Fuerte impacto del apoyo de Estados Unidos en el dólar: a cuánto cotizó hoy

Fuerte impacto del apoyo de Estados Unidos en el dólar: a cuánto cotizó hoy

 

El apoyo del Tesoro de Estados Unidos y la expectativa por el encuentro de este martes entre los presidentes Donald Trump y Javier Milei, generaron un fuerte impacto en la cotización del dólar en Argentina.

Tras el feriado del viernes y en una jornada con menor volumen por el Columbus Day en Estados Unidos, los mercados argentinos mostraron este lunes una mejora significativa en activos financieros y una baja generalizada en las cotizaciones del dólar.

El dólar oficial retrocedió $75 y cerró a $1.375 en el Banco Nación, mientras que en el segmento mayorista se ubicó en $1.349. La tendencia descendente se replicó en las variantes financieras: el dólar MEP cayó a $1.406 y el contado con liquidación (CCL) operó en torno a $1.422, con una actividad acotada por el feriado norteamericano.

En el mercado informal, el dólar blue también se replegó y se vendió a $1.405 en la city porteña. En tanto, los contratos de dólar futuro mostraron retrocesos de entre 5% y 6% respecto de las posiciones del jueves, reflejando una menor expectativa de devaluación a corto plazo.

Como consecuencia de estos movimientos, la brecha cambiaria entre el tipo de cambio mayorista y los financieros, que había alcanzado niveles cercanos al 10%, volvió a reducirse y se mantiene en el rango del 3% al 4%.

Intervención del Tesoro de EE.UU.

El descenso en la presión cambiaria se vincula con la intervención del Tesoro estadounidense en el mercado local, confirmada por el economista Scott Bessent. Según el reporte de la consultora Outlier, la operación fue más acotada de lo que se estimó inicialmente, con ventas por alrededor de US$ 25 millones.

El movimiento contribuyó a relajar la tensión financiera en la previa de las elecciones legislativas, previstas para dentro de dos semanas, y tuvo impacto directo en los precios de los bonos y acciones argentinas en el exterior. El riesgo país se mantiene en 932 puntos básicos.

Fuerte repunte de los ADRs argentinos

Pese al feriado estadounidense, la Bolsa de Nueva York mantuvo su operatoria normal, lo que permitió registrar un fuerte repunte de los ADRs argentinos.

Las principales subas fueron para Edenor (+20,5%), Banco Supervielle (+13,9%), Central Puerto (+12,2%) y BBVA (+8,5%).

Los bonos soberanos, en cambio, no operaron por el cierre de los mercados de renta fija en EE.UU., por lo que no hubo actualización del riesgo país. No obstante, según el informe de PPI, estos títulos habían recuperado las pérdidas sufridas tras la derrota del oficialismo en las legislativas de la provincia de Buenos Aires, el pasado 7 de septiembre.

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  • El FMI también le pide a Milei buscar apoyo político para las reformas

     

    El Fondo Monetario Internacional (FMI) le pidió al gobierno de Javier Milei acumular más reservas en el Banco Central (BCRA) y demandó la necesidad de que haya un “amplio apoyo político” en la Argentina para “asegurar la implementación de las reformas”.

    Durante una conferencia de prensa, la vocera del organismo Julie Kozack afirmó que desde el FMI continúan trabajando “en estrecha colaboración con las autoridades” para “apoyar el camino de Argentina hacia un crecimiento más sostenible e impulsado por el sector privado”.

    La directora de comunicaciones del FMI aseguró que el fortalecimiento de las reservas del Central y la reducción de la inflación “seguirán requiriendo el compromiso inquebrantable de las autoridades con el ancla fiscal, respaldada por un marco monetario y cambiario consistente destinado a reconstruir las reservas”.

    “Con respecto al programa en curso, también continuamos enfatizando la necesidad de generar un amplio apoyo político para asegurar la implementación de la ambiciosa agenda de reformas de la autoridad y fortalecer la confianza”, señaló Kozack.

    Sobre los apoyos anunciados por Estados Unidos, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dijo que “acogemos con beneplácito el apoyo de los socios de Argentina y aquí estamos colaborando estrechamente muy de cerca con todos, a medida que avanzamos conjuntamente el apoyo hacia Argentina”.

    Más temprano, el secretario del Tesoro americano, Scott Bessentreiteró su apoyo al Gobierno Nacional, insistió en que está preparado “para hacer lo necesario” en pos de estabilizar la economía Argentina y confirmó que se trabaja en swap.

    Sin emebargo, aclaró que la asistencia financiera al país no es una inyección directa de dinero sino que se trata de “una línea de swap”.

    Los comentarios de la vocera del organismo se dieron luego de la reunión que mantuvieron la directora del Fondo, Kristalina Georgieva, junto al presidente Javier Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, en Nueva York.

    Georgieva detalló que fue una reunión “excelente”adelantó que se volverán a reunir y aseguró que la Argentina “está yendo en la dirección correcta”.

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  • La UNCo apuesta por la hidroponia en la Patagonia

     

    La Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) está desarrollando un programa de formación en cultivos hidropónicos, con el objetivo de preparar a los estudiantes para una técnica agrícola que gana terreno en todo el mundo. “Estamos trabajando con un nuevo proyecto que es la formación de los alumnos en la producción de cultivos sin suelo, específicamente con sistemas hidropónicos NFT y torres de producción”, explicó el docente Walter Mela en una entrevista con AM Cumbre 1400.

