Spagnuolo enredado en sus propias versiones: ¿Quién lo grabó?
Mientras el escándalo por las coimas y presunto entramado de corrupción en la compra de medicamentos en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) sigue sacudiendo al gobierno de Milei, la figura de Diego Spagnuolo quedó envuelta en una contradicción que expone todavía más la fragilidad oficial: dio dos versiones distintas sobre el origen de las grabaciones que derivaron en su caída.
Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable

La primera versión: Basil en la mira
Según reveló Ámbito Financiero, en un principio Spagnuolo señaló a Natalia Basil, esposa del consultor de campañas políticas Fernando Cerimedo, como la responsable de las grabaciones. Basil fue encargada de compras en ANDIS justo en el período en que Spagnuolo fue grabado, hace un año.
En palabras del periodista Gabriel Morini, autor de la nota, en diálogo con el programa Mañanas Argentinas por la pantalla de C5N:
“Basil estuvo de mayo a noviembre de 2024, después la echaron y se la llevaron a AYSA”.
La mención de Basil no pasó inadvertida en la interna libertaria: el nombre vincula de lleno a Cerimedo, uno de los armadores digitales más cercanos a Milei, con un escándalo de proporciones que amenaza al corazón del oficialismo.
La segunda versión: el silencio calculado
Pero con el correr de las horas, y cuando el Gobierno volvió a interrogarlo, Spagnuolo reculó:
“No es la que dicen. ¿Quién me grabó? No se los voy a decir”.
Esa negativa a confirmar lo dicho previamente desconcertó al Ejecutivo, que ya aguardaba su renuncia con un borrador preparado en el que iba a alegar «agotamiento moral».
Finalmente, el 21 de agosto pasado, la Oficina del Presidente comunicó su salida. Morini relató:
“Ahí se termina de fracturar la relación, ya no tiene más los teléfonos y no hay más contacto con nadie del Poder Ejecutivo”.
El estallido por los audios de Karina
La crisis se profundizó aún más cuando empezaron a circular los audios que comprometerían a Karina Milei. Allí, según el periodista, “se convoca a un comité de crisis para contener a Javier Milei, que estaba enfurecido con la posibilidad que se sigan difundiendo audios de su hermana”.
En simultáneo, apareció el polémico fallo del juez Patricio Maraniello, que prohibió difundir las grabaciones que mencionaban a la hermana del presidente. La decisión se justificó en la denuncia del Gobierno por una supuesta “operación de inteligencia ilegal”.
Censura, Bullrich y fracturas internas
El juez Maraniello —acusado en el Consejo de la Magistratura por acoso sexual y laboral, según Morini— habilitó así un escenario de censura previa que benefició a la ministra de Seguridad:
“Patricia Bullrich aprovecha a través de Fernando Soto, representante del Ministerio de Seguridad Nacional, hacer no solo la medida cautelar, respecto de la libertad de expresión, que marca la censura previa. Que responde a los enemigos históricos de Bullrich, que a los que efectivamente estaba ocurriendo en este momento, ahí también se produce un quiebre dentro de los funcionarios”.
El detalle no menor: una de las testigos en la causa por acoso laboral contra Maraniello es nada menos que la hija del jefe de Gabinete, Guillermo Francos.
Dos versiones, una crisis sin salida
Lo cierto es que Spagnuolo quedó atrapado en sus propias contradicciones: primero acusó a Basil, después se llamó al silencio, y finalmente fue eyectado en medio de un operativo de contención política.
La doble versión no solo evidencia la falta de rumbo en la gestión libertaria, sino que deja en claro que, mientras Milei sigue empeñado en hablar de conspiraciones, el verdadero problema lo tiene puertas adentro.