Brutal ataque en Roca: agredió a su pareja con un machete e intentó huir

Brutal ataque en Roca: agredió a su pareja con un machete e intentó huir

 

Un grave hecho de violencia de género ocurrió este martes en General Roca, cuando un hombre agredió a su pareja con un machete dentro de una vivienda ubicada sobre la calle Defensa.

Según informaron fuentes policiales, la intervención se produjo tras un llamado de emergencia que alertó a la Comisaría N°21 sobre un posible ataque doméstico.

Al llegar al lugar, los efectivos encontraron a la mujer de 43 años herida y en estado de shock, acompañada por sus tres hijos menores de edad.

“Presentaba cortes en la mano, golpes en el rostro y fuertes dolores en la pierna”, precisaron desde la fuerza.

El intento de fuga y la detención

Tras asistir a la víctima, la policía desplegó un operativo de rastrillaje para dar con el agresor, identificado como un hombre de 46 años.

Gracias a la rápida acción de los móviles, el sujeto fue localizado a pocas cuadras del domicilio, sobre calle Santa Cruz al 2700, donde fue reducido y detenido en la vía pública.

“El individuo fue interceptado mientras intentaba huir del lugar del hecho. Oponía resistencia y fue reducido por el personal policial”, señalaron fuentes de la Policía de Río Negro.

El arma utilizada, un machete de gran tamaño, fue secuestrada como parte de la investigación.

Tanto el agresor como la víctima fueron trasladados al hospital local, donde se verificaron las lesiones. Posteriormente, la mujer realizó la denuncia penal correspondiente ante la Fiscalía de turno, que dispuso la continuidad de la detención del acusado.

El gabinete de Criminalística trabajó en el lugar para recolectar evidencia, mientras que un médico forense evaluó las lesiones de la víctima.

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  • Se viene una semana de movilizaciones globales y locales por Palestina

     

    Logo global de la convocatoria.

    En el marco de la «Marcha Global a Gaza», activistas de mas de 30 países van a iniciar una movilización en el Cairo el próximo jueves 12 rumbo a la frontera con Gaza en Rafah exigiendo en lo inmediato el fin del bloqueo que ha causado una hambruna severa y un colapso sanitario  y el cese al fuego. Para el domingo 15 se están llamando a movilizaciones en todas las ciudades del mundo en apoyo, entre ellas Buenos Aires y Rosario. En Argentina hay una convocatoria para el jueves 12 frente al Obelisco durante todo el día, con un acto convocado a las 17:30 cuyo eje principal es el repudio a la visita de Milei y el domingo 15 la convocatoria es en Callao y Corrientes a las 16hs. En Rosario hay una convocatoria para el domingo a las 15hs en Oroño y el río. Por su parte, en varias ciudades del mundo se desarrollaron hoy masivas movilizaciones tras el secuestro de la Flotilla Libertad que buscaba romper el cerco llevando alimentos y medicinas. Por ANRed. 


    El 12 de junio, más de 20000 activistas de cerca de 50 países de todo el mundo se encontrarán en El Cairo, Egipto, con el objetivo de presionar a los organismos internacionales para que actúen ante el desastre humanitario en la Franja de Gaza y que obliguen a Israel a poner fin a la agresión y el asedio en el enclave costero palestino. Hoy comenzó una caravana desde Tunez donde 7000 activistas irán recorriendo la costa del Mediterráneo en el norte de Afríca (Magreb) para ser parte de la actividad del jueves.

    La convocatoria coincide con el intento de la Flotilla Libertad de romper el bloqueo. Ayer 12 activistas entre quienes se encontraba Greta Thumberg fueron interceptados y secuestrados por las fuerzas israelíes. «El barco fue abordado ilegalmente, su tripulación civil desarmada fue secuestrada y su carga vital —que incluía leche de fórmula para bebés, alimentos, prótesis y suministros médicos— fue confiscada», declaró la organización en un comunicado. Una masiva movilización en Paris tuvo lugar hoy.

    Desde El Cairo a Rafah

    Tras encontrarse en El Cairo el próximo jueves los activistas iniciarán la “Marcha Global a Gaza” dirigiéndose a la ciudad de al-Arish en el Sinaí, para luego embarcarse en una marcha hacia la frontera con Gaza, donde acamparán durante tres días para instar a las autoridades a permitir la entrada de ayuda.

    La Alianza Internacional de Trabajadores de la Salud por la Justicia; Alianza de Solidaridad Masafer Yatta de Palestina; Movimiento Juvenil Palestino; CODEPINK Mujeres por la Paz en EE. UU.; Voz Judía por el Trabajo en el Reino Unido; El Millón de Mujeres Rurales y la Asociación de los Sin Tierra en Túnez; Foro de Solidaridad India-Palestina; así como el Movimiento Antibélico Irlandés, entre otras, son algunas de las organizaciones que van a desarrollar esta movilización.

    Movilizaciones en todo el mundo en apoyo

    Se espera que entre el 12 y el 15 masivas movilizaciones tengan lugar en todo el mundo. El domingo 15 es el día de la mayor parte de las convocatorias, aunque en Chile están convocando a movilizar el sábado 14. A las movilización en Paris recientemente mencionada se suman otras, muchas de ellas en el mundo árabe.

    las movilizaciones no van a terminar el domingo 15, sino que esa fecha es el epicentro. Ya hay convocatorias para la semana próxima desde el lunes 16. Así será en Galicia donde hay convocatorias en 26 localidades para el próximo lunes.

