El dirigente fue aprehendido por un grupo de numerosos agentes de la Policía Federal que se presentaron para desalojarlo del histórico edificio.
Luego de que ingresara al edificio donde funcionaba el Instituto Juan Domingo Perón, cuyo cierre fue anunciado esta semana por el Gobierno, el dirigente social y abogado Juan Grabois fue detenido por la Policía Federal en un operativo del que, según señalaron los presentes, no hubo una orden judicial para llevarlo adelante.
Junto a unas cincuenta personas, entre jóvenes militantes y legisladores del Frente Patria Grande, Grabois ingresó este sábado por la tarde a la residencia ubicada en el barrio porteño de Recoleta con el fin de «recuperarlo», tras el anuncio de su disolución por parte del Ministerio de Capital Human, situación que dejaría en la calle a sus trabajadores además del riesgo de la pérdida del patrimonio histórico.
Por este motivo, pasadas las 17 se hicieron presentes en el lugar, en calle Austria al 2500, un numeroso grupo de agentes policiales que se llevaron detenido al dirigente social en medio del repudio de los presentes que intentaron evitar la aprehensión. En medio de una fuerte tensión en el lugar, lo trasladaron a una comisaría.
Más tarde, desde el interior de una camioneta de las fuerzas de seguridad, Grabois compartió una imagen donde se lo ve con una bandera argentina y en el que escribió un mensaje directo a Presidente: «Meteme preso Milei, pero la bandera argentina no me la sacás«.
Gran parte de la labor política es interpretar a la sociedad en su conjunto, sus deseos y sus aspiraciones para buscar representarla. Esto lleva en algún punto a preguntarnos ¿qué es lo que quiere la sociedad? ¿Quiere artefactos en cuotas o quiere un dólar barato para poder viajar al exterior? ¿Quiere estabilidad cambiaria e inflación…
La Dirección de Cultura de la Municipalidad de Villa Regina informa que, por razones de fuerza mayor, se reprograma la obra ‘La Corredora’ que estaba prevista para este sábado en el Galpón de las Artes. Oportunamente se dará a conocer la fecha y horario de su presentación. Difunde esta nota
Esta crisis desatada por el coronavirus ha dejado en evidencia varias cosas.Entre otras, que muchas personas quieren ayudar pero no encuentran elespacio, o que somos propensos a no corroborar si la información que tenemosy compartimos es cierta. Algunos de estos temas intentamos abordar conPensaRegina, pero hay algo subyacente que no podemos abordar y que másque…
A Cristina no la condenan por lo que haya podido hacer mal; a Cristina la condenan por lo que hizo bien. El obsceno devenir de este proceso judicial lo deja muy en claro. El fallo de la Corte Suprema de Justicia es el punto de llegada de una larga batalla con los poderes fácticos que se inicia al comienzo de su primer gobierno. Ganó, finalmente, Magnetto, la cara más visible de esos poderes, la figura que articula de manera paradigmática poder económico concentrado, negociados con la política y periodismo de guerra en un mismo frente de guerra civil que movilizó todos los resortes afectivos, mediáticos, políticos e institucionales del antiperonismo en contra de los sectores populares del país. El fallo de la corte es, antes que nada, la gran revancha de clase que la oligarquía viene soñando y macerando desde el 2008, y que logra finalmente consumar en el marco de las nuevas relaciones de fuerza logradas por el gobierno neofascista de Javier Milei.
A Cristina no la condenan por lo que haya podido hacer mal; a Cristina la condenan por lo que hizo bien.
La violenta avanzada del poder concentrado que hoy estamos padeciendo no sólo implica el saqueo del presente, sino también el desmonte del futuro. Los sectores concentrados deben garantizar su continuidad para cuando este frágil esquema de usurpación vuele por los aires. Pero como nuestras clases dominantes nunca tuvieron vocación de liderazgo, jamás buscaron ser la burguesía nacional de un país integrado, sino agentes locales de una oligarquía global. La fórmula siempre fue: cipayismo y destrucción. Para ellas, perpetuarse implica cortar las raíces que conectan a los sectores populares con la memoria cierta de que la pobreza, la entrega y la humillación no son destino. Por eso condenan a Cristina. No por corrupción, sino por la memoria del fifty-fifty, y por seguir siendo la representación viva y vigente de un proyecto nacional y popular con raíces profundas y posibilidades electorales ciertas.