    La iniciativa se incorpora a la carrera de Agronomía, en la materia Horticultura de quinto año, y a la Tecnicatura en Empresas Agropecuarias, en la asignatura Cultivos 2. El objetivo es capacitar a los estudiantes en el manejo de sistemas hidropónicos, una herramienta clave para la agricultura sostenible del futuro. “Estamos acompañando la formación de los chicos en el manejo de cultivos hidropónicos”, remarcó Mela.

    Hidroponia: crecimiento global y beneficios

    Según Mela, la hidroponía experimenta un “crecimiento gigantesco a nivel mundial”, aunque en Argentina avanza más lentamente por las limitaciones económicas.
    Esta técnica tiene ventajas claras frente a la agricultura tradicional:

    • Usa entre 5% y 10% del agua que requieren los cultivos convencionales.
    • Elimina casi por completo el uso de agroquímicos, especialmente herbicidas.
    • Permite una productividad diez veces mayor que en suelos comunes.

    “Es una técnica que viene creciendo a paso africano porque es mucho más amigable con el ambiente”, señaló el especialista.

    Eficiencia en agua, fertilizantes y mano de obra

    La hidroponia se destaca por optimizar los recursos disponibles. “Hacemos mucho más eficiente el uso del agua y de los fertilizantes”, explicó Mela. Además, mejora las condiciones laborales: “No es lo mismo estar agachado sacando yuyos que estar parados cosechando lechugas”. Esto implica menor esfuerzo físico, menos necesidad de mano de obra y mayor eficiencia en los procesos productivos.

    Compromiso académico y desafíos locales

    La implementación del proyecto en la UNCo también enfrenta limitaciones. “No tenemos equipos propios de hidroponia; lo que estamos haciendo es por una donación privada”, reveló Mela.

    A pesar de ello, la universidad mantiene su compromiso de formar profesionales preparados para un modelo agrícola sostenible y eficiente. “Estamos difundiendo y capacitando en una técnica que puede alimentar al mundo con productos de calidad”, concluyó el docente.

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  • Ana Carolina Diby: de Neuquén al Aconcagua, a la Antártida y a un libro

     

    Ana Carolina Diby puso una mochila en su vida a los 7 años en Picún Leufú y cuando habla con Alerta Digitalparece tenerla puesta después de subir al Aconcagua, remar en la Antártida, escribir un libro y contagiar aventura por sus poros.

    Hablamos con ella y, les confieso, esta mujer es para conocerla, admirarla y tenerla ahí, en el lugar al que recurrimos cuando la vida parece ser una cuesta empinada y difícil de sobreponer.

    ¿A qué edad comienza esa pasión por la aventura de explorar?

    Desde que tengo memoria, la aventura ha sido parte de mi ADN. Aprendí a caminar en la cordillera neuquina, y a los siete años tuve mi primera mochila que era más grande que yo. Recuerdo las noches de campamento jugando cuando era una niña con linternas como luciérnagas, también recuerdo explorando caminos en la estepa patagónica y descubriendo huellas de animales en la tierra. A los 15, mis padres me regalaron una cámara amarilla sumergible, una Canon, como si supieran que mi destino era capturar el mundo que me rodea. Con cada viaje que fui a la montaña, mi espíritu aventurero se fue haciendo más fuerte, hasta que un día comprendí que estaba hecha para esto: para explorar, para desafiarme, para descubrir ese mundo que aparecía en mi camino.

    ¿De dónde eres?

    Soy de la provincia de Neuquén, aunque no de un solo lugar en particular. Crecí entre cordillera, aprendí a caminar en villa angostura con sus montañas, lagos y la estepa patagónica, Picún Leufú mudándome de un pueblo a otro mientras mis padres, pioneros en la salud pública, se aventuraban a llevar su vocación a los rincones más remotos. Vivir en distintos lugares me hizo sentir que pertenecía a todos ellos. Cada paisaje, cada comunidad, cada historia que descubrí en el camino fue moldeando mi espíritu aventurero y mi amor por la naturaleza. Nací en Córdoba, pero al mes volamos a Neuquén, donde había estado en la panza de mi madre.

    ¿Cómo está integrada tu familia?

    Vengo de una familia marcada por la vocación y de alguna manera la aventura. Mis padres, la Dra. Nanci Marta Ferrari y el Dr. Gerardo Jalil Diby, fueron pioneros en llevar la salud a los rincones más remotos de Neuquén., cuando la Salud de la Provincia se estaba haciendo. Crecí rodeada de mis cuatro hermanos, compartiendo historias y exploraciones que forjaron mi amor por la naturaleza. Hoy, mi familia está conformada por mi compañero de vida, Raúl Rodríguez, con quien comparto más de 20, ahora Gastón el hijo de mi marido y por mis hijos peluditos de cuatro patas: Tuti, Chu, Mum, Boda, Chan, Pelux, Schnelly y Rechnet, quienes llenan mis días de alegría y compañía. En mi hogar, la vida sigue siendo una gran aventura.

    La mochila y la aventura han sido el eje de vida de esta neuquina. Foto: gentileza

    ¿A quién crees que salió esta pasión tan bella de explorar y la aventura?