    Las convocatorias en Argentina

    Para el jueves 12 el Comité Argentino de Solidaridad con el Pueblo Palestino está convocando a una jornada de repudio a la visita de Milei para recibir un premio y reforzar lazos con el ente sionista. Quien le entregará el premio a Milei, Stan Polovets, es un importante empresario ruso, nacionalizado estadounidense, que está acusado de drogar y agredir sexualmente a una mujer que había conocido en un evento en 2021. La jornada del jueves 12 tendrá su acto central a las 17:30hs frete al obelisco. 

    Para el domingo 15 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la convocatoria será a las 16hs en Callao y Corrientes, para luego movilizar. La iniciativa de la convocatoria partió de Autoconvocados por Palestina, y también cuenta con el apoyo del Comité.

    En Rosario convocan para el domingo 15 a las 15hs en Oroño y el Río. Seguramente habrá otras convocatorias en otras localidades del país.

     

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  • La Justicia busca pistas sobre “Pequeño Jota” y la célula criminal detrás del triple femicidio

     

    El triple femicidio de Brenda del Castillo (20), Morena Verdi (20) y Lara Morena Gutiérrez (15) ocurrido en Florencio Varela continúa generando conmoción y mantiene en alerta a la justicia nacional. Las jóvenes desaparecieron el 19 de septiembre al subirse a una camioneta blanca en La Tablada y, tras ser asesinadas, sus cuerpos fueron despedidos por familiares este viernes.

    Dos datos claves que complican la investigación

    Fuentes cercanas a la causa confirmaron que no existen investigaciones previas ni antecedentes sobre la banda sospechada, lo que complica el trabajo de la fiscalía, que debe avanzar sin un historial que sirva como punto de partida.

    Además, se verificó que no hay registros anteriores sobre el supuesto cabecilla conocido como “Pequeño Jota”, presunto líder del grupo. Ni la policía local, la Policía Federal, Interpol ni la Procuraduría de Narcocriminalidad de la Nación (PROCUNAR) cuentan con datos sobre su identidad o antecedentes. Se le atribuye nacionalidad peruana y una edad aproximada de 23 años, aunque su identidad real no ha sido confirmada.

    Esta situación abre la hipótesis de que la banda podría tratarse de una organización criminal nueva o de una célula vinculada a un grupo extranjero que opera en Argentina, posiblemente imitando modos de operación de narcocriminales mexicanos o colombianos.

    En las últimas horas, la fiscalía incorporó a la investigación a Matías Agustín Ozorio, un joven de la misma edad que “Pequeño Jota”, cuyo rol dentro de la estructura criminal aún está bajo análisis.

    Avances en La Matanza

    La causa pasó a manos del fiscal de Homicidios de La Matanza, Adrián Arribas, y cuenta con la colaboración de la DDI local. Hasta el momento hay cuatro detenidos: Daniela Iara Ibarra, Celeste Magalí González Guerrero, Maximiliano Andrés Parra y Miguel Ángel Villanueva Silva. Todos se negaron a declarar y, de los cuatro, solo Parra es de nacionalidad peruana, lo que ha generado que se los conozca informalmente como “Los peruanos”.

    Los allanamientos realizados hasta ahora buscan desarticular la organización, pero la falta de antecedentes sobre la banda y su líder mantiene un alto nivel de incertidumbre. La justicia deberá determinar si se trata de una estructura criminal emergente o de una célula con conexiones internacionales, mientras sigue avanzando la investigación.

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  • Se conocieron detalles de más allanamientos por el triple femicidio

     

    Dos allanamientos se realizaron en las localidades bonaerenses de Isidro Casanova y Florencio Varela por el triple femicidio narco de Morena Verdi, Brenda Del Castillo y Lara Gutiérrez, donde las autoridades expresaron que, pese a que no hubo detenidos vinculados al caso, sí se logró obtener “datos valiosos y nuevos informantes”.

    El primer operativo fue llevado a cabo, según pudo saber la agencia Noticias Argentinas, en Florencio Varela donde la Policía buscaba a la persona que la organización narco contrató para hacer el pozo el pasado viernes 19 de septiembre donde días después encontraron los tres cuerpos.

    Fuentes del caso explicaron que se llegó a ese domicilio por el testimonio de un chofer de una aplicación de viajes que llamó a la Policía y dijo que ese viernes por la noche llevó a una persona desde la casa donde asesinaron a las jóvenes hasta su domicilio y que estaba “embarrada y transportaba una pala y un parlante”.

    Aunque no pudieron hallarlo en su vivienda, sí se encontraron nuevos datos que ya fueron aportados a la causa, así como también informantes que resultaron aprehendidos, no por el homicidio, sino para que den más noticias.

    A su vez, en medio de ese operativo, una vecina del buscado se acercó a los agentes y les comentó que hace un tiempo le había pedido al sindicado que le haga un trabajo en su casa y que, después de tanto tiempo, el joven aceptó y días atrás le trajo varias herramientas, pero nunca más apareció.

