cerámicos, tecnología lítica, prácticas funerarias y asentamientos. En la práctica, esto permitirá replantear preguntas sobre la formación de identidades regionales en el centro de la Argentina y buscar correspondencias entre señales genéticas y cambios culturales detectables en el registro arqueológico.

    Limitaciones y cautelas

    Aunque el estudio es amplio (238 genomas) y representa un salto importante, los autores advierten que la genética no sustituye al registro arqueológico: la interpretación histórica debe integrar ambos tipos de evidencia. Además, aún hacen falta más muestras de ciertas áreas —y análisis isotópicos/estratigráficos— para precisar movilidad, prácticas de matrimonio y rutas de contacto. La datación y la preservación diferencial de restos también condicionan conclusiones temporales.

    ¿Qué sigue? preguntas abiertas

    Entre las preguntas que quedan abiertas están: ¿cómo se relaciona ese linaje con las tradiciones materiales locales? ¿qué papel jugaron cambios ambientales en su expansión o aislamiento? ¿hay continuidad cultural reconocible desde el Holoceno temprano hasta las sociedades históricas de la región? Los investigadores proponen ahora ampliar muestreos, incorporar resultados isotópicos y colaborar estrechamente con comunidades originarias para enriquecer interpretaciones.

     

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    Lucía Cámpora: “Sin unidad y sin representación real, el peronismo no vuelve”

     

    La diputada electa por la Ciudad de Buenos Aires y secretaria general de La Cámpora habló sobre el desafío de recomponer el campo nacional y popular, el rol de Cristina y el peso del poder económico. “Hay un objetivo claro del neoliberalismo: romper al peronismo”, advirtió en diálogo con Página/12.

    Por la Redacción de Noticias La Insuperable

    El poder económico y la proscripción como estrategia

    Lucía Cámpora asumirá el 10 de diciembre como diputada nacional por Fuerza Patria, tras una elección en la que el espacio logró cuatro bancas en CABA. Militante desde sus años universitarios y feminista, lleva en su apellido y en su praxis política la herencia de su tío abuelo, Héctor Cámpora.

    En la entrevista con Página/12, la dirigente señaló que “el poder económico tiene un objetivo claro: romper al peronismo”, y que la proscripción de Cristina Kirchner cumple una función disciplinadora hacia el resto de la dirigencia popular. “La lealtad a Cristina no pasa sólo por lo que hizo, sino porque tiene la fuerza, la cabeza y el reconocimiento del pueblo para volver a construir una alternativa de poder”, afirmó.

    Para la diputada, la libertad de la Argentina está directamente ligada a la libertad de Cristina.


    “Volver a representar”

    Sobre las razones del triunfo de Milei, Cámpora hizo una lectura profunda: polarización, miedo inducido y abstencionismo. Señaló que la participación fue la más baja desde el retorno democrático, y que allí reside una de las claves del presente.

    “Hay un porcentaje importante de la población que se desilusionó con Milei, pero que tampoco optó por nosotros. Para recuperarlos, el peronismo tiene que volver a representar. No alcanza con decir ‘defendamos la educación’, hay que decir cómo la mejoramos. Hay que organizar las demandas reales de los argentinos: el endeudamiento familiar, la caída del consumo, los jubilados que eligen entre medicamentos o comida”, expresó.

    Según la diputada, el desafío no pasa sólo por resistir al ajuste, sino por construir propuestas alternativas y convocantes.


    FMI, soberanía y deuda

    Uno de los ejes más fuertes de la entrevista fue el endeudamiento externo y el rol del Fondo Monetario Internacional. Cámpora reclamó que el peronismo asuma una posición más firme: “Si no pasa por el Congreso, no se puede tomar deuda. Es un límite institucional y político que tenemos que consolidar”.

    En su diagnóstico, el retorno del FMI con Macri fue el punto de inflexión que volvió a subordinar la soberanía argentina, y la continuidad del esquema de deuda bajo Milei profundiza esa dependencia.


    Un Congreso adverso

    El nuevo Congreso se presenta hostil. La diputada de Fuerza Patria sabe que Milei tendrá un tercio propio de bancas y aliados en otros bloques. Frente a ese escenario, fue contundente: “Nuestra primera línea es el rechazo total a las reformas laboral e impositiva. Ya sabemos lo que implican: precarización y pérdida de derechos. No hace falta una reforma para crear empleo: cuando gobernaron Néstor y Cristina, se generaron millones de puestos de trabajo”.


    Estados Unidos y la injerencia externa

    Cámpora también advirtió sobre la creciente subordinación del país a los intereses de Washington. “Hace 20 años Néstor echaba al Fondo y decía no al ALCA. Hoy tenemos un Poder Ejecutivo cooptado por la Casa Blanca y un Poder Judicial funcional a los intereses económicos”, dijo.

    Recordó incluso las declaraciones del embajador estadounidense Peter Lamelas, quien sostuvo que una de sus misiones era que Cristina vaya presa. “Esas palabras demuestran el nivel de intervención externa que sufrimos”, subrayó.

    Sin embargo, la diputada mantiene esperanzas: “Incluso pibes que votaron a Milei son profundamente nacionalistas. Hay una subjetividad argentina, una emoción colectiva por Malvinas, por el CONICET, por la Selección. Ese es el hilo del que hay que tirar para reconstruir un pueblo que vuelva a ser protagonista de su historia”.