    Viajando en el tiempo, yendo a mi infancia, conociendo la historia de mis padres como llegaron a ese Neuquén de los años 60’ cuando estaba todo por hacer.  las dificultades con las que se encontraron creo que eso estaba en los genes de aventurarnos, de explorar nuevos lugares, alejados de todo, lejos de la comodidad de las ciudades, fue siendo algo natural para mí. Sin perder el horizonte de lo que se habían propuesto. Mis padres fueron unos pioneros que se decidieron por la medicina rural en un territorio nacional que se había provincializado recientemente.

    A veces creo que también viene de mis antepasados suizos alemanes del Wallis, que amaban la Alta Montañas de los Alpes Suizos.

    Viajemos en el tiempo… vamos hacia el año 1991…¿Qué sentiste cuando te nombraron integrante de la Expedición Proyecto Orca Antártica?

    Estaba en Suiza trabajando cuando recibí el llamado de Ricardo. Su voz traía una propuesta inesperada: un lugar en la expedición Proyecto Orca Antártica. Rolfi Di Leo, de Ushuaia, no podría ir porque su esposa estaba a punto de dar a luz, y ahora el destino ponía ante mí la oportunidad de viajar a uno de los lugares más remotos del planeta. 

    Una oleada de emociones me invadió. La Antártida era un sueño, un territorio de hielo infinito, de fauna imponente y de desafíos que solo unos pocos podían experimentar. Cuando finalmente llegué y me vi remando en kayak entre icebergs, en un silencio interrumpido solo por el canto de los pingüinos, el resoplar de las focas, Ballenas y el crujido del hielo, sentí una humildad absoluta ante esa inmensidad de la naturaleza. 

    Era una mezcla de adrenalina y reverencia. La Antártida no es solo un destino, es un encuentro con lo infinito. Haber sido parte de esta expedición fue un privilegio, una marca imborrable que aún hoy me acompaña.

    La enseñanza extrema de navegar en medio del hielo de la Antártida. Foto: gentileza

    ¿Cuál fue tu reacción cuando te comentaron que se haría en kayak?

    Cuando supe que la expedición se haría en kayak, sentí una mezcla de emoción y respeto por el desafío que teníamos por delante. No era cualquier travesía; navegar en las gélidas aguas de la Península Antártica exigía dominar la técnica del “esquimo roll”, una maniobra esencial para recuperar la posición en caso de vuelco. En aguas bajo cero, un error podía significar la diferencia entre la vida y la muerte. 

    Recuerdo una escena que aún resuena en mi memoria: frente a nuestro refugio en Puerto Neko, una imponente pared de hielo se quebró y se desplomó en el mar con un estruendo ensordecedor. En cuestión de segundos, el agua se agitó con violencia y supimos que debíamos reaccionar. Rápidamente, aplicamos el sistema de las embarcaciones acople ideado por Ricardo Kruszewski, uniendo los kayaks para convertirlos en una balsa y evitar que nos volcara el oleaje. A pesar de nuestros trajes secos de una pieza, diseñados para aislarnos del agua helada, la sensación de vulnerabilidad era constante. 

    El riesgo de esa expedición era inmenso. Uno de los integrantes, un alemán, decidió bajarse del proyecto al darse cuenta de lo que realmente implicaba pasar 60 días en un refugio remoto, sin más conexión con el mundo que una radio de radioaficionados. En los 90, la Antártida era un territorio mucho más inhóspito que hoy; no existía el turismo antártico ni la comunicación satelital constante. Era un viaje hacia lo desconocido, donde el frío, el aislamiento y la incertidumbre eran parte de la aventura. Y, aun así, no cambiaría esa experiencia por nada en el mundo.

    ¿Ya antes habías practicado esa disciplina?

    Mi primer contacto con el kayak fue en las aguas del río Limay, cuando un amigo de montaña, Alfredo Rosasco, que me prestó su kayak slalom y me invitó a dar una vuelta. Recuerdo la emoción de deslizarme por el agua, sintiendo la corriente y tratando de mantener el equilibrio en aquella embarcación ágil y desafiante. 

    En los años 80, mi pasión principal era la escalada en montaña, pero en nuestro círculo era común que los amantes de la adrenalina alternáramos entre el hielo, la roca y el agua. No tardé en entusiasmarme con el kayak, y pronto empecé a remar con más frecuencia. Cuando recibí la invitación para la expedición a la Antártida, ya tenía experiencia, pero sabía que remar en un río o en un lago no se comparaba con enfrentar las aguas heladas del fin del mundo. 

    Tuve que perfeccionar técnicas específicas de seguridad, especialmente el “esquimo roll”, una maniobra vital para recuperar la posición en caso de vuelco. No era solo una habilidad, era una cuestión de supervivencia. En la Antártida, un error podía costarte la vida, así que me dediqué a entrenar con disciplina, entendiendo que cada movimiento debía ser preciso, que cada remada era un desafío con la naturaleza helada que nos esperaba. 

    Mirando hacia atrás, cada instante de preparación valió la pena. cada brazada en el Limay, cada caída y cada lección aprendida, me llevaron hasta allí.

     ¿Como fue todo?

    La planificación fue larga, exigente y llena de desafíos. Nada podía dejarse al azar cuando el destino era la Antártida, un territorio donde la naturaleza dicta sus propias reglas y cualquier error puede costar muy caro. 