    “La mujer declaró y entregó todas las herramientas, como la pala que había informado el chofer de la aplicación”, indicaron.

    Mas tarde se concretó la pesquisa en Isidro Casanova en un complejo de departamentos donde en alguna ocasión vivó “Pequeño J”. En el lugar se encontró a quien en un momento fue su novia, quien en estos momentos está aportando información de relevancia a la causa.

    “Sabemos que salta de departamento en departamento y que cambia de ubicación todo el tiempo. No pagó nunca con billeteras virtuales para que no lo identifiquen, ni se sepan sus movimientos”, detallaron.

    Aunque tampoco hubo detenidos en este operativo, sí secuestraron un arma cargada con trece balas y hallaron cajas con 50 municiones.

    Se sumaron a la lista de la secuestrado cuadernos con anotaciones; cartas; el DNI de un hermano, primos y tíos; también trasferencias en dólares a Perú a un hombre mayor con su mismo apellido y hasta un DNI cortado que sería utilizado para trucar su identidad.

    Por último, se comprobó que es “Pequeño J” y el primer peruano detenido son del mismo pueblo, por lo que se constató que se conocen desde hace años.

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  • Ana Carolina Diby: de Neuquén al Aconcagua, a la Antártida y a un libro

     

    Ana Carolina Diby puso una mochila en su vida a los 7 años en Picún Leufú y cuando habla con Alerta Digitalparece tenerla puesta después de subir al Aconcagua, remar en la Antártida, escribir un libro y contagiar aventura por sus poros.

    Hablamos con ella y, les confieso, esta mujer es para conocerla, admirarla y tenerla ahí, en el lugar al que recurrimos cuando la vida parece ser una cuesta empinada y difícil de sobreponer.

    ¿A qué edad comienza esa pasión por la aventura de explorar?

    Desde que tengo memoria, la aventura ha sido parte de mi ADN. Aprendí a caminar en la cordillera neuquina, y a los siete años tuve mi primera mochila que era más grande que yo. Recuerdo las noches de campamento jugando cuando era una niña con linternas como luciérnagas, también recuerdo explorando caminos en la estepa patagónica y descubriendo huellas de animales en la tierra. A los 15, mis padres me regalaron una cámara amarilla sumergible, una Canon, como si supieran que mi destino era capturar el mundo que me rodea. Con cada viaje que fui a la montaña, mi espíritu aventurero se fue haciendo más fuerte, hasta que un día comprendí que estaba hecha para esto: para explorar, para desafiarme, para descubrir ese mundo que aparecía en mi camino.

    ¿De dónde eres?

    Soy de la provincia de Neuquén, aunque no de un solo lugar en particular. Crecí entre cordillera, aprendí a caminar en villa angostura con sus montañas, lagos y la estepa patagónica, Picún Leufú mudándome de un pueblo a otro mientras mis padres, pioneros en la salud pública, se aventuraban a llevar su vocación a los rincones más remotos. Vivir en distintos lugares me hizo sentir que pertenecía a todos ellos. Cada paisaje, cada comunidad, cada historia que descubrí en el camino fue moldeando mi espíritu aventurero y mi amor por la naturaleza. Nací en Córdoba, pero al mes volamos a Neuquén, donde había estado en la panza de mi madre.

    ¿Cómo está integrada tu familia?

    Vengo de una familia marcada por la vocación y de alguna manera la aventura. Mis padres, la Dra. Nanci Marta Ferrari y el Dr. Gerardo Jalil Diby, fueron pioneros en llevar la salud a los rincones más remotos de Neuquén., cuando la Salud de la Provincia se estaba haciendo. Crecí rodeada de mis cuatro hermanos, compartiendo historias y exploraciones que forjaron mi amor por la naturaleza. Hoy, mi familia está conformada por mi compañero de vida, Raúl Rodríguez, con quien comparto más de 20, ahora Gastón el hijo de mi marido y por mis hijos peluditos de cuatro patas: Tuti, Chu, Mum, Boda, Chan, Pelux, Schnelly y Rechnet, quienes llenan mis días de alegría y compañía. En mi hogar, la vida sigue siendo una gran aventura.

    La mochila y la aventura han sido el eje de vida de esta neuquina. Foto: gentileza

    ¿A quién crees que salió esta pasión tan bella de explorar y la aventura?

    Viajando en el tiempo, yendo a mi infancia, conociendo la historia de mis padres como llegaron a ese Neuquén de los años 60’ cuando estaba todo por hacer.  las dificultades con las que se encontraron creo que eso estaba en los genes de aventurarnos, de explorar nuevos lugares, alejados de todo, lejos de la comodidad de las ciudades, fue siendo algo natural para mí. Sin perder el horizonte de lo que se habían propuesto. Mis padres fueron unos pioneros que se decidieron por la medicina rural en un territorio nacional que se había provincializado recientemente.

    A veces creo que también viene de mis antepasados suizos alemanes del Wallis, que amaban la Alta Montañas de los Alpes Suizos.

    Viajemos en el tiempo… vamos hacia el año 1991…¿Qué sentiste cuando te nombraron integrante de la Expedición Proyecto Orca Antártica?

