La definición por el primer ascenso a la Liga Profesionalya tiene todo confirmado para el encuentro entre Deportivo Madryn y Gimnasia y Esgrima de Mendoza, que será este sábado a partir de las 17 en el estadio Ciudad de Vicente López, el hogar de Platense. El Aurinegro y el equipo mendocino se enfrentarán en la final de la Primera Nacional que otorgará el primer boleto a la máxima categoría del fútbol argentino.
La confirmación llegó este lunes tras una reunión se resolvieron los últimos detalles de la organización. Participaron del encuentro el presidente Claudio Tapia; el titular de la APREVIDE, Guillermo Cimadevilla; el director nacional de arbitraje, Federico Beligoy; el presidente de la Primera Nacional, Marcelo Achile; además de los mandatarios de ambos clubes, Fernando Porreta (Gimnasia de Mendoza) y Ricardo Sastre (Deportivo Madryn).
Como sucedió en las últimas definiciones de la categoría, el partido contará con la asistencia del VAR, con el objetivo de garantizar la máxima transparencia en una instancia de tanta trascendencia.
Nicolás Ramírez será el árbitro principal del encuentro, acompañado por Adrián Delbarba y Walter Ferreyra como asistentes, mientras que Felipe Viola oficiará de cuarto árbitro. En el videoarbitraje estarán Héctor Paletta (VAR) y Gastón Suárez (AVAR).
De esta forma, Deportivo Madryn, que viene de una gran temporada donde sumó 60 puntos, buscará hacer historia con su primer ascenso a la élite del fútbol argentinoy convertirse en el sexto equipo patagónico en lograr subir a la máxima categoría. Por su parte, Gimnasia y Esgrima de Mendoza intentará coronar el trabajo de los últimos años y lograr el ascenso a la Liga Profesional.
El conjunto “Aurinegro” ya dio a conocer los detalles para la venta de entradas. A través de sus redes sociales, informó que los tickets estarán disponibles en su sede social, ubicada en Julio A. Roca 516. La venta comenzará este miércoles, de 8 a 20, y continuará el jueves de 8 a 12:30. En cuanto a los valores, las entradas populares tendrán un costo de 20.000 pesos, mientras que las plateas se venderán a 35.000.
Hasta el momento, Gimnasia y Esgrima de Mendoza no comunicó oficialmente cómo será la venta de localidades para su parcialidad. Se espera que en las próximas horas el club mendocino informe el esquema de venta y la distribución de su sector en el estadio.
Argentina se ubica tercero en la competencia que se lleva a cabo en Santiago, tras Brasil y Estados Unidos, con una contundente actuación en varias disciplinas este fin de semana. Entre los logros nacionales, el neuquino Iñaki Basiloff obtuvo el oro en 400 metros libres S7 con un tiempo de 4:40.89, que significó además un […]…
YPF alcanzó un nuevo logro en Vaca Muerta con una iniciativa inédita: realizó la primera fractura integral abastecida con gas natural comprimido (GNC) producido, despachado y transportado íntegramente por la compañía.
La operación tuvo lugar en el área La Amarga Chica, un bloque que YPF opera junto a Vista Energy. Allí se utilizó un set de fractura bifuel, diseñado para funcionar con una combinación de diésel y gas natural, lo que permitió reducir costos y avanzar en eficiencia.
Ahorro y sustentabilidad
Desde la compañía destacaron que esta innovación reduce de manera significativa el costo pozo, gracias al ahorro generado por el uso del gas propio. Además, la iniciativa se enmarca en los objetivos de sustentabilidad, al incorporar una fuente de energía más limpia en comparación con el diésel.
El gas comprimido utilizado provino directamente de la operación de YPF en Vaca Muerta y fue industrializado en una nueva estación de carga a granel en Añelo, diseñada para el despacho continuo y seguro del recurso. Posteriormente, fue transportado al campo donde se ejecutó la fractura.
Con esta innovación, YPF no solo se posiciona como referente en transformación energética dentro de la industria petrolera, sino que también abre nuevas oportunidades a través de YPF Directo GNC. Este servicio permitirá abastecer no solo a la propia operación, sino también a otras petroleras, industrias sin acceso a gasoductos y camiones que operen con GNC.
Sobre el proyecto de “Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” presentado esta semana, no voy a hacer otra referencia más que a la nota que destacó todas las modificaciones que impactan en el sector de la energía (https://alertadigital.ar/sorpresa-el-capitulo-completo-sobre-energia-que-impacta-en-neuquen/), porque a mi entender, debe sufrir varias modificaciones, ya que […]…
El presidente Javier Milei encabezó la presentación de un nuevo proyecto de Código Penal en un acto en el Complejo Penitenciario Federal N° 1 de Ezeiza junto a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. «Si aprobamos esta reforma, la Argentina va a cambiar en serio. Sabemos que el sistema no da para más y hay que cambiarlo», dijo el mandatario.
Estuvo acompañado también por el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, y, en señal de apoyo a su candidatura, se sumó además el diputado José Luis Espert, cuestionado en los últimos días luego de que se publicaran documentos que lo vinculan con Fred Machado, acusado de narcotráfico en Estados Unidos.