    Juan Carlos López, el científico de nuestra expedición, llevaba años estudiando las orcas en Puerto Madryn. Ricardo Kruszewski, pionero en la fabricación de kayaks SDK, llevaba cuatro años organizando esta travesía semi privada, una odisea que combinaba exploración científica y una aventura sin precedentes. 

    Conseguir los permisos de la Dirección Nacional de la Antártida fue solo el primer paso. Pasamos por rigurosos estudios psicofísicos, los mismos que se les exigen a los pilotos de avión. La Antártida no es un lugar para improvisar. Estar aislados durante 60 días, sin posibilidad de reabastecimiento ni comunicación fluida, requería una planificación milimétrica. 

    Me involucré en la logística de alimentos junto al jefe de expedición. No había espacio para lujos ni caprichos: cada elección debía responder a la necesidad de supervivencia. En esa época, los alimentos deshidratados no eran tan accesibles como hoy, así que dependíamos de enlatados y productos de larga duración. Pero la sorpresa nos aguardaba: en el refugio Fliess, en Bahía Paraíso, encontramos unas botellitas de sidra dejadas por una expedición anterior. Un pequeño lujo inesperado que se sintió como un tesoro en medio de la inmensidad helada. 

    Cada día en la Antártida era una lección de humildad. Navegar en kayak por la Bahía Andvord, rodeados de hielo y con la intención de avistar orcas, nos dejó sin aliento. Sin darnos cuenta, nos convertimos en los primeros en remar en kayak en esos rincones remotos de la Península Antártica. 

    Es difícil describir lo que se siente. Hay experiencias que solo pueden entenderse viviéndolas en la propia piel. Nada de lo que puedas leer o imaginar se compara con la sensación de estar allí, en medio de la nada, rodeado de la inmensidad blanca, escuchando el crujir del hielo al tocar los kayaks y sintiendo que formas parte de algo mucho más grande que uno mismo.

    ¿Qué te dejó a nivel personal esta experiencia? Imagino hasta momentos inexplicable que hay que vivirla …¿no?

    Ser parte de la expedición Proyecto Orca en la Antártida no solo cambió mi forma de ver el mundo, sino también la manera en que me veo a mí misma. Hay experiencias que te transforman para siempre, y esta fue una de ellas. 

    Remar en kayak en un mar helado, con los icebergs con sus reflejos y el sonido de los mamíferos marinos rompiendo el silencio, es algo que no se puede describir con palabras. La inmensidad del paisaje te hace sentir pequeña y al mismo tiempo te llena de una energía indescriptible. Es como si, por un instante, formaras parte de la naturaleza en su estado más puro. 

    Vivir aislada en un refugio durante 60 días, en una convivencia tan intensa con mis compañeros y rodeada solo de pingüinos y el viento gélido, fue una lección de resistencia. La Antártida no tiene concesiones. Te obliga a enfrentarte a ti misma, a tus miedos y a tus límites, y a descubrir de lo qué estás realmente hecha. 

    Ser mujer en esta expedición también tuvo un significado especial para mí. No éramos muchas en este tipo de travesías en aquel entonces, y demostrar que podía remar en esas condiciones extremas, soportar el frío y la incertidumbre, y adaptarme a cada desafío, me llenó de orgullo. Espero que mi historia inspire a otras mujeres a lanzarse a lo desconocido, a romper barreras y a creer que pueden hacerlo. 

    Más allá de la aventura, esta expedición me dejó un profundo respeto por la naturaleza y la certeza de que estos lugares deben ser protegidos. Me enseñó a valorar lo esencial, a confiar en mis propias capacidades y a entender que las experiencias más valiosas de la vida son aquellas que te sacuden y te dejan huellas imborrables. 

    La Antártida me cambió al pasar el tiempo.

     Quiero saber: ¿cuál ha sido el desafío más grande hasta aquí en tu vida? ¿Cuál ha sido la aventura más extrema para vos?.

    Si hay una aventura que definió mi espíritu y me puso cara a cara con mis propios límites, fue escalar el Aconcagua por la ruta del glaciar de los polacos en 1988.

    Imagínalo: tres mujeres solas, Celina Guiñazú, Carina VacaZeller y Carolina Diby, sin guías, en una de las rutas más técnicas y exigentes de la montaña más alta de América. Junto a mi compañera de cordada, Carina Vaca Zeller, nos enfrentamos a una pared de hielo con un desnivel de 60°, donde cada paso requería una concentración absoluta. Bajo nuestros pies, el glaciar se extendía como un abismo silencioso, recordándonos que un error podría ser fatal. 

    No teníamos margen para el miedo. Solo había espacio para la determinación, la confianza en cada paso, en cada golpe de piolet, en cada movimiento medido con precisión quirúrgica. En ese momento, no éramos completamente conscientes de la magnitud del reto que habíamos asumido. No nos detuvimos a pensar en las estadísticas, en las probabilidades o en lo que significaba que tres mujeres decidieran abrirse camino en una ruta dominada por expediciones guiadas y equipos experimentados. Solo sabíamos que queríamos estar allí, desafiando la montaña, desafiándonos a nosotras mismas. 

    Cada amanecer sobre el hielo, cada ráfaga de viento cortante, cada respiración entrecortada por la altitud se quedó grabada en mi memoria como un recordatorio de hasta dónde podemos llegar cuando creemos en nuestra fuerza. 