    Estaba en Suiza trabajando cuando recibí el llamado de Ricardo. Su voz traía una propuesta inesperada: un lugar en la expedición Proyecto Orca Antártica. Rolfi Di Leo, de Ushuaia, no podría ir porque su esposa estaba a punto de dar a luz, y ahora el destino ponía ante mí la oportunidad de viajar a uno de los lugares más remotos del planeta. 

    Una oleada de emociones me invadió. La Antártida era un sueño, un territorio de hielo infinito, de fauna imponente y de desafíos que solo unos pocos podían experimentar. Cuando finalmente llegué y me vi remando en kayak entre icebergs, en un silencio interrumpido solo por el canto de los pingüinos, el resoplar de las focas, Ballenas y el crujido del hielo, sentí una humildad absoluta ante esa inmensidad de la naturaleza. 

    Era una mezcla de adrenalina y reverencia. La Antártida no es solo un destino, es un encuentro con lo infinito. Haber sido parte de esta expedición fue un privilegio, una marca imborrable que aún hoy me acompaña.

    La enseñanza extrema de navegar en medio del hielo de la Antártida. Foto: gentileza

    ¿Cuál fue tu reacción cuando te comentaron que se haría en kayak?

    Cuando supe que la expedición se haría en kayak, sentí una mezcla de emoción y respeto por el desafío que teníamos por delante. No era cualquier travesía; navegar en las gélidas aguas de la Península Antártica exigía dominar la técnica del “esquimo roll”, una maniobra esencial para recuperar la posición en caso de vuelco. En aguas bajo cero, un error podía significar la diferencia entre la vida y la muerte. 

    Recuerdo una escena que aún resuena en mi memoria: frente a nuestro refugio en Puerto Neko, una imponente pared de hielo se quebró y se desplomó en el mar con un estruendo ensordecedor. En cuestión de segundos, el agua se agitó con violencia y supimos que debíamos reaccionar. Rápidamente, aplicamos el sistema de las embarcaciones acople ideado por Ricardo Kruszewski, uniendo los kayaks para convertirlos en una balsa y evitar que nos volcara el oleaje. A pesar de nuestros trajes secos de una pieza, diseñados para aislarnos del agua helada, la sensación de vulnerabilidad era constante. 

    El riesgo de esa expedición era inmenso. Uno de los integrantes, un alemán, decidió bajarse del proyecto al darse cuenta de lo que realmente implicaba pasar 60 días en un refugio remoto, sin más conexión con el mundo que una radio de radioaficionados. En los 90, la Antártida era un territorio mucho más inhóspito que hoy; no existía el turismo antártico ni la comunicación satelital constante. Era un viaje hacia lo desconocido, donde el frío, el aislamiento y la incertidumbre eran parte de la aventura. Y, aun así, no cambiaría esa experiencia por nada en el mundo.

    ¿Ya antes habías practicado esa disciplina?

    Mi primer contacto con el kayak fue en las aguas del río Limay, cuando un amigo de montaña, Alfredo Rosasco, que me prestó su kayak slalom y me invitó a dar una vuelta. Recuerdo la emoción de deslizarme por el agua, sintiendo la corriente y tratando de mantener el equilibrio en aquella embarcación ágil y desafiante. 

    En los años 80, mi pasión principal era la escalada en montaña, pero en nuestro círculo era común que los amantes de la adrenalina alternáramos entre el hielo, la roca y el agua. No tardé en entusiasmarme con el kayak, y pronto empecé a remar con más frecuencia. Cuando recibí la invitación para la expedición a la Antártida, ya tenía experiencia, pero sabía que remar en un río o en un lago no se comparaba con enfrentar las aguas heladas del fin del mundo. 

    Tuve que perfeccionar técnicas específicas de seguridad, especialmente el “esquimo roll”, una maniobra vital para recuperar la posición en caso de vuelco. No era solo una habilidad, era una cuestión de supervivencia. En la Antártida, un error podía costarte la vida, así que me dediqué a entrenar con disciplina, entendiendo que cada movimiento debía ser preciso, que cada remada era un desafío con la naturaleza helada que nos esperaba. 

    Mirando hacia atrás, cada instante de preparación valió la pena. cada brazada en el Limay, cada caída y cada lección aprendida, me llevaron hasta allí.

     ¿Como fue todo?

    La planificación fue larga, exigente y llena de desafíos. Nada podía dejarse al azar cuando el destino era la Antártida, un territorio donde la naturaleza dicta sus propias reglas y cualquier error puede costar muy caro. 

    Juan Carlos López, el científico de nuestra expedición, llevaba años estudiando las orcas en Puerto Madryn. Ricardo Kruszewski, pionero en la fabricación de kayaks SDK, llevaba cuatro años organizando esta travesía semi privada, una odisea que combinaba exploración científica y una aventura sin precedentes. 

    Conseguir los permisos de la Dirección Nacional de la Antártida fue solo el primer paso. Pasamos por rigurosos estudios psicofísicos, los mismos que se les exigen a los pilotos de avión. La Antártida no es un lugar para improvisar. Estar aislados durante 60 días, sin posibilidad de reabastecimiento ni comunicación fluida, requería una planificación milimétrica. 