La titular de Seguridad fue la encargada de abrir el acto y enfatizó «un sistema penal tiene que poder imputar a quienes delinquen, castigarlos con penas severas, condenarlos de forma ágil y asegurarse de que esas condenas se cumplan». «Hoy, algunas de esas cosas se cumplen y otras no. Nuestro Código Penal tiene más de 100 años de antigüedad, por eso, esta comisión ha presentado uno moderno, actualizado, que defiende a las víctimas y no a los delincuentes», sostuvo.
Por su parte, Milei destacó los logros del Gobierno en materia de seguridad desde el comienzo de su gestión y señaló que, para seguir en este camino, presentaron estas reformas «de tolerancia cero contra la delincuencia». «Si logramos aprobarlas, quienes delinquen la van a pagar en serio y los argentinos de bien van a vivir en una sociedad más segura». De esta manera, se dirigió al Congreso de la Nación y apuntó que «depende de quienes estén sentados en las bancas del Poder Legislativo que tengan la vocación de ponerse en el lugar de las víctimas y no de los delincuentes. Por eso el país necesita diputados y senadores que entiendan esto», enfatizó el Presidente, mientras el oficialismo atraviesa un panorama adverso en ambas Cámaras parlamentarias.
«Los países que son más libres son más prósperos pero para que esa prosperidad tome lugar, necesita una precondición que es el orden. Se tiene que respetar la vida, la libertad y la propiedad y que rija el principio de no agresión. Eso es orden», remarcó el mandatario.
En ese sentido, advirtió que a partir de la «doctrina Zaffaroni» hubo una «inversión de la carga de la prueba». Sobre este punto, explicó: «Se hizo de la víctima el victimario. De esa manera, se relajaron las penas y no había costo para aquel que causaba daño a sus semejantes», sostuvo y agregó que estas condiciones «conducen al empobrecimiento y por ende termina destruyendo la prosperidad».
Así, el líder libertario afirmó que para cumplir el objetivo de «hacer a la Argentina grande nuevamente, el orden es condición y por eso se necesita tolerancia cero: el que las hace las paga».
«Hay que tener penas más duras, que apliquen a quien corresponde, que los juicios se hagan rápido y que los delincuentes cumplan la condena donde corresponde: en la cárcel, para que los argentinos de bien puedan volver a vivir en libertad», dijo el Presidente.
En tono de campaña, Milei cerró su discurso afirmó que «el futuro va a ser distinto al pasado», pero aclaró que el proceso todavía está «a mitad de camino» y que «falta para el punto de llegada»: «Este camino conlleva esfuerzo, pero es el correcto. Hagamos que el esfuerzo valga la pena», concluyó, repitiendo el lema de la Libertad Avanza para los comicios legislativos de octubre.
La tercera elección para elegir presidente durante los próximos cuatro años fue la vencida: el economista Javier Milei gobernará la Argentina. La alianza electoral con Mauricio Macri y Patricia Bullrich fue clave para obtener un triunfo contundente y será vital para la ejecución de los proyectos de La Libertad Avanza a partir del próximo 10 de diciembre. Con casi la totalidad de las mesas escrutadas, Milei obtuvo el 55,69 por ciento de los votos mientras que Sergio Massa alcanzó el 44,30 por ciento de los sufragios….
En la ciudad de Neuquén se ejecuta una obra clave sobre el arroyo Durán que busca evitar nuevas inundaciones y, al mismo tiempo, mejorar la calidad urbana y ambiental de la zona. Se trata de un plan provincial que apunta a reforzar la capacidad del cauce frente a lluvias intensas y al crecimiento de la ciudad.
Los trabajos actuales corresponden a la cuarta etapa del proyecto y se desarrollan entre las calles Saavedra y Bejarano. Allí se está ampliando y adecuando el lecho del arroyo para que pueda recibir y drenar grandes volúmenes de agua. Además, se realizan mejoras en senderos, iluminación y limpieza de sectores donde el sedimento reducía el paso del agua, como en los puentes de La Pampa y Río Negro.
Foto: Prensa Provincia
Un punto central de la obra es la zona de expansión ubicada al sur de las 127 hectáreas, que funciona como un reservorio natural cuando se registran tormentas fuertes. Ese espacio cumple el rol de contener el exceso de agua y evitar desbordes, como los que en 2014 afectaron a distintos barrios de la ciudad. A esto se suma un plan de mantenimiento anual para los diez kilómetros del arroyo, garantizando su buen funcionamiento.
Foto: Prensa Provincia
La inversión provincial supera los 2.500 millones de pesos y es financiada íntegramente con fondos locales. Las autoridades remarcaron que, además de resguardar la seguridad de las familias neuquinas, la iniciativa permite embellecer el entorno con más espacios verdes y áreas urbanizadas que benefician directamente a los vecinos.