    He vivido muchas aventuras extremas: sesenta días remando en kayak en la Antártida, sobreviviendo en un refugio aislado rodeado de un océano congelado y glaciares imponentes. Pero el Aconcagua… el Aconcagua fue el momento en el que supe, sin dudas, de qué estaba hecha.

    ¿Cuál ha sido el desafío más grande hasta ahora en tu vida?

    Si hay un desafío que ha sido constante en mi vida, es encontrar el equilibrio entre mi espíritu aventurero y las exigencias de la vida cotidiana.

    Desde pequeña, la naturaleza fue mi refugio, mi hogar y mi pasión. Crecer explorando lugares, montañas, ríos y lugares inhóspitos me dio una conexión con la libertad difícil de explicar. Mi madre siempre me dio seguridad para hacer lo que me gustaba. Sin embargo, la sociedad nos marca otros caminos: estudiar, trabajar, construir una vida en la estructura que todos conocemos. 

    Cursar mi carrera en la Universidad Nacional del Comahue, en la Facultad de Turismo, significó sumergirme en un mundo de responsabilidades, horarios y exigencias académicas que contrastaban con la inmensidad de los paisajes donde siempre me sentí más viva. Luego, al entrar en el mercado laboral, primero en el sector privado y después en la administración pública de la provincia de Neuquén, sentí esa dualidad más fuerte que nunca. 

    Pero el desafío más profundo fue emocional: enfrentar el duelo de perder a mi madre a los 26 años. Una ausencia que dejó vacíos en momentos cruciales, en decisiones importantes, en esas conversaciones que una hija siempre espera tener con su madre. Aprendí, con el tiempo, que el dolor y la resiliencia caminan de la mano, que la montaña me enseñó a seguir adelante, a levantarme después de cada tormenta, a respirar profundo y encontrar fuerza en cada paso. 

    Lograr ese equilibrio entre la pasión y la cotidianeidad no es fácil, pero quizás ahí radica el verdadero desafío: aprender a vivir entre dos mundos, sin perderse en ninguno de los dos.

    El libro Pasión y Aventura que presentó hace dos años en Neuquén. Foto: X

     ¿Qué te inspiró a escribir este libro «Pasión y Aventura: memorias y presente de una aventurera»?

    Siempre creí que mis experiencias en la montaña, en los ríos, en la Antártida, eran solo mías y de quienes compartieron conmigo esas travesías. Pero con el tiempo, me di cuenta de que cada aventura, cada desafío superado, despertaba un interés genuino en quienes escuchaban mis relatos. Periodistas, amigos, desconocidos que querían saber más, que se sorprendían al descubrir que en una época donde la montaña era un territorio prácticamente inexplorado para las mujeres, yo ya estaba allí, escalando, remando, nunca pensé que estaba abriendo caminos. 

    El primer impulso para escribir este libro llegó cuando el periodista Sebastián Bassallo, de radio 10, me contactó para su programa de efemérides al cumplirse 20 años de nuestra ascensión al Aconcagua como dos mujeres solas, sin guías ni equipos de apoyo. Nuestra ascensión había salido en los diarios de Clarín, Nación, Rio Negro, Diario de Mendoza y era unas efemérides.  

    Luego, la emoción de recibir el prólogo escrito por mi querido amigo y jefe de expedición, Héctor Cuiñas, quien lideró la Primera Expedición Argentina al Himalaya – Shishapagma en 1993 y para la que fui seleccionada, terminó de convencerme de que era hora incorporar a mi libro todas las vivencias y compartir mi historia.  Hasta ese momento solo había escrito solo Aconcagua.

    “Pasión y Aventura» no es solo un libro de relatos de montaña o expediciones extremas. Es un homenaje a una época en la que la naturaleza era libre, en la que el montañismo se vivía con un romanticismo que hoy se ha perdido. Quiero que quien lo lea lo transporte a aquellos días en los que la aventura no era un producto comercial, sino un desafío personal, un encuentro profundo con uno mismo. 

    Pero también es un mensaje de inspiración. Me gustaría que las personas –especialmente las mujeres– descubran que no hay límites cuando la pasión es el motor. Que se animen a dar el primer paso, a explorar lo desconocido, a escribir su propia historia de aventura, sea en la montaña o en cualquier ámbito de la vida. Porque la verdadera expedición no es solo conquistar cumbres o navegar océanos, sino atreverse a vivir intensamente. 

    ¿Hay nuevos desafíos? ¿Nuevas aventuras por vivir?

    ¡Siempre! La aventura no es solo un destino, es una forma de vida. Cada montaña, cada travesía, cada nuevo camino nos enfrenta a desafíos que nos transforman, nos empujan a descubrir de qué estamos hechos. La curiosidad y el deseo de explorar nunca desaparecen; simplemente se reinventan con el tiempo. 

    Aunque me gustaría contar más, hay una tradición siempre respetamos con mis compañeros de montaña, que respeto: los proyectos se mantienen en secreto hasta que los vivimos y regresamos para contarlos. Es parte del espíritu de la aventura. Hay algo mágico en ese misterio, en esa expectativa de lo que vendrá. Pero puedo decirte algo: la naturaleza sigue llamando, y estoy lista para responder. 

    ¿Tenés miedo cuando emprendés algunos de estos desafíos, aventuras?