Antiperonismo popular
Este fallo de la corte llega en un tiempo de desdemocratización general, y de deserción electoral en particular. La proscripción política que sanciona agrava una crisis de representación que es epocal, y de la que el actual gobierno es síntoma. La licuación del sistema político de representación es él mismo efecto de la prepotencia de los poderes fácticos. Pero a la vez, esa crisis ayuda a consolidar la eficacia cruda, sin mediaciones, de esos poderes. Es decir: el debilitamiento de la representación política es directamente proporcional al empoderamiento de los poderes fácticos. La política contemporánea, la de los ingenieros del caos, implica surfear los espasmos anómicos de un sistema exhausto que no buscan subsanar sino sólo capitalizar a su favor. Destruir la democracia para reducir el estado a correa de transmisión de la prepotencia de clase: esa era la pulsión “antisistema” de los poderes fácticos.
Y, a la vez, este fallo llega en un tiempo en el que, tras años de periodismo de guerra, el antiperonismo acaricia el sueño de convertirse en popular. El antiperonismo es la enfermedad política más siniestra, persistente y enloquecedora de este país. Pero hasta ahora había sido una enfermedad de clase. En el tránsito que va de Magnetto a Milei, se ha propuesto convertirse en enfermedad policlasista. Hoy el mileísmo, en el descampado dejado por la lluvia ácida del periodismo de guerra, está logrando construir lo que ninguna oligarquía anterior había logrado: un antiperonismo popular. Magnetto maceró por abajo lo que hoy Milei consagra por arriba. Hasta Macri, ser gorila tenía el costo inevitable de una distancia con amplios sectores de las clases medias y bajas. Lograr un antiperonismo popular prepara el caldo de afectos colectivos para la perduración de un proyecto oligárquico de sometimiento consentido. Sí, prepara afectivamente al país para la abominable idea de una oligarquía popular.
La arquitectura institucional garantizada por el descampado democrático, sumado al torrente afectivo diseñado por el antiperonismo popular, son los grandes pilares con que la oligarquía cipaya busca pavimentar el porvenir del saqueo. Meter presa a Cristina es un hito clave en esta doble dirección: presentar la capitulación de la institucionalidad a los poderes fácticos como lucha contra la corrupción, y proponer una revancha histórica de clase como objeto macabro de goce nacional.
El santo grial del deseo colectivo
“Hay un fusilado que vive” es algo así como el Génesis en las sagradas escrituras de la resistencia peronista. Cristina evoca la frase, lo hace nada menos que en la conmemoración de los fusilamientos de León Suárez, y su actualización no podría ser más literal: “Soy una fusilada que vive”. Movilizando fibras profundas de la historia popular, Cristina conecta, en una síntesis implacable, el fallo de la corte suprema, el intento de magnicidio del 1 de septiembre de 2022, el episodio fundante de la resistencia peronista, todo ello en la gramática, invertida, del infame titular de Clarín: “Cristina, entre la bala que no salió y el fallo que sí saldrá”.
El debilitamiento de la representación política es directamente proporcional al empoderamiento de los poderes fácticos.
Aún en el extremo de la vejación político-institucional que la proscripción implica, Cristina logra pronunciar una palabra política justa y poderosa, que inscribe un sentido histórico colectivo en medio del gobierno del caos y el nihilismo. Ante el empoderamiento desdemocratizador de los poderes fácticos, que avanzan sobre la aniquilación incluso física del enemigo, evoca la memoria de una resistencia que supo convertir a la proscripción política en motor de articulación y empoderamiento popular.
Ahora, 2025 no es 1956. “Si la tocan a Cristina qué quilombo se va a armar” cantamos ese 1 de septiembre, cuando vimos por primera vez a la fusilada que vive. Y no, ningún quilombo se armó. Para la democracia en general, esto es un nuevo descenso en los círculos de su descomposición. Para el peronismo en particular, los efectos de la proscripción pueden ser diversos, pero no parece prudente ser optimistas aquí tampoco.
En medio de la fragmentación de un partido provincializado, con una interna nacional no resuelta, el fallo acaso implique un impulso para la unidad. Pero seguramente traerá, también, una nueva y más profunda orfandad, además de una interrupción de toda tentativa de renovación del peronismo y de trasvasamiento generacional. 2025 ofrece un panorama de descomposición política y nihilismo generalizado que contrasta vivamente con las certezas militantes y populares de 1956.
