Por si pasa algo: de las “despensas” de los abuelos a los actuales “Prepper”

Por si pasa algo: de las “despensas” de los abuelos a los actuales “Prepper”

 

De las antiguas “despensas” que tenían una habitación especial en las casas de nuestros abuelos, algo queda en estos días. Aquellos que llegaron a la Argentina luego o en medio de alguna de las guerras y padecieron el hambre y la desesperación, contagiaron en el país el hábito de acumular “reservas”.

“Por si pasa algo”, nos decían quienes habían sufrido en carne propia los bombardeos, la muerte y la miseria en otros continentes. De pequeños, ingresar a esos espacios era emocionante porque era internarse en alacenas y estantes abarrotados de todo tipo de mercadería.

Y en esas “despensas” no sólo se podían encontrar todo tipo de productos adquiridos para la supervivencia, también las tradicionales “conservas” que iban desde salsa de tomate, frutas en almíbar, escabeches y -en el caso de las zonas rurales- chacinados de todo tipo.

De las “despensas” de los abuelos a los “Prepper”

En un rincón del conurbano bonaerense, Leandro Azzolin, de 43 años, vive con su esposa Alejandra y sus tres hijos. Nada en su casa parece fuera de lo común. Pero detrás de una puerta hay mochilas listas para salir corriendo, víveres, linternas, medicamentos, herramientas y hasta un pequeño kit de primeros auxilios. Leandro es uno de los 25.000 argentinos que forman parte del creciente movimiento “prepper”, personas que eligen estar listas para lo inesperado.

Leandro Azzolin, uno de los impulsores del movimiento en Argentina.

¿Quiénes son los preppers?

La palabra viene del inglés “to prepare” (prepararse), y si bien el fenómeno nació en Estados Unidos durante la Guerra Fría, hoy se ha globalizado. Lo que antes parecía exclusivo de películas de ciencia ficción o de teorías apocalípticas, se ha vuelto, para muchos, una forma racional de anticiparse a crisis reales: inundaciones, apagones, pandemias, desempleo o simplemente tiempos difíciles.

“No se trata de acumular cosas sin sentido. Nos capacitamos, nos organizamos, aprendemos oficios útiles. Hay gente que toma cursos de supervivencia, tiro, primeros auxilios, agricultura, herboristería o defensa personal. Esto es una filosofía de vida”, cuenta Leandro, quien en 2006 creó el primer grupo prepper del país y hoy coordina varios más en América Latina.

Abastecidos, por si algo pasa. Una tendencia en Argentina y el mundo.

Un fenómeno que crece

El movimiento tuvo un fuerte repunte luego de la pandemia de COVID-19 y, más recientemente, tras catástrofes como la inundación en Bahía Blanca, que dejó 18 muertos. “Después de eso, el grupo creció un 23%, solo con nuevos miembros de esa ciudad”, revela Azzolin.

En países como Estados Unidos o el Reino Unido, existen incluso tiendas físicas dedicadas al rubro. En Argentina, los kits de supervivencia se consiguen por internet, con precios que van desde los 34.900 pesos hasta los 300 dólares, dependiendo del contenido.

En Europa, el tema se volvió tan relevante que la propia Unión Europea emitió una recomendación oficial: cada ciudadano debería contar con un kit básico de supervivencia para al menos 72 horas. Medicamentos, agua, linternas, alimentos no perecederos y baterías son parte del equipamiento esencial.

Prepararse, sin paranoia

Aunque muchos asocian al mundo prepper con escenarios extremos o paranoicos, en Argentina el enfoque es otro. “Nosotros no pensamos en zombis o en guerras mundiales. Nos preparamos para lo cotidiano: que te enfermes y no puedas trabajar, que pierdas el laburo o que haya un apagón de días. Tener una mochila lista puede ayudarte a sobrevivir y darte tiempo para reordenar tu vida”, explica.

La mayoría de los grupos preppers en el país se organiza a través de Facebook, y luego migran a comunidades más cerradas en WhatsApp o Telegram. Y hay una regla de oro: no se habla de política, religión ni fútbol. “Son temas que dividen. Acá el objetivo es ayudar al otro a estar preparado”, dice Leandro.

Sin armas ni conspiraciones

A diferencia de la imagen más beligerante que puede verse en Estados Unidos, los preppers argentinos se desmarcan de toda ideología. “No somos fanáticos, ni religiosos, ni acumuladores. Solo queremos proteger lo más valioso: la vida de nuestras familias. Lo que buscamos es cubrir cinco pilares: agua, fuego, comida, refugio y primeros auxilios”, explica Azzolin.

Hay quienes preparan mochilas para sobrevivir 72 horas, otros para una semana o más. Algunos incluso sueñan con tener una parcela en el medio del campo para refugiarse en caso de catástrofe, pero la mayoría se conforma con estar listos para trasladarse de un punto A a un punto B, si la situación lo requiere.

“En el fondo, no hacemos nada tan distinto a lo que hacían nuestros abuelos cuando llegaron de Europa y llenaban la alacena ‘por si acaso’”, concluye Leandro. Solo que, en tiempos modernos, la previsión también se organiza en redes sociales, se profesionaliza y —quién lo diría— se convierte en una tendencia social en pleno auge.

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