    Hubo un tiempo en el que el miedo no tenía lugar en mis pensamientos. En los años 90, cuando escalaba montañas y desafiaba mis propios límites, la sensación de temor era casi inexistente. Sabía que había riesgos, pero no me paralizaban. La montaña era un espacio de libertad absoluta, un escenario donde la preparación y la confianza desplazaban cualquier duda. 

    Escalar sola el volcán Lanín, el Domuyo o enfrentarme a la imponente Ramada de 6.000 metros en San Juan no era una cuestión de valentía, sino de conexión conmigo misma, de probarme en la inmensidad de la naturaleza. Sin tecnología, sin pronósticos precisos, confiábamos en el instinto, la experiencia y el apoyo de los compañeros de cordada. Era una época de montañas libres, donde la aventura y el compañerismo definían cada expedición. 

    Hoy, los desafíos han cambiado para mí. La intensidad ha dado paso a una conexión más contemplativa con la naturaleza. Ya no busco las cumbres más difíciles ni las rutas más técnicas, pero el espíritu sigue intacto. Sigo eligiendo el movimiento: caminar con raquetas en invierno, hacer trekking, mantener el running como una constante en mi vida. 

    Tal vez el miedo no haya aparecido en la montaña, pero sí en otros aspectos de la vida. Porque la verdadera prueba no siempre está en la altura de una cumbre o en la inmensidad del hielo, sino en aprender a adaptarnos, a encontrar nuevos caminos y aceptar que cada etapa trae sus propios desafíos. 

    La impactante experiencia de subir a la cumbre del Aconcagua. Foto: gentileza

    Has sido parte de la primera cordada femenina argentina en hacer cumbre por la Vía Directa que está en el Glaciar de los Polacos, en la difícil cara este del Aconcagua. ¿Qué sentiste?

    El Aconcagua nos recibió con su imponente presencia, estábamos paradas con Carina VacaZeller al pie del Glaciar de los Polacos su cara estaba cubierta de hielo y la ruta extendiéndose frente a nosotras como un desafío colosal. Ser parte de la primera cordada femenina argentina en ascender por esta ruta era mucho más que una hazaña deportiva; era demostrar que no había límites para nosotras. 

    Sentí una mezcla de emoción, determinación y absoluta concentración. No había margen para dudas. Cada paso en la pendiente helada de 60 grados de inclinación nos exigía precisión, fuerza y confianza en nuestras habilidades. No llevábamos cuerda, solo crampones, piquetas y la firme convicción de que lo lograríamos. La sensación de vacío bajo nuestros pies era vertiginosa, pero no había miedo, solo un enfoque total en cada movimiento. 

    Llegar a la cumbre fue indescriptible. En ese instante, todo el esfuerzo, el entrenamiento y los años de experiencia cobraban sentido. No era solo el logro de alcanzar la cima, sino el camino recorrido, la conexión con la montaña, la hermandad con mi compañera de escalada. Nos abrazamos en la cumbre por haber llegado. Jamás nos imaginamos que habíamos hecho historia, no por el reconocimiento, sino por haber llevado el espíritu de la aventura un paso más allá. 

    Hoy, cuando miro atrás, veo cuán diferente era el montañismo en aquellos años. No había guías ni tecnología avanzada, solo nuestro instinto, nuestra preparación y el compromiso absoluto con la montaña. Ahora, mis desafíos son distintos, más pausados, pero igual de significativos. Disfruto de la nieve, del trekking, del running, pero esa sensación de estar en la inmensidad de la montaña, enfrentando lo desconocido con mis propias fuerzas, es algo que siempre llevaré conmigo. 

    Porque al final, el desafío no es solo la montaña. Es atreverse, dar el paso y creer en uno mismo. 

    ¿Cómo se puede describir hacer cumbre en el Aconcagua?

    Hacer cumbre en el Aconcagua es mucho más que llegar a la cima de una montaña. Es la culminación de días de esfuerzo, preparación y resistencia mental. Pero cuando se asciende por una ruta desafiante como el Glaciar de los Polacos, la experiencia se vuelve aún más intensa, una prueba absoluta de determinación y entrega. 

    El último tramo antes de la cumbre es un juego entre la voluntad y el agotamiento. Cada paso es una batalla contra el cansancio extremo, contra la falta de oxígeno que convierte incluso la respiración en un desafío. Los crampones muerden el hielo con cada movimiento, los piolets se clavan en la pendiente como si fueran una extensión del cuerpo. El viento sopla con furia, recordándote que la montaña impone sus propias reglas. 

    Y entonces, después de horas de ascenso en la cara Este del gigante de América, la cumbre aparece ante tus ojos. Un último esfuerzo, un paso más… y estás ahí. 

    El mundo se abre a tus pies en un espectáculo grandioso: un mar infinito de montañas y valles, nubes que parecen extenderse como un océano blanco y el cielo, tan cerca que casi podes tocarlo. No hay barreras entre vos y el horizonte. No hay ruido, solo el latido acelerado de tu corazón y el viento que parece susurrar historias de quienes han llegado antes. 

    Es un instante de euforia absoluta. Te invade una emoción indescriptible, una mezcla de gratitud, orgullo y una extraña sensación de pequeñez frente a la inmensidad de la naturaleza. Miras a tu compañera de cordada, intercambian una sonrisa de triunfo, un abrazo que dice más que mil palabras. Lo logramos. 