La descomposición de las instituciones, convertidas en brazo armado de la guerra del capital contra todo el mundo, y la degradación de los afectos políticos, orientados hoy a hacernos gozar de nuestra propia autodestrucción, plantean la urgencia de un tiempo oscuro. Pero no tendrán la última palabra. Cristina también lo dijo: pueden meterme presa pero no podrán hacer que el pueblo deje de desear comer 4 veces al día. Si el neofascismo se propone como catastrófica mutación antropológica y captura masiva del deseo popular, pues bien, demos la batalla antropológica.
No sólo de pan vive el pueblo, sobre todo cuando no hay pan: el sometimiento material es prueba y detonante para el deseo colectivo. Volver a lo básico es volver a lo elemental, a ese pueblo-río que, contra toda evidencia, contra la democracia convertida en herramienta de su propia destrucción, contra los medios envenenando el alma, busca, desbordándolo todo, el cauce que lo contenga.
Los hermanos Milei bajaron la línea de despegarse de la condena a Cristina Kirchner y relativizar el impacto de la masiva marcha con la que el peronismo copó la Plaza de Mayo.
Si bien hay voces del gobierno que sugieren que habría que decir algo, la línea de los Milei es “no hacer olas” y no hablar del tema.
En la Rosada buscaron bajarle el tono a la marcha, que tuvo al presidente como el principal apuntado. “Marchó el tren fantasma, nadie genuino”, dijeron a LPO. “Es una marcha política en la que el gobierno no tiene nada que ver, es un reclamo del kirchnerismo a la justicia”, dijeron desde el ala política del gobierno.
Es que la estrategia de los libertarios es instalar que ni el presidente ni sus subordinados operaron para meter presa a la ex presidenta. De ese modo buscan direccionar la ira del peronismo a Mauricio Macri y el Poder Judicial.
Cerca de Cristina, sin embargo, dijeron a LPO que pese a los vínculos de Macri con la Justicia, Milei quedará en la historia como el presidente que metió presa a la principal líder de la oposición.
La estrategia de los libertarios es instalar que ni el presidente ni sus subordinados operaron para meter presa a la ex presidenta. De ese modo buscan desviar la ira del peronismo a Mauricio Macri y el Poder Judicial
“Como siempre triunfan los gordos no pasa nada contra los gordos se viene”, relativizaron a LPO en el equipo de redes de Milei. Con la jerga de ese mundo virtual, celebraron que no explotó ninguna revuelta como temían en sectores del gobierno.
Ese análisis revela la preocupación que hay en el gobierno de que el kirchnerismo escale el conflicto en la calle. Por eso hubo cautela en el operativo policial durante la última semana y evitaron la represión a la que ya acostumbraron a los jubilados en las marchas de los miércoles al Congreso.
En el ministerio de Patricia Bullrich dijeron a LPO que no va a haber una réplica del gobierno tras la marcha y creen que en las próximas semanas va a bajar la espuma. “El PJ la va a dejar sola”, dijeron.
En el gobierno hay quienes creen que en octubre los puede beneficiar electoralmente la prisión de Cristina, pero no lo tienen claro. “Hay un 75% de la población que no coincide con el apoyo a Cristina Kirchner”, dijo el jefe de gabinete, Guillermo Francos, a Radio Mitre.
El gobernador de la provincia de Buenos Aires sería el único orador del acto.
El gobernador bonaerense, Axel Kicillof, encabezará este sábado el plenario de Movimiento Derecho al Futuro (MDF), el espacio que presentó en febrero de este año con el objetivo de agrupar a todos los sectores que busquen enfrentar a Milei. El acto buscará fortalecer la gestión y al kicillofismo con una importante actividad en el camping de UPCN platense, en lo que será una demostración de fuerza de cara al armado de listas.
El acto del sábado está pensado como continuidad de lo que fue el plenario de Florencio Varela celebrado en mayo del año pasado, en el cual el Gobernador comenzó a mostrar su armado político y a posicionarse como conductor bonaerense junto a militantes, intendentes, dirigentes sociales y sindicales; y también como una forma de darle fuerza a MDF, que desde su lanzamiento lleva adelante distintas actividades a lo largo de las diferentes secciones electorales.