    Me involucré en la logística de alimentos junto al jefe de expedición. No había espacio para lujos ni caprichos: cada elección debía responder a la necesidad de supervivencia. En esa época, los alimentos deshidratados no eran tan accesibles como hoy, así que dependíamos de enlatados y productos de larga duración. Pero la sorpresa nos aguardaba: en el refugio Fliess, en Bahía Paraíso, encontramos unas botellitas de sidra dejadas por una expedición anterior. Un pequeño lujo inesperado que se sintió como un tesoro en medio de la inmensidad helada. 

    Cada día en la Antártida era una lección de humildad. Navegar en kayak por la Bahía Andvord, rodeados de hielo y con la intención de avistar orcas, nos dejó sin aliento. Sin darnos cuenta, nos convertimos en los primeros en remar en kayak en esos rincones remotos de la Península Antártica. 

    Es difícil describir lo que se siente. Hay experiencias que solo pueden entenderse viviéndolas en la propia piel. Nada de lo que puedas leer o imaginar se compara con la sensación de estar allí, en medio de la nada, rodeado de la inmensidad blanca, escuchando el crujir del hielo al tocar los kayaks y sintiendo que formas parte de algo mucho más grande que uno mismo.

    ¿Qué te dejó a nivel personal esta experiencia? Imagino hasta momentos inexplicable que hay que vivirla …¿no?

    Ser parte de la expedición Proyecto Orca en la Antártida no solo cambió mi forma de ver el mundo, sino también la manera en que me veo a mí misma. Hay experiencias que te transforman para siempre, y esta fue una de ellas. 

    Remar en kayak en un mar helado, con los icebergs con sus reflejos y el sonido de los mamíferos marinos rompiendo el silencio, es algo que no se puede describir con palabras. La inmensidad del paisaje te hace sentir pequeña y al mismo tiempo te llena de una energía indescriptible. Es como si, por un instante, formaras parte de la naturaleza en su estado más puro. 

    Vivir aislada en un refugio durante 60 días, en una convivencia tan intensa con mis compañeros y rodeada solo de pingüinos y el viento gélido, fue una lección de resistencia. La Antártida no tiene concesiones. Te obliga a enfrentarte a ti misma, a tus miedos y a tus límites, y a descubrir de lo qué estás realmente hecha. 

    Ser mujer en esta expedición también tuvo un significado especial para mí. No éramos muchas en este tipo de travesías en aquel entonces, y demostrar que podía remar en esas condiciones extremas, soportar el frío y la incertidumbre, y adaptarme a cada desafío, me llenó de orgullo. Espero que mi historia inspire a otras mujeres a lanzarse a lo desconocido, a romper barreras y a creer que pueden hacerlo. 

    Más allá de la aventura, esta expedición me dejó un profundo respeto por la naturaleza y la certeza de que estos lugares deben ser protegidos. Me enseñó a valorar lo esencial, a confiar en mis propias capacidades y a entender que las experiencias más valiosas de la vida son aquellas que te sacuden y te dejan huellas imborrables. 

    La Antártida me cambió al pasar el tiempo.

     Quiero saber: ¿cuál ha sido el desafío más grande hasta aquí en tu vida? ¿Cuál ha sido la aventura más extrema para vos?.

    Si hay una aventura que definió mi espíritu y me puso cara a cara con mis propios límites, fue escalar el Aconcagua por la ruta del glaciar de los polacos en 1988.

    Imagínalo: tres mujeres solas, Celina Guiñazú, Carina VacaZeller y Carolina Diby, sin guías, en una de las rutas más técnicas y exigentes de la montaña más alta de América. Junto a mi compañera de cordada, Carina Vaca Zeller, nos enfrentamos a una pared de hielo con un desnivel de 60°, donde cada paso requería una concentración absoluta. Bajo nuestros pies, el glaciar se extendía como un abismo silencioso, recordándonos que un error podría ser fatal. 

    No teníamos margen para el miedo. Solo había espacio para la determinación, la confianza en cada paso, en cada golpe de piolet, en cada movimiento medido con precisión quirúrgica. En ese momento, no éramos completamente conscientes de la magnitud del reto que habíamos asumido. No nos detuvimos a pensar en las estadísticas, en las probabilidades o en lo que significaba que tres mujeres decidieran abrirse camino en una ruta dominada por expediciones guiadas y equipos experimentados. Solo sabíamos que queríamos estar allí, desafiando la montaña, desafiándonos a nosotras mismas. 

    Cada amanecer sobre el hielo, cada ráfaga de viento cortante, cada respiración entrecortada por la altitud se quedó grabada en mi memoria como un recordatorio de hasta dónde podemos llegar cuando creemos en nuestra fuerza. 

    He vivido muchas aventuras extremas: sesenta días remando en kayak en la Antártida, sobreviviendo en un refugio aislado rodeado de un océano congelado y glaciares imponentes. Pero el Aconcagua… el Aconcagua fue el momento en el que supe, sin dudas, de qué estaba hecha.

    ¿Cuál ha sido el desafío más grande hasta ahora en tu vida?

    Si hay un desafío que ha sido constante en mi vida, es encontrar el equilibrio entre mi espíritu aventurero y las exigencias de la vida cotidiana.