    Juventud, política y feminismo

    Cámpora rechaza la idea de que “la juventud se volvió de derecha”. Contó que se cruza con jóvenes que votaron a Milei pero siguen colaborando con causas solidarias: “Hay potencial para que sean votantes nuestros e incluso militantes. El problema no es ideológico sino de representación”.

    En ese sentido, marcó una preocupación central: “Me desvela que esos pibes, cuando se desilusionen de Milei, no se desilusionen de toda la política. Ahí tenemos que poner la cabeza y las energías”.

    También reivindicó el rol del movimiento feminista frente a los discursos misóginos alentados desde el Gobierno: “No creo que puedan retroceder sobre derechos conquistados. Hay que reconstruir lazos territoriales y volver a organizar. No podemos retroceder ni un centímetro”.

     

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    El cazador de evasores, evasor: el escándalo que sacude a la DGI de Milei

     

    Andrés Vázquez, titular de la Dirección General Impositiva bajo la órbita de ARCA, pagó con cheques personales los impuestos de tres condominios de lujo en Miami valuados en más de dos millones de dólares. Las propiedades nunca fueron declaradas en Argentina. Mientras tanto, el gobierno de Milei opta por el silencio.


    Un escándalo que toca el corazón del sistema impositivo libertario

    El gobierno de Milei vuelve a quedar bajo la lupa. Según reveló el periodista Hugo Alconada Mon en La Nación, Andrés Vázquez, actual titular de la Dirección General Impositiva (DGI) —dependiente del flamante organismo recaudador ARCA (Administración de Recursos y Contribuciones de Argentina)—, habría pagado con cheques personales los impuestos inmobiliarios de tres departamentos de lujo en Miami, valuados en más de dos millones de dólares, que jamás fueron declarados ante el fisco argentino.

    La denuncia no es menor: Vázquez es el hombre encargado de controlar a los evasores, pero todo indica que él mismo habría evadido. La investigación, replicada por medios como EnOrsai, apunta a un caso de doble moral fiscal que desnuda las contradicciones del gobierno libertario.


    El arquitecto del nuevo ente recaudador, bajo sospecha

    ARCA fue creada por Milei en 2024 con el objetivo de “modernizar” la recaudación y reemplazar a la AFIP. En los hechos, significó una concentración inédita de poder político y menor control interno. Desde entonces, Vázquez se convirtió en el hombre fuerte del esquema tributario nacional, con acceso directo al Presidente y al equipo económico.

    Por eso el golpe político es doble: el funcionario que debía garantizar la transparencia es hoy acusado de haberla vulnerado. Documentos del condado de Miami-Dade confirman que entre 2014 y 2018 Vázquez pagó con su firma los tributos correspondientes a propiedades ubicadas en Icon Brickell, The Avenue Brickell y Château Beach Residences, a nombre de sociedades offshore registradas en Panamá y las Islas Vírgenes Británicas.


    Una defensa que no cierra

    Consultado por los medios, Vázquez sostuvo que las propiedades “pertenecen a su suegro”, un empresario uruguayo. Sin embargo, los registros oficiales desmienten su versión: los pagos se realizaron con sus cheques personales durante años, y sus propias hijas figuran como directoras en las firmas offshore utilizadas para ocultar los inmuebles.

    Desde el entorno de Milei, ninguna autoridad de ARCA ni el vocero presidencial Manuel Adorni ofrecieron explicaciones. El libreto oficial se limita a frases hechas: “tema del pasado”, “causa cerrada”, “no hay nada que aclarar”. Pero el expediente al que aluden —según verificó EnOrsaicorresponde a otra causa, vinculada a cuentas en el exterior, y no a las propiedades de Miami.


    Del discurso anticasta al silencio cómplice

    La contradicción es brutal: Milei llegó al poder prometiendo terminar con la “casta corrupta”, pero hoy su propio recaudador estrella aparece señalado por el mismo delito que debía combatir. ¿Qué credibilidad puede tener un gobierno que encubre al evasor que dirige el sistema tributario?

    En las redes sociales, el escándalo no tardó en escalar. “El cazador de evasores es evasor”, resumió un usuario en X, y la frase se volvió tendencia. Otros recordaron que Milei hablaba de una “revolución moral” en el Estado. Hoy, esa consigna parece un eco lejano.


    Cuando la equidad se convierte en ficción

    Más allá del costado penal, el caso golpea la base misma del sistema impositivo. Si quien debe controlar a millones de contribuyentes opera con sociedades opacas y bienes ocultos, el principio de equidad se desvanece. El ciudadano común, que paga IVA, Ganancias o Monotributo con esfuerzo, percibe que la justicia fiscal es solo para los de abajo.

    ARCA, presentada como símbolo de eficiencia y transparencia, enfrenta así su primera gran crisis ética. En lugar de abrir una auditoría o apartar al funcionario, el gobierno eligió el silencio y la complicidad, lo que para muchos analistas constituye una forma de encubrimiento institucional.


    El poder se protege a sí mismo

    El caso Vázquez es una radiografía de cómo los vínculos entre poder económico y político se blindan mutuamente. No importa el eslogan libertario: cuando el Estado se usa para proteger a los propios, la corrupción deja de ser excepción y se convierte en sistema.

    Hoy, la pregunta sigue abierta: ¿quién fiscaliza al fiscalizador?
    Porque si el máximo responsable de la recaudación puede ocultar bienes por millones de dólares sin consecuencias, la libertad de unos pocos sigue pagándose con el sacrificio de todos los demás.