La cruzada por ubicar a Milman: tensiones, vetos y negociados detrás del nuevo armado Milei–Bullrich
Mientras Milei y Bullrich maniobran para encontrarle un destino estatal a Gerardo Milman antes de que pierda su banca en diciembre, el veto persistente de Karina y el pesado prontuario judicial del ex funcionario macrista revelan una interna feroz y un pacto subterráneo que roza incluso a Cristina. En paralelo, vuelve a emerger la trama de contrataciones truchas, sociedades fantasma y el caso de las “chicas de Milman” que lo tiene procesado por defraudación al Estado.
Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable

Un protegido incómodo
En el microclima del gobierno libertario, Gerardo Milman se volvió un problema que nadie quiere admitir, pero del que todos hablan. Milei, que lo considera una “víctima” tras el archivo de su vínculo con el atentado de Los Copitos, insiste en darle un lugar. Bullrich, que en días dejará el Ministerio de Seguridad para asumir como senadora, también empuja su desembarco: quería ubicarlo en Migraciones, organismo estratégico que logró arrebatarle al Ministerio del Interior a pocas horas de que asumiera Diego Santilli.
Pero hay una muralla infranqueable: Karina, la verdadera jefa política del gobierno. Ya en mayo había vetado su nombre para integrar la lista de diputados nacionales y ahora volvió a bajarle el pulgar a cualquier cargo sensible. Según reconstruyó LPO, no quiere arriesgar la “relación subterránea” que mantiene con Cristina, un canal reservado que existe desde el inicio del gobierno y que en los últimos meses ganó intensidad.
El magma de los pactos: Corte Suprema y nombres propios
Mientras bloquea a Milman, Karina acelera negociaciones con el kirchnerismo para avanzar en la recomposición de la Corte. Con el caputista Sebastián Amerio afuera —también por veto del mismo círculo—, se abrió un diálogo para un acuerdo cruzado: el gobierno empuja al camarista Mariano Llorens y, del otro lado, empieza a circular con fuerza el nombre de Anabel Fernández Sagasti, una de las senadoras más cercanas a Cristina.
Que Sagasti aparezca mencionada como puente entre la ex presidenta y el entorno íntimo de Karina no sorprende en ese clima de diplomacia clandestina. Pero sí explica por qué Milman quedó, otra vez, afuera del reparto.
Un candidato con demasiado lastre
Aun si Karina levantara el veto, Milman carga con un historial que hace difícil justificar cualquier designación. Bullrich insiste en proteger a su mano derecha, pero el procesamiento por defraudación en la Dirección de Inteligencia Criminal es un impedimento legal evidente… salvo en el universo Milei–Bullrich, donde las barreras de inconveniencia suelen borrarse.
En aquella causa —que empezó con denuncias del abogado Yamil Castro Bianchi y del entonces ministro Aníbal Fernández— la Justicia detalló un verdadero catálogo de irregularidades:
— Contrataciones fantasma: 18 personas “ingresadas” para una supuesta Sala de Situación que nunca existió.
— Recibos falsificados: firmas adulteradas, pagos en efectivo por debajo de lo declarado, gente que ni sabía dónde quedaba el ministerio.
— Un ejército de contratados de Tres de Febrero: todos vinculados a un puntero del PRO, hoy secretario de Seguridad del distrito, investigado además por nexos con grupos de ultraderecha.
— 2 millones de pesos defraudados en 2017, equivalentes hoy a unos 20 millones.
La Cámara Federal, con votos de Irurzun y Boico, confirmó el procesamiento. La Casación —la famosa “Sala M”, macrista— había intentado salvarlo alegando falta de dolo. No prosperó.
Las “chicas de Milman”: belleza, inteligencia y negocios paralelos
A las contrataciones irregulares se sumó otro capítulo: las cuatro mujeres designadas para tareas de inteligencia sin cumplir un solo requisito formal. El caso más resonante fue el de Carolina Gómez Mónaco, ex Miss Argentina, que Milman puso al frente de la Escuela de Inteligencia sobre el Delito. Fue la misma persona que estaba con él en Casablanca cuando dijo la célebre frase sobre Cristina: cuando la maten voy a estar camino a la Costa.
El expediente reveló que Gómez Mónaco abrió en simultáneo Luxa Estética, un centro de belleza administrado por una sociedad llamada Salvattore Group, denunciada por la IGJ como empresa fantasma usada para desviar fondos del Ministerio de Seguridad. La propia Gómez Mónaco pidió que Milman fuera citado como “tercero” en el pleito.
A eso se sumó otra sociedad sospechosa, Inversora Milwood, con sede en Uruguay y otra en Temperley, cerca del domicilio del entonces funcionario.
Por todo esto, Milman también fue investigado por lavado, aunque su procesamiento vigente es por defraudación.
El blindaje judicial y el sobrecito de Milei
Mientras avanza hacia el juicio oral, Milman sigue apelando a su balsa habitual: el aparato judicial macrista. Ya logró que Capuchetti archivara su vínculo con el atentado contra Cristina, aunque la apelación presentada por la ex presidenta y la fiscalía dejó la decisión final en manos de la misma Sala M que lo supo favorecer.
A pesar de su imagen pública destrozada, Milei lo reivindica. Bullrich lo protege. Y ambos buscan un salvavidas antes del 10 de diciembre, cuando pierda su banca.
Migraciones como botín: la línea Trump que adopta Milei
La obsesión por ubicarlos allí no es casualidad. La transferencia de la Dirección Nacional de Migraciones a Seguridad responde a la matriz trumpista que Milei adopta con entusiasmo: inmigrante igual sospechoso, igual amenaza.
Una política que contradice de frente la Constitución, que concibe a la Argentina como tierra abierta a quienes quieran habitarla.
Mientras el gobierno demoniza extranjeros inventando gastos o culpándolos de delitos, las fronteras siguen siendo un colador: ingresan con visas truchas funcionarios bajo alerta internacional y prófugos del narcotráfico.
En ese escenario crítico, Bullrich pretende instalar a Milman, procesado, responsable político durante la represión que terminó con las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, y promotor de la polémica pericia de Gendarmería que todavía intenta sostener que a Nisman lo mataron.
Pero en el combo Milei–Bullrich, la lógica suele ser la inversa: cuanto más grave la denuncia, más fuerte la defensa.