    Desde pequeña, la naturaleza fue mi refugio, mi hogar y mi pasión. Crecer explorando lugares, montañas, ríos y lugares inhóspitos me dio una conexión con la libertad difícil de explicar. Mi madre siempre me dio seguridad para hacer lo que me gustaba. Sin embargo, la sociedad nos marca otros caminos: estudiar, trabajar, construir una vida en la estructura que todos conocemos. 

    Cursar mi carrera en la Universidad Nacional del Comahue, en la Facultad de Turismo, significó sumergirme en un mundo de responsabilidades, horarios y exigencias académicas que contrastaban con la inmensidad de los paisajes donde siempre me sentí más viva. Luego, al entrar en el mercado laboral, primero en el sector privado y después en la administración pública de la provincia de Neuquén, sentí esa dualidad más fuerte que nunca. 

    Pero el desafío más profundo fue emocional: enfrentar el duelo de perder a mi madre a los 26 años. Una ausencia que dejó vacíos en momentos cruciales, en decisiones importantes, en esas conversaciones que una hija siempre espera tener con su madre. Aprendí, con el tiempo, que el dolor y la resiliencia caminan de la mano, que la montaña me enseñó a seguir adelante, a levantarme después de cada tormenta, a respirar profundo y encontrar fuerza en cada paso. 

    Lograr ese equilibrio entre la pasión y la cotidianeidad no es fácil, pero quizás ahí radica el verdadero desafío: aprender a vivir entre dos mundos, sin perderse en ninguno de los dos.

    El libro Pasión y Aventura que presentó hace dos años en Neuquén. Foto: X

     ¿Qué te inspiró a escribir este libro «Pasión y Aventura: memorias y presente de una aventurera»?

    Siempre creí que mis experiencias en la montaña, en los ríos, en la Antártida, eran solo mías y de quienes compartieron conmigo esas travesías. Pero con el tiempo, me di cuenta de que cada aventura, cada desafío superado, despertaba un interés genuino en quienes escuchaban mis relatos. Periodistas, amigos, desconocidos que querían saber más, que se sorprendían al descubrir que en una época donde la montaña era un territorio prácticamente inexplorado para las mujeres, yo ya estaba allí, escalando, remando, nunca pensé que estaba abriendo caminos. 

    El primer impulso para escribir este libro llegó cuando el periodista Sebastián Bassallo, de radio 10, me contactó para su programa de efemérides al cumplirse 20 años de nuestra ascensión al Aconcagua como dos mujeres solas, sin guías ni equipos de apoyo. Nuestra ascensión había salido en los diarios de Clarín, Nación, Rio Negro, Diario de Mendoza y era unas efemérides.  

    Luego, la emoción de recibir el prólogo escrito por mi querido amigo y jefe de expedición, Héctor Cuiñas, quien lideró la Primera Expedición Argentina al Himalaya – Shishapagma en 1993 y para la que fui seleccionada, terminó de convencerme de que era hora incorporar a mi libro todas las vivencias y compartir mi historia.  Hasta ese momento solo había escrito solo Aconcagua.

    “Pasión y Aventura» no es solo un libro de relatos de montaña o expediciones extremas. Es un homenaje a una época en la que la naturaleza era libre, en la que el montañismo se vivía con un romanticismo que hoy se ha perdido. Quiero que quien lo lea lo transporte a aquellos días en los que la aventura no era un producto comercial, sino un desafío personal, un encuentro profundo con uno mismo. 

    Pero también es un mensaje de inspiración. Me gustaría que las personas –especialmente las mujeres– descubran que no hay límites cuando la pasión es el motor. Que se animen a dar el primer paso, a explorar lo desconocido, a escribir su propia historia de aventura, sea en la montaña o en cualquier ámbito de la vida. Porque la verdadera expedición no es solo conquistar cumbres o navegar océanos, sino atreverse a vivir intensamente. 

    ¿Hay nuevos desafíos? ¿Nuevas aventuras por vivir?

    ¡Siempre! La aventura no es solo un destino, es una forma de vida. Cada montaña, cada travesía, cada nuevo camino nos enfrenta a desafíos que nos transforman, nos empujan a descubrir de qué estamos hechos. La curiosidad y el deseo de explorar nunca desaparecen; simplemente se reinventan con el tiempo. 

    Aunque me gustaría contar más, hay una tradición siempre respetamos con mis compañeros de montaña, que respeto: los proyectos se mantienen en secreto hasta que los vivimos y regresamos para contarlos. Es parte del espíritu de la aventura. Hay algo mágico en ese misterio, en esa expectativa de lo que vendrá. Pero puedo decirte algo: la naturaleza sigue llamando, y estoy lista para responder. 

    ¿Tenés miedo cuando emprendés algunos de estos desafíos, aventuras?

    Hubo un tiempo en el que el miedo no tenía lugar en mis pensamientos. En los años 90, cuando escalaba montañas y desafiaba mis propios límites, la sensación de temor era casi inexistente. Sabía que había riesgos, pero no me paralizaban. La montaña era un espacio de libertad absoluta, un escenario donde la preparación y la confianza desplazaban cualquier duda. 

    Escalar sola el volcán Lanín, el Domuyo o enfrentarme a la imponente Ramada de 6.000 metros en San Juan no era una cuestión de valentía, sino de conexión conmigo misma, de probarme en la inmensidad de la naturaleza. Sin tecnología, sin pronósticos precisos, confiábamos en el instinto, la experiencia y el apoyo de los compañeros de cordada. Era una época de montañas libres, donde la aventura y el compañerismo definían cada expedición. 