A través de un convenio que firmaron este lunes el gobernador Rolando Figueroa y el intendente de Neuquén, Mariano Gaido, se reactivarán las obras sobre el arroyo Durán, en la zona sur de la capital neuquina, que estaban paralizadas desde el año pasado. Estas obras significan “soluciones para los vecinos, para mejorar la calidad de vida”, señaló el mandatario provincial, al tiempo que el jefe comunal destacó que la paralización de los emprendimientos “no solo afectan a las obras sino a los barrios aledaños cuando llueve”….
Una mujer de 38 años y su hija de 9 murieron en un accidente ocurrido este miércoles en Olavarría, cuando el vehículo en el que viajaban se estrelló contra un medidor de altura en el Camino de los Peregrinos, cerca del cruce con la Ruta 60. El único sobreviviente, un niño de seis años, permanece internado en terapia intensiva del Hospital Municipal “Dr. Héctor Cura” en estado grave.
Según la reconstrucción oficial, la policía encontró un Renault Clío azul incrustado en el pilar, trasladándose en dirección al Cementerio Loma de Paz. El menor, identificado como G.C., ingresó con código rojo al hospital, con fractura de fémur y desplazamiento de vértebras cervicales con compromiso medular.
Las víctimas fueron identificadas como Laura Lavalle (38) y Giovanna Crocci (9), fallecidas en el lugar. Laura trabajaba como operadora de Emergencias Médicas en el hospital local y era madre soltera.
El hecho quedó bajo investigación de la fiscal Mariela Viceconte, de la UFI N° 10, quien inicialmente caratuló la causa como homicidio culposo, pero la pesquisa policial y los indicios hallados llevaron a reclasificar el caso como homicidio doloso, suicidio e instigación al suicidio.
El caso conmocionó a la comunidad por un último mensaje publicado por Laura en redes sociales un día antes del accidente: “No más desprecio… Juntos los tres, siempre… Lo intenté todo, todo, la luche a más no poder. ¡Me ganó el cansancio!”. Este mensaje, originalmente una catarsis, adquirió un significado trágico tras el accidente.
En el lugar trabajaron Comando de Patrullas, Bomberos, Defensa Civil y ambulancias del hospital. La investigación judicial continúa para determinar las circunstancias exactas del hecho y esclarecer responsabilidades.
El intendente de Bahía Blanca, Federico Susbielles, brindó una conferencia de prensa este lunes en la que abordó la crítica situación tras el temporal que azotó la ciudad, dejando un saldo de al menos 16 muertos. Durante su intervención, Susbielles advirtió que las víctimas podrían ser más y detalló las acciones del municipio para mitigar los daños y garantizar la seguridad de los habitantes….
Ana Carolina Diby puso una mochila en su vida a los 7 años en Picún Leufú y cuando habla con Alerta Digital, parece tenerla puesta después de subir al Aconcagua, remar en la Antártida, escribir un libro y contagiar aventura por sus poros.
Hablamos con ella y, les confieso, esta mujer es para conocerla, admirarla y tenerla ahí, en el lugar al que recurrimos cuando la vida parece ser una cuesta empinada y difícil de sobreponer.
¿A qué edad comienza esa pasión por la aventura de explorar?
Desde que tengo memoria, la aventura ha sido parte de mi ADN. Aprendí a caminar en la cordillera neuquina, y a los siete años tuve mi primera mochila que era más grande que yo. Recuerdo las noches de campamento jugando cuando era una niña con linternas como luciérnagas, también recuerdo explorando caminos en la estepa patagónica y descubriendo huellas de animales en la tierra. A los 15, mis padres me regalaron una cámara amarilla sumergible, una Canon, como si supieran que mi destino era capturar el mundo que me rodea. Con cada viaje que fui a la montaña, mi espíritu aventurero se fue haciendo más fuerte, hasta que un día comprendí que estaba hecha para esto: para explorar, para desafiarme, para descubrir ese mundo que aparecía en mi camino.
¿De dónde eres?
Soy de la provincia de Neuquén, aunque no de un solo lugar en particular. Crecí entre cordillera, aprendí a caminar en villa angostura con sus montañas, lagos y la estepa patagónica, Picún Leufú mudándome de un pueblo a otro mientras mis padres, pioneros en la salud pública, se aventuraban a llevar su vocación a los rincones más remotos. Vivir en distintos lugares me hizo sentir que pertenecía a todos ellos. Cada paisaje, cada comunidad, cada historia que descubrí en el camino fue moldeando mi espíritu aventurero y mi amor por la naturaleza. Nací en Córdoba, pero al mes volamos a Neuquén, donde había estado en la panza de mi madre.
¿Cómo está integrada tu familia?
Vengo de una familia marcada por la vocación y de alguna manera la aventura. Mis padres, la Dra. Nanci Marta Ferrari y el Dr. Gerardo Jalil Diby, fueron pioneros en llevar la salud a los rincones más remotos de Neuquén., cuando la Salud de la Provincia se estaba haciendo. Crecí rodeada de mis cuatro hermanos, compartiendo historias y exploraciones que forjaron mi amor por la naturaleza. Hoy, mi familia está conformada por mi compañero de vida, Raúl Rodríguez, con quien comparto más de 20, ahora Gastón el hijo de mi marido y por mis hijos peluditos de cuatro patas: Tuti, Chu, Mum, Boda, Chan, Pelux, Schnelly y Rechnet, quienes llenan mis días de alegría y compañía. En mi hogar, la vida sigue siendo una gran aventura.