    Pero la montaña te enseña algo clave: la cumbre no es el final, sino la mitad del camino. La verdadera hazaña no es solo llegar, sino regresar. Así que, tras un momento de contemplación, toca emprender el descenso con la misma concentración y respeto con los que se subió. 

    Y aunque con el tiempo la adrenalina se desvanece y los recuerdos se difuminan, hay algo que nunca cambia: una vez que tocas el cielo desde la cumbre, una parte de vos se queda para siempre en lo más alto de la montaña. 

    ¿Como describirías tu vida?

    Desde joven, la montaña ha sido mi refugio, alejándome de la rutina cotidiana, es mi maestra, donde aprendí. Un espacio donde me siento plenamente viva y en armonía con la naturaleza. Mi pasión por la escalada comenzó en los años ochenta, una época en la que la información era escasa y la aventura, pura y sin filtros.

    Recuerdo mis primeras expediciones con el club andino Neuquén a la alta montaña, a la Cordillera Real Boliviana en el 84. Con el tiempo mis escaladas en solitario, como cuando escalé el volcán Lanín durante el día, o años más tarde, La Ramada de 6.000 metros en San Juan. Estas experiencias me permitieron desafiarme a mí misma y descubrir la fortaleza interior que desconocía poseer. A lo largo de estos ascensos, aprendí a gestionar la incertidumbre y a confiar en mis habilidades, lo que me proporcionó una seguridad y confianza inquebrantables.

    Mi formación en técnicas de escalada y la adquisición de equipo adecuado fueron claves para enfrentar cada desafío. Aunque en aquella época no contábamos con Internet y los pronósticos meteorológicos precisos, nos las arreglábamos con información básica y la experiencia acumulada. La independencia y la autosuficiencia eran esenciales, así como la elección de los compañeros de cordada. Estuve rodeada de personas increíbles que, al igual que yo, compartían la misma pasión y compromiso, formando equipos sólidos y unidos.

    Uno de los hitos más destacados de mi vida fue ser parte de la primera expedición femenina al Aconcagua por la ruta directa, ascendiendo por el glaciar de los polacos. Esta experiencia fue un verdadero desafío y una fuente de orgullo, ya que nos enfrentamos a la imponente montaña con determinación y sin temor, utilizando solo los elementos técnicos como piquetas y crampones.

    Hoy en día, mi enfoque ha cambiado. Ya no practico escalada a nivel deportivo como lo hacía en aquellos años, pero la conexión con la naturaleza sigue siendo una constante en mi vida. Disfruto de actividades más suaves, como caminar con raquetas de nieve en la cordillera durante el invierno y hacer algunos trekking. El running, una actividad que adquirí cuando empecé a escalar, sigue siendo parte fundamental de mi rutina anual. Mantenerme activa y en contacto con la naturaleza es vital para mi bienestar físico y mental. Vivo en zona rural cercana a lo que me gusta.

    Mi vida ha sido una continua búsqueda de la naturaleza como una forma de llegar a las aventuras y desafíos, un aprendizaje constante; y cada experiencia ha dejado una huella imborrable en mi ser. Espero que esta entrevista inspire a otros a encontrar su pasión y a vivir sus propias aventuras con la misma entrega y entusiasmo que yo he vivido las mías.

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  • Cayó una banda narco en el Alto Valle: penas de prisión por traficar cocaína desde Bolivia

     

    El Tribunal Oral Federal de General Roca condenó a tres hombres por transportar más de 12,7 kilos de cocaína hacia el Alto Valle. El operativo que permitió descubrir el cargamento se realizó el 23 de enero de 2020 en la Ruta Provincial N° 6, a la altura de Casa de Piedra, cuando Máximo, el perro antinarcóticos de la Policía de Río Negro, marcó una camioneta Fiat Strada.

    En el interior del vehículo, los efectivos hallaron doce paquetes tipo ladrillo ocultos en la parte trasera, con un peso total de 12,728 kilos de cocaína. También se secuestraron teléfonos celulares, anotaciones y dinero en efectivo.

    Los principales acusados son Ariel Mendoza Mariscal (49) y Diego Lamas Cayo (39), ambos de origen boliviano y con domicilios en el conurbano bonaerense. Junto a ellos fue detenido Agustín Mario Barletta (28), argentino y yerno de Mendoza Mariscal, que acompañaba el traslado.

    De acuerdo con la investigación, Lamas Cayo cumplía un rol clave en la coordinación de la maniobra, mientras que Barletta actuaba como partícipe secundario.

    Una investigación con escuchas telefónicas

    El operativo no fue producto del azar, sino que surgió de una investigación previa sobre un grupo dedicado al comercio de drogas. Las escuchas telefónicas permitieron reconstruir las conversaciones entre los involucrados, en las que se planificaba el traslado desde Bolivia.

    Las grabaciones mencionaban a Jorge “Yorli” Zelaya como vendedor, y a los hermanos Alminteros como presuntos proveedores a gran escala. En diciembre de 2019, los diálogos ya anticipaban el movimiento de droga para enero de 2020.

    La pesquisa confirmó que Mendoza Mariscal y Barletta viajaron al norte del país para buscar los estupefacientes, y que emprendieron el regreso a través de Buenos Aires antes de ser interceptados en Río Negro.