    Hoy, los desafíos han cambiado para mí. La intensidad ha dado paso a una conexión más contemplativa con la naturaleza. Ya no busco las cumbres más difíciles ni las rutas más técnicas, pero el espíritu sigue intacto. Sigo eligiendo el movimiento: caminar con raquetas en invierno, hacer trekking, mantener el running como una constante en mi vida. 

    Tal vez el miedo no haya aparecido en la montaña, pero sí en otros aspectos de la vida. Porque la verdadera prueba no siempre está en la altura de una cumbre o en la inmensidad del hielo, sino en aprender a adaptarnos, a encontrar nuevos caminos y aceptar que cada etapa trae sus propios desafíos. 

    La impactante experiencia de subir a la cumbre del Aconcagua. Foto: gentileza

    Has sido parte de la primera cordada femenina argentina en hacer cumbre por la Vía Directa que está en el Glaciar de los Polacos, en la difícil cara este del Aconcagua. ¿Qué sentiste?

    El Aconcagua nos recibió con su imponente presencia, estábamos paradas con Carina VacaZeller al pie del Glaciar de los Polacos su cara estaba cubierta de hielo y la ruta extendiéndose frente a nosotras como un desafío colosal. Ser parte de la primera cordada femenina argentina en ascender por esta ruta era mucho más que una hazaña deportiva; era demostrar que no había límites para nosotras. 

    Sentí una mezcla de emoción, determinación y absoluta concentración. No había margen para dudas. Cada paso en la pendiente helada de 60 grados de inclinación nos exigía precisión, fuerza y confianza en nuestras habilidades. No llevábamos cuerda, solo crampones, piquetas y la firme convicción de que lo lograríamos. La sensación de vacío bajo nuestros pies era vertiginosa, pero no había miedo, solo un enfoque total en cada movimiento. 

    Llegar a la cumbre fue indescriptible. En ese instante, todo el esfuerzo, el entrenamiento y los años de experiencia cobraban sentido. No era solo el logro de alcanzar la cima, sino el camino recorrido, la conexión con la montaña, la hermandad con mi compañera de escalada. Nos abrazamos en la cumbre por haber llegado. Jamás nos imaginamos que habíamos hecho historia, no por el reconocimiento, sino por haber llevado el espíritu de la aventura un paso más allá. 

    Hoy, cuando miro atrás, veo cuán diferente era el montañismo en aquellos años. No había guías ni tecnología avanzada, solo nuestro instinto, nuestra preparación y el compromiso absoluto con la montaña. Ahora, mis desafíos son distintos, más pausados, pero igual de significativos. Disfruto de la nieve, del trekking, del running, pero esa sensación de estar en la inmensidad de la montaña, enfrentando lo desconocido con mis propias fuerzas, es algo que siempre llevaré conmigo. 

    Porque al final, el desafío no es solo la montaña. Es atreverse, dar el paso y creer en uno mismo. 

    ¿Cómo se puede describir hacer cumbre en el Aconcagua?

    Hacer cumbre en el Aconcagua es mucho más que llegar a la cima de una montaña. Es la culminación de días de esfuerzo, preparación y resistencia mental. Pero cuando se asciende por una ruta desafiante como el Glaciar de los Polacos, la experiencia se vuelve aún más intensa, una prueba absoluta de determinación y entrega. 

    El último tramo antes de la cumbre es un juego entre la voluntad y el agotamiento. Cada paso es una batalla contra el cansancio extremo, contra la falta de oxígeno que convierte incluso la respiración en un desafío. Los crampones muerden el hielo con cada movimiento, los piolets se clavan en la pendiente como si fueran una extensión del cuerpo. El viento sopla con furia, recordándote que la montaña impone sus propias reglas. 

    Y entonces, después de horas de ascenso en la cara Este del gigante de América, la cumbre aparece ante tus ojos. Un último esfuerzo, un paso más… y estás ahí. 

    El mundo se abre a tus pies en un espectáculo grandioso: un mar infinito de montañas y valles, nubes que parecen extenderse como un océano blanco y el cielo, tan cerca que casi podes tocarlo. No hay barreras entre vos y el horizonte. No hay ruido, solo el latido acelerado de tu corazón y el viento que parece susurrar historias de quienes han llegado antes. 

    Es un instante de euforia absoluta. Te invade una emoción indescriptible, una mezcla de gratitud, orgullo y una extraña sensación de pequeñez frente a la inmensidad de la naturaleza. Miras a tu compañera de cordada, intercambian una sonrisa de triunfo, un abrazo que dice más que mil palabras. Lo logramos. 

    Pero la montaña te enseña algo clave: la cumbre no es el final, sino la mitad del camino. La verdadera hazaña no es solo llegar, sino regresar. Así que, tras un momento de contemplación, toca emprender el descenso con la misma concentración y respeto con los que se subió. 

    Y aunque con el tiempo la adrenalina se desvanece y los recuerdos se difuminan, hay algo que nunca cambia: una vez que tocas el cielo desde la cumbre, una parte de vos se queda para siempre en lo más alto de la montaña. 