La mochila y la aventura han sido el eje de vida de esta neuquina. Foto: gentileza
¿A quién crees que salió esta pasión tan bella de explorar y la aventura?
Viajando en el tiempo, yendo a mi infancia, conociendo la historia de mis padres como llegaron a ese Neuquén de los años 60’ cuando estaba todo por hacer. las dificultades con las que se encontraron creo que eso estaba en los genes de aventurarnos, de explorar nuevos lugares, alejados de todo, lejos de la comodidad de las ciudades, fue siendo algo natural para mí. Sin perder el horizonte de lo que se habían propuesto. Mis padres fueron unos pioneros que se decidieron por la medicina rural en un territorio nacional que se había provincializado recientemente.
A veces creo que también viene de mis antepasados suizos alemanes del Wallis, que amaban la Alta Montañas de los Alpes Suizos.
Viajemos en el tiempo… vamos hacia el año 1991…¿Qué sentiste cuando te nombraron integrante de la Expedición Proyecto Orca Antártica?
Estaba en Suiza trabajando cuando recibí el llamado de Ricardo. Su voz traía una propuesta inesperada: un lugar en la expedición Proyecto Orca Antártica. Rolfi Di Leo, de Ushuaia, no podría ir porque su esposa estaba a punto de dar a luz, y ahora el destino ponía ante mí la oportunidad de viajar a uno de los lugares más remotos del planeta.
Una oleada de emociones me invadió. La Antártida era un sueño, un territorio de hielo infinito, de fauna imponente y de desafíos que solo unos pocos podían experimentar. Cuando finalmente llegué y me vi remando en kayak entre icebergs, en un silencio interrumpido solo por el canto de los pingüinos, el resoplar de las focas, Ballenas y el crujido del hielo, sentí una humildad absoluta ante esa inmensidad de la naturaleza.
Era una mezcla de adrenalina y reverencia. La Antártida no es solo un destino, es un encuentro con lo infinito. Haber sido parte de esta expedición fue un privilegio, una marca imborrable que aún hoy me acompaña.
La enseñanza extrema de navegar en medio del hielo de la Antártida. Foto: gentileza
¿Cuál fue tu reacción cuando te comentaron que se haría en kayak?
Cuando supe que la expedición se haría en kayak, sentí una mezcla de emoción y respeto por el desafío que teníamos por delante. No era cualquier travesía; navegar en las gélidas aguas de la Península Antártica exigía dominar la técnica del “esquimo roll”, una maniobra esencial para recuperar la posición en caso de vuelco. En aguas bajo cero, un error podía significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Recuerdo una escena que aún resuena en mi memoria: frente a nuestro refugio en Puerto Neko, una imponente pared de hielo se quebró y se desplomó en el mar con un estruendo ensordecedor. En cuestión de segundos, el agua se agitó con violencia y supimos que debíamos reaccionar. Rápidamente, aplicamos el sistema de las embarcaciones acople ideado por Ricardo Kruszewski, uniendo los kayaks para convertirlos en una balsa y evitar que nos volcara el oleaje. A pesar de nuestros trajes secos de una pieza, diseñados para aislarnos del agua helada, la sensación de vulnerabilidad era constante.
El riesgo de esa expedición era inmenso. Uno de los integrantes, un alemán, decidió bajarse del proyecto al darse cuenta de lo que realmente implicaba pasar 60 días en un refugio remoto, sin más conexión con el mundo que una radio de radioaficionados. En los 90, la Antártida era un territorio mucho más inhóspito que hoy; no existía el turismo antártico ni la comunicación satelital constante. Era un viaje hacia lo desconocido, donde el frío, el aislamiento y la incertidumbre eran parte de la aventura. Y, aun así, no cambiaría esa experiencia por nada en el mundo.
¿Ya antes habías practicado esa disciplina?
Mi primer contacto con el kayak fue en las aguas del río Limay, cuando un amigo de montaña, Alfredo Rosasco, que me prestó su kayak slalom y me invitó a dar una vuelta. Recuerdo la emoción de deslizarme por el agua, sintiendo la corriente y tratando de mantener el equilibrio en aquella embarcación ágil y desafiante.
En los años 80, mi pasión principal era la escalada en montaña, pero en nuestro círculo era común que los amantes de la adrenalina alternáramos entre el hielo, la roca y el agua. No tardé en entusiasmarme con el kayak, y pronto empecé a remar con más frecuencia. Cuando recibí la invitación para la expedición a la Antártida, ya tenía experiencia, pero sabía que remar en un río o en un lago no se comparaba con enfrentar las aguas heladas del fin del mundo.
Tuve que perfeccionar técnicas específicas de seguridad, especialmente el “esquimo roll”, una maniobra vital para recuperar la posición en caso de vuelco. No era solo una habilidad, era una cuestión de supervivencia. En la Antártida, un error podía costarte la vida, así que me dediqué a entrenar con disciplina, entendiendo que cada movimiento debía ser preciso, que cada remada era un desafío con la naturaleza helada que nos esperaba.