    Juicio abreviado y condena

    La causa se resolvió mediante un juicio abreviado acordado entre las defensas y los fiscales Claudia Frezzini y Diego Paolini. El tribunal, a cargo del juez Alejandro Silva, homologó el acuerdo el 9 de septiembre.

    Las penas establecidas fueron:

    • Mendoza Mariscal y Lamas Cayo: 4 años y 3 meses de prisión, más el pago de multas y costas.
    • Barletta: 2 años y 6 meses de cárcel, con cumplimiento bajo pautas de conducta.

    Además, se dispuso el decomiso del dinero y del vehículo utilizado en el traslado, considerado instrumento del delito.

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  • Paro docente: sin clases este martes en Neuquén

     

    La mayoría de las escuelas de Neuquén permanecerán cerradas este martes ya que la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén (ATEN) confirmó la adhesión total al paro nacional docente de 24 horas convocado por la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), en reclamo de financiamiento, salarios dignos y mejoras en la infraestructura escolar.

    La medida se enmarca en la campaña nacional “La Escuela Enseña y Construye Esperanza” y replica la jornada de visibilización que los gremios docentes realizaron la semana pasada en todo el país.

    “Convocamos a un paro y marcha provincial para el 14 de octubre para visibilizar la urgente necesidad de que el gobierno nacional cumpla con el financiamiento establecido por ley, convoque a la paritaria y restablezca lo adeudado en programas educativos, infraestructura y FONID”, señaló ATEN en un comunicado.

    Entre los principales reclamos, los docentes exigen una nueva ley de financiamiento educativo, la restitución del Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID), el pago de las sumas adeudadas por Nación, la convocatoria a la paritaria nacional y un incremento del presupuesto educativo. Además, el paro incluye la defensa de los derechos previsionales y las jubilaciones del sector.

    Desde CTERA remarcaron que “frente al ajuste, los recortes presupuestarios y el desfinanciamiento educativo”, el gremio “reafirma su compromiso en defensa de la escuela pública, de calidad, democrática y federal”.

    En Neuquén, la concentración principal se realizará a las 10 de la mañana en el Monumento a San Martín, desde donde los manifestantes marcharán por el centro de la ciudad.

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  • Comercios cerrados en Neuquén: que se celebra este lunes y quiénes tienen feriado

     

    Este lunes 29 de septiembre, la gran mayoría de los locales comerciales de Neuquén permanecerán cerrados en conmemoración del Día del Empleado de Comercio, una medida acordada entre el Centro de Empleados de Comercio (CEC) y la Federación de Entidades Empresarias Neuquinas (FEEN), con el respaldo del Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral.

    La disposición se aplica en toda la provincia, luego de que a fines de agosto se firmara el acta-acuerdo que definió la jornada como feriado. En el resto del país, el cierre de supermercados, shoppings y grandes cadenas también tendrá alcance nacional, ya que la Ley 26.541 establece que la fecha original, el 26 de septiembre, se traslada al último lunes del mes para garantizar el descanso de los trabajadores del sector.

    En Neuquén, el acta fue firmada por el secretario general del CEC Ramón Fernández y por Fernando Zurita, presidente de la FEEN -la federación que agrupa a las cámaras de comercio de toda la provincia-. Fue, además, refrendada por las autoridades laborales de la provincia.

    Lo que hay que saber

    No habrá cobro de estacionamiento medido en Neuquén, según informó SAEM.

    -Supermercados, shoppings y grandes cadenas permanecerán cerrados.

    -Los empleados de comercio podrán optar por no trabajar sin pérdida salarial.

    -En caso de presentarse, corresponde pago doble de la jornada.

    Con esta disposición, el Día del Empleado de Comercio vuelve a equipararse a un feriado nacional en todos sus efectos legales, garantizando el derecho al descanso y regulando la operatoria de los comercios en Neuquén y en todo el país.

    El artículo 166 de la Ley de Contrato de Trabajo equipara el feriado al descanso dominical, en principio está prohibido trabajar salvo excepciones.

    Si no se trabaja, se abona igualmente el día. Si se trabaja, corresponde la remuneración normal más recargo del 100% (es decir, el doble de una jornada habitual).

    Reconocimiento laboral

    La efeméride del 26 de septiembre recuerda la sanción de la Ley N° 11.729, aprobada en la misma fecha en 1934, que estableció un marco de derechos laborales para los trabajadores mercantiles, como indemnizaciones por despido, licencias, vacaciones pagas y regulaciones sobre la jornada laboral.

    Con el tiempo, la fecha se consolidó como el día de reconocimiento a los empleados y empleadas de comercio, uno de los sectores más numerosos de la economía argentina.

    La decisión de trasladar la fecha responde a un acuerdo entre la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS), las cámaras empresariales y el Gobierno, con el objetivo de evitar complicaciones en el funcionamiento de los comercios en plena semana laboral y crear un fin de semana largo para el sector. Como los sábados es un día activo en los comercios, si la fecha cae un viernes no representa un finde XL y por eso pasa al lunes. 

    Cómo se paga el feriado

    Los empleados que trabajen igual deberán ser reconocidos por sus empleadores con un pago doble:

    • Si no se trabaja, el empleado cobra su sueldo habitual, sin descuentos.
    • Si se trabaja, corresponde el pago doble (100% extra sobre el valor de la jornada).

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