    ¿Como describirías tu vida?

    Desde joven, la montaña ha sido mi refugio, alejándome de la rutina cotidiana, es mi maestra, donde aprendí. Un espacio donde me siento plenamente viva y en armonía con la naturaleza. Mi pasión por la escalada comenzó en los años ochenta, una época en la que la información era escasa y la aventura, pura y sin filtros.

    Recuerdo mis primeras expediciones con el club andino Neuquén a la alta montaña, a la Cordillera Real Boliviana en el 84. Con el tiempo mis escaladas en solitario, como cuando escalé el volcán Lanín durante el día, o años más tarde, La Ramada de 6.000 metros en San Juan. Estas experiencias me permitieron desafiarme a mí misma y descubrir la fortaleza interior que desconocía poseer. A lo largo de estos ascensos, aprendí a gestionar la incertidumbre y a confiar en mis habilidades, lo que me proporcionó una seguridad y confianza inquebrantables.

    Mi formación en técnicas de escalada y la adquisición de equipo adecuado fueron claves para enfrentar cada desafío. Aunque en aquella época no contábamos con Internet y los pronósticos meteorológicos precisos, nos las arreglábamos con información básica y la experiencia acumulada. La independencia y la autosuficiencia eran esenciales, así como la elección de los compañeros de cordada. Estuve rodeada de personas increíbles que, al igual que yo, compartían la misma pasión y compromiso, formando equipos sólidos y unidos.

    Uno de los hitos más destacados de mi vida fue ser parte de la primera expedición femenina al Aconcagua por la ruta directa, ascendiendo por el glaciar de los polacos. Esta experiencia fue un verdadero desafío y una fuente de orgullo, ya que nos enfrentamos a la imponente montaña con determinación y sin temor, utilizando solo los elementos técnicos como piquetas y crampones.

    Hoy en día, mi enfoque ha cambiado. Ya no practico escalada a nivel deportivo como lo hacía en aquellos años, pero la conexión con la naturaleza sigue siendo una constante en mi vida. Disfruto de actividades más suaves, como caminar con raquetas de nieve en la cordillera durante el invierno y hacer algunos trekking. El running, una actividad que adquirí cuando empecé a escalar, sigue siendo parte fundamental de mi rutina anual. Mantenerme activa y en contacto con la naturaleza es vital para mi bienestar físico y mental. Vivo en zona rural cercana a lo que me gusta.

    Mi vida ha sido una continua búsqueda de la naturaleza como una forma de llegar a las aventuras y desafíos, un aprendizaje constante; y cada experiencia ha dejado una huella imborrable en mi ser. Espero que esta entrevista inspire a otros a encontrar su pasión y a vivir sus propias aventuras con la misma entrega y entusiasmo que yo he vivido las mías.

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  • Avilez irá a juicio por falso testimonio en la causa de Luciana Muñoz

     

    El juez Luis Giorgetti resolvió que Maximiliano Avilez será llevado a juicio acusado de falso testimonio en la investigación por la desaparición de Luciana Muñoz, vista por última vez en julio de 2020.

    La decisión se conoció este viernes tras una audiencia en la que estuvieron presentes el imputado y la madre de la joven. La defensa había pedido que se lo sobreseyera, asegurando que el plazo de investigación estaba vencido y que sus declaraciones no eran válidas porque ya era tratado como sospechoso. Sin embargo, la fiscalía rechazó esos planteos y explicó que la acusación se presentó en tiempo, aunque un error del sistema judicial demoró su registro.

    De esta manera, el proceso continuará con la primera declaración de Avilez, en la que habría dicho datos falsos. Ahora será en el juicio donde se determine si es responsable penalmente.

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  • Una adolescente murió de un disparo en la cabeza durante una fiesta clandestina

     

    Una adolescente de 14 años identificada como Melody murió en la madrugada de este domingo tras recibir un balazo en la cabeza durante una fiesta clandestina en la Villa La Iapi, en la localidad de Bernal Oeste, partido de Quilmes, Buenos Aires. 

    El hecho ocurrió en una vivienda donde, según distintas publicaciones en redes sociales, se organizaban con frecuencia fiestas o “juntadas” a cambio de una entrada de $500, además de la venta de bebidas.

    De acuerdo con las primeras informaciones, la celebración terminó en una batalla campal entre varios adolescentes, durante la cual se escucharon disparos. En medio del caos, Melody fue alcanzada por un proyectil en la cabeza y perdió la vida casi en el acto. Los testigos relataron que la situación se descontroló en pocos minutos y que hubo corridas, gritos y violencia generalizada.

    La Comisaría Séptima de Quilmes trabaja en el lugar junto con la UFI de turno, que investiga las circunstancias del hecho e intenta determinar quién efectuó los disparos. Hasta el momento, hay varios jóvenes demorados y se analizan cámaras de seguridad de la zona y publicaciones en redes para reconstruir los hechos.

    En tanto, la familia de la víctima inició una colecta en redes sociales para afrontar los gastos del sepelio. El caso generó conmoción en el barrio, donde los vecinos reclamaron más controles para evitar este tipo de fiestas que —según denunciaron— “son habituales y sin ningún tipo de supervisión”.

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