Mirando hacia atrás, cada instante de preparación valió la pena. cada brazada en el Limay, cada caída y cada lección aprendida, me llevaron hasta allí.
¿Como fue todo?
La planificación fue larga, exigente y llena de desafíos. Nada podía dejarse al azar cuando el destino era la Antártida, un territorio donde la naturaleza dicta sus propias reglas y cualquier error puede costar muy caro.
Juan Carlos López, el científico de nuestra expedición, llevaba años estudiando las orcas en Puerto Madryn. Ricardo Kruszewski, pionero en la fabricación de kayaks SDK, llevaba cuatro años organizando esta travesía semi privada, una odisea que combinaba exploración científica y una aventura sin precedentes.
Conseguir los permisos de la Dirección Nacional de la Antártida fue solo el primer paso. Pasamos por rigurosos estudios psicofísicos, los mismos que se les exigen a los pilotos de avión. La Antártida no es un lugar para improvisar. Estar aislados durante 60 días, sin posibilidad de reabastecimiento ni comunicación fluida, requería una planificación milimétrica.
Me involucré en la logística de alimentos junto al jefe de expedición. No había espacio para lujos ni caprichos: cada elección debía responder a la necesidad de supervivencia. En esa época, los alimentos deshidratados no eran tan accesibles como hoy, así que dependíamos de enlatados y productos de larga duración. Pero la sorpresa nos aguardaba: en el refugio Fliess, en Bahía Paraíso, encontramos unas botellitas de sidra dejadas por una expedición anterior. Un pequeño lujo inesperado que se sintió como un tesoro en medio de la inmensidad helada.
Cada día en la Antártida era una lección de humildad. Navegar en kayak por la Bahía Andvord, rodeados de hielo y con la intención de avistar orcas, nos dejó sin aliento. Sin darnos cuenta, nos convertimos en los primeros en remar en kayak en esos rincones remotos de la Península Antártica.
Es difícil describir lo que se siente. Hay experiencias que solo pueden entenderse viviéndolas en la propia piel. Nada de lo que puedas leer o imaginar se compara con la sensación de estar allí, en medio de la nada, rodeado de la inmensidad blanca, escuchando el crujir del hielo al tocar los kayaks y sintiendo que formas parte de algo mucho más grande que uno mismo.
¿Qué te dejó a nivel personal esta experiencia? Imagino hasta momentos inexplicable que hay que vivirla …¿no?
Ser parte de la expedición Proyecto Orca en la Antártida no solo cambió mi forma de ver el mundo, sino también la manera en que me veo a mí misma. Hay experiencias que te transforman para siempre, y esta fue una de ellas.
Remar en kayak en un mar helado, con los icebergs con sus reflejos y el sonido de los mamíferos marinos rompiendo el silencio, es algo que no se puede describir con palabras. La inmensidad del paisaje te hace sentir pequeña y al mismo tiempo te llena de una energía indescriptible. Es como si, por un instante, formaras parte de la naturaleza en su estado más puro.
Vivir aislada en un refugio durante 60 días, en una convivencia tan intensa con mis compañeros y rodeada solo de pingüinos y el viento gélido, fue una lección de resistencia. La Antártida no tiene concesiones. Te obliga a enfrentarte a ti misma, a tus miedos y a tus límites, y a descubrir de lo qué estás realmente hecha.
Ser mujer en esta expedición también tuvo un significado especial para mí. No éramos muchas en este tipo de travesías en aquel entonces, y demostrar que podía remar en esas condiciones extremas, soportar el frío y la incertidumbre, y adaptarme a cada desafío, me llenó de orgullo. Espero que mi historia inspire a otras mujeres a lanzarse a lo desconocido, a romper barreras y a creer que pueden hacerlo.
Más allá de la aventura, esta expedición me dejó un profundo respeto por la naturaleza y la certeza de que estos lugares deben ser protegidos. Me enseñó a valorar lo esencial, a confiar en mis propias capacidades y a entender que las experiencias más valiosas de la vida son aquellas que te sacuden y te dejan huellas imborrables.
La Antártida me cambió al pasar el tiempo.
Quiero saber: ¿cuál ha sido el desafío más grande hasta aquí en tu vida? ¿Cuál ha sido la aventura más extrema para vos?.
Si hay una aventura que definió mi espíritu y me puso cara a cara con mis propios límites, fue escalar el Aconcagua por la ruta del glaciar de los polacos en 1988.
Imagínalo: tres mujeres solas, Celina Guiñazú, Carina VacaZeller y Carolina Diby, sin guías, en una de las rutas más técnicas y exigentes de la montaña más alta de América. Junto a mi compañera de cordada, Carina Vaca Zeller, nos enfrentamos a una pared de hielo con un desnivel de 60°, donde cada paso requería una concentración absoluta. Bajo nuestros pies, el glaciar se extendía como un abismo silencioso, recordándonos que un error podría ser fatal.
No teníamos margen para el miedo. Solo había espacio para la determinación, la confianza en cada paso, en cada golpe de piolet, en cada movimiento medido con precisión quirúrgica. En ese momento, no éramos completamente conscientes de la magnitud del reto que habíamos asumido. No nos detuvimos a pensar en las estadísticas, en las probabilidades o en lo que significaba que tres mujeres decidieran abrirse camino en una ruta dominada por expediciones guiadas y equipos experimentados. Solo sabíamos que queríamos estar allí, desafiando la montaña, desafiándonos a nosotras mismas.
Cada amanecer sobre el hielo, cada ráfaga de viento cortante, cada respiración entrecortada por la altitud se quedó grabada en mi memoria como un recordatorio de hasta dónde podemos llegar cuando creemos en nuestra fuerza.
He vivido muchas aventuras extremas: sesenta días remando en kayak en la Antártida, sobreviviendo en un refugio aislado rodeado de un océano congelado y glaciares imponentes. Pero el Aconcagua… el Aconcagua fue el momento en el que supe, sin dudas, de qué estaba hecha.
¿Cuál ha sido el desafío más grande hasta ahora en tu vida?
Si hay un desafío que ha sido constante en mi vida, es encontrar el equilibrio entre mi espíritu aventurero y las exigencias de la vida cotidiana.
Desde pequeña, la naturaleza fue mi refugio, mi hogar y mi pasión. Crecer explorando lugares, montañas, ríos y lugares inhóspitos me dio una conexión con la libertad difícil de explicar. Mi madre siempre me dio seguridad para hacer lo que me gustaba. Sin embargo, la sociedad nos marca otros caminos: estudiar, trabajar, construir una vida en la estructura que todos conocemos.
Cursar mi carrera en la Universidad Nacional del Comahue, en la Facultad de Turismo, significó sumergirme en un mundo de responsabilidades, horarios y exigencias académicas que contrastaban con la inmensidad de los paisajes donde siempre me sentí más viva. Luego, al entrar en el mercado laboral, primero en el sector privado y después en la administración pública de la provincia de Neuquén, sentí esa dualidad más fuerte que nunca.
Pero el desafío más profundo fue emocional: enfrentar el duelo de perder a mi madre a los 26 años. Una ausencia que dejó vacíos en momentos cruciales, en decisiones importantes, en esas conversaciones que una hija siempre espera tener con su madre. Aprendí, con el tiempo, que el dolor y la resiliencia caminan de la mano, que la montaña me enseñó a seguir adelante, a levantarme después de cada tormenta, a respirar profundo y encontrar fuerza en cada paso.
Lograr ese equilibrio entre la pasión y la cotidianeidad no es fácil, pero quizás ahí radica el verdadero desafío: aprender a vivir entre dos mundos, sin perderse en ninguno de los dos.
El libro Pasión y Aventura que presentó hace dos años en Neuquén. Foto: X
¿Qué te inspiró a escribir este libro «Pasión y Aventura: memorias y presente de una aventurera»?
Siempre creí que mis experiencias en la montaña, en los ríos, en la Antártida, eran solo mías y de quienes compartieron conmigo esas travesías. Pero con el tiempo, me di cuenta de que cada aventura, cada desafío superado, despertaba un interés genuino en quienes escuchaban mis relatos. Periodistas, amigos, desconocidos que querían saber más, que se sorprendían al descubrir que en una época donde la montaña era un territorio prácticamente inexplorado para las mujeres, yo ya estaba allí, escalando, remando, nunca pensé que estaba abriendo caminos.
El primer impulso para escribir este libro llegó cuando el periodista Sebastián Bassallo, de radio 10, me contactó para su programa de efemérides al cumplirse 20 años de nuestra ascensión al Aconcagua como dos mujeres solas, sin guías ni equipos de apoyo. Nuestra ascensión había salido en los diarios de Clarín, Nación, Rio Negro, Diario de Mendoza y era unas efemérides.
Luego, la emoción de recibir el prólogo escrito por mi querido amigo y jefe de expedición, Héctor Cuiñas, quien lideró la Primera Expedición Argentina al Himalaya – Shishapagma en 1993 y para la que fui seleccionada, terminó de convencerme de que era hora incorporar a mi libro todas las vivencias y compartir mi historia. Hasta ese momento solo había escrito solo Aconcagua.
“Pasión y Aventura» no es solo un libro de relatos de montaña o expediciones extremas. Es un homenaje a una época en la que la naturaleza era libre, en la que el montañismo se vivía con un romanticismo que hoy se ha perdido. Quiero que quien lo lea lo transporte a aquellos días en los que la aventura no era un producto comercial, sino un desafío personal, un encuentro profundo con uno mismo.
Pero también es un mensaje de inspiración. Me gustaría que las personas –especialmente las mujeres– descubran que no hay límites cuando la pasión es el motor. Que se animen a dar el primer paso, a explorar lo desconocido, a escribir su propia historia de aventura, sea en la montaña o en cualquier ámbito de la vida. Porque la verdadera expedición no es solo conquistar cumbres o navegar océanos, sino atreverse a vivir intensamente.
¿Hay nuevos desafíos? ¿Nuevas aventuras por vivir?
¡Siempre! La aventura no es solo un destino, es una forma de vida. Cada montaña, cada travesía, cada nuevo camino nos enfrenta a desafíos que nos transforman, nos empujan a descubrir de qué estamos hechos. La curiosidad y el deseo de explorar nunca desaparecen; simplemente se reinventan con el tiempo.
Aunque me gustaría contar más, hay una tradición siempre respetamos con mis compañeros de montaña, que respeto: los proyectos se mantienen en secreto hasta que los vivimos y regresamos para contarlos. Es parte del espíritu de la aventura. Hay algo mágico en ese misterio, en esa expectativa de lo que vendrá. Pero puedo decirte algo: la naturaleza sigue llamando, y estoy lista para responder.
¿Tenés miedo cuando emprendés algunos de estos desafíos, aventuras?
Hubo un tiempo en el que el miedo no tenía lugar en mis pensamientos. En los años 90, cuando escalaba montañas y desafiaba mis propios límites, la sensación de temor era casi inexistente. Sabía que había riesgos, pero no me paralizaban. La montaña era un espacio de libertad absoluta, un escenario donde la preparación y la confianza desplazaban cualquier duda.
Escalar sola el volcán Lanín, el Domuyo o enfrentarme a la imponente Ramada de 6.000 metros en San Juan no era una cuestión de valentía, sino de conexión conmigo misma, de probarme en la inmensidad de la naturaleza. Sin tecnología, sin pronósticos precisos, confiábamos en el instinto, la experiencia y el apoyo de los compañeros de cordada. Era una época de montañas libres, donde la aventura y el compañerismo definían cada expedición.
Hoy, los desafíos han cambiado para mí. La intensidad ha dado paso a una conexión más contemplativa con la naturaleza. Ya no busco las cumbres más difíciles ni las rutas más técnicas, pero el espíritu sigue intacto. Sigo eligiendo el movimiento: caminar con raquetas en invierno, hacer trekking, mantener el running como una constante en mi vida.
Tal vez el miedo no haya aparecido en la montaña, pero sí en otros aspectos de la vida. Porque la verdadera prueba no siempre está en la altura de una cumbre o en la inmensidad del hielo, sino en aprender a adaptarnos, a encontrar nuevos caminos y aceptar que cada etapa trae sus propios desafíos.
La impactante experiencia de subir a la cumbre del Aconcagua. Foto: gentileza
Has sido parte de la primera cordada femenina argentina en hacer cumbre por la Vía Directa que está en el Glaciar de los Polacos, en la difícil cara este del Aconcagua. ¿Qué sentiste?
El Aconcagua nos recibió con su imponente presencia, estábamos paradas con Carina VacaZeller al pie del Glaciar de los Polacos su cara estaba cubierta de hielo y la ruta extendiéndose frente a nosotras como un desafío colosal. Ser parte de la primera cordada femenina argentina en ascender por esta ruta era mucho más que una hazaña deportiva; era demostrar que no había límites para nosotras.
Sentí una mezcla de emoción, determinación y absoluta concentración. No había margen para dudas. Cada paso en la pendiente helada de 60 grados de inclinación nos exigía precisión, fuerza y confianza en nuestras habilidades. No llevábamos cuerda, solo crampones, piquetas y la firme convicción de que lo lograríamos. La sensación de vacío bajo nuestros pies era vertiginosa, pero no había miedo, solo un enfoque total en cada movimiento.
Llegar a la cumbre fue indescriptible. En ese instante, todo el esfuerzo, el entrenamiento y los años de experiencia cobraban sentido. No era solo el logro de alcanzar la cima, sino el camino recorrido, la conexión con la montaña, la hermandad con mi compañera de escalada. Nos abrazamos en la cumbre por haber llegado. Jamás nos imaginamos que habíamos hecho historia, no por el reconocimiento, sino por haber llevado el espíritu de la aventura un paso más allá.
Hoy, cuando miro atrás, veo cuán diferente era el montañismo en aquellos años. No había guías ni tecnología avanzada, solo nuestro instinto, nuestra preparación y el compromiso absoluto con la montaña. Ahora, mis desafíos son distintos, más pausados, pero igual de significativos. Disfruto de la nieve, del trekking, del running, pero esa sensación de estar en la inmensidad de la montaña, enfrentando lo desconocido con mis propias fuerzas, es algo que siempre llevaré conmigo.
Porque al final, el desafío no es solo la montaña. Es atreverse, dar el paso y creer en uno mismo.
¿Cómo se puede describir hacer cumbre en el Aconcagua?
Hacer cumbre en el Aconcagua es mucho más que llegar a la cima de una montaña. Es la culminación de días de esfuerzo, preparación y resistencia mental. Pero cuando se asciende por una ruta desafiante como el Glaciar de los Polacos, la experiencia se vuelve aún más intensa, una prueba absoluta de determinación y entrega.
El último tramo antes de la cumbre es un juego entre la voluntad y el agotamiento. Cada paso es una batalla contra el cansancio extremo, contra la falta de oxígeno que convierte incluso la respiración en un desafío. Los crampones muerden el hielo con cada movimiento, los piolets se clavan en la pendiente como si fueran una extensión del cuerpo. El viento sopla con furia, recordándote que la montaña impone sus propias reglas.
Y entonces, después de horas de ascenso en la cara Este del gigante de América, la cumbre aparece ante tus ojos. Un último esfuerzo, un paso más… y estás ahí.
El mundo se abre a tus pies en un espectáculo grandioso: un mar infinito de montañas y valles, nubes que parecen extenderse como un océano blanco y el cielo, tan cerca que casi podes tocarlo. No hay barreras entre vos y el horizonte. No hay ruido, solo el latido acelerado de tu corazón y el viento que parece susurrar historias de quienes han llegado antes.
Es un instante de euforia absoluta. Te invade una emoción indescriptible, una mezcla de gratitud, orgullo y una extraña sensación de pequeñez frente a la inmensidad de la naturaleza. Miras a tu compañera de cordada, intercambian una sonrisa de triunfo, un abrazo que dice más que mil palabras. Lo logramos.
Pero la montaña te enseña algo clave: la cumbre no es el final, sino la mitad del camino. La verdadera hazaña no es solo llegar, sino regresar. Así que, tras un momento de contemplación, toca emprender el descenso con la misma concentración y respeto con los que se subió.
Y aunque con el tiempo la adrenalina se desvanece y los recuerdos se difuminan, hay algo que nunca cambia: una vez que tocas el cielo desde la cumbre, una parte de vos se queda para siempre en lo más alto de la montaña.
¿Como describirías tu vida?
Desde joven, la montaña ha sido mi refugio, alejándome de la rutina cotidiana, es mi maestra, donde aprendí. Un espacio donde me siento plenamente viva y en armonía con la naturaleza. Mi pasión por la escalada comenzó en los años ochenta, una época en la que la información era escasa y la aventura, pura y sin filtros.
Recuerdo mis primeras expediciones con el club andino Neuquén a la alta montaña, a la Cordillera Real Boliviana en el 84. Con el tiempo mis escaladas en solitario, como cuando escalé el volcán Lanín durante el día, o años más tarde, La Ramada de 6.000 metros en San Juan. Estas experiencias me permitieron desafiarme a mí misma y descubrir la fortaleza interior que desconocía poseer. A lo largo de estos ascensos, aprendí a gestionar la incertidumbre y a confiar en mis habilidades, lo que me proporcionó una seguridad y confianza inquebrantables.
Mi formación en técnicas de escalada y la adquisición de equipo adecuado fueron claves para enfrentar cada desafío. Aunque en aquella época no contábamos con Internet y los pronósticos meteorológicos precisos, nos las arreglábamos con información básica y la experiencia acumulada. La independencia y la autosuficiencia eran esenciales, así como la elección de los compañeros de cordada. Estuve rodeada de personas increíbles que, al igual que yo, compartían la misma pasión y compromiso, formando equipos sólidos y unidos.
Uno de los hitos más destacados de mi vida fue ser parte de la primera expedición femenina al Aconcagua por la ruta directa, ascendiendo por el glaciar de los polacos. Esta experiencia fue un verdadero desafío y una fuente de orgullo, ya que nos enfrentamos a la imponente montaña con determinación y sin temor, utilizando solo los elementos técnicos como piquetas y crampones.
Hoy en día, mi enfoque ha cambiado. Ya no practico escalada a nivel deportivo como lo hacía en aquellos años, pero la conexión con la naturaleza sigue siendo una constante en mi vida. Disfruto de actividades más suaves, como caminar con raquetas de nieve en la cordillera durante el invierno y hacer algunos trekking. El running, una actividad que adquirí cuando empecé a escalar, sigue siendo parte fundamental de mi rutina anual. Mantenerme activa y en contacto con la naturaleza es vital para mi bienestar físico y mental. Vivo en zona rural cercana a lo que me gusta.
Mi vida ha sido una continua búsqueda de la naturaleza como una forma de llegar a las aventuras y desafíos, un aprendizaje constante; y cada experiencia ha dejado una huella imborrable en mi ser. Espero que esta entrevista inspire a otros a encontrar su pasión y a vivir sus propias aventuras con la misma entrega y entusiasmo que yo he vivido las mías.
Matías Ferreyra es artista callejero, pero ante todo, es payaso y transforma el humor de la gente. Desde hace 27 años da vida a “Alan Brando”, un personaje entrañable que combina humor, equilibrio y reflexión. Su camino comenzó casi por casualidad, en una murga a fines de los años 90, y desde entonces no ha […]…
Tres chicas de entre 15 y 20 años desaparecieron el viernes luego de asistir a una estación de servicio en el partido bonaerense de La Matanza, donde habrían acordado encontrarse con un hombre.
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La UFI N°2 Descentralizada de La Matanza interviene en la investigación y personal de la DDI se encarga de los rastrillajes para hallar a las víctimas.
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