Ramón Mestre apura un acuerdo con Emiliano Yacobitti para enfrentar a Rodrigo de Loredo en una interna por la conformación de la lista de Diputados, una estrategia que tiene como pieza fundamental a Piera Fernández, la ex titular de la FUA.
De esta manera, Mestre intenta aislar a De Loredo y meter una cuña entre el actual jefe de bloque y Marcos Ferrer, presidente de la UCR cordobesa y un aliado de Yacobitti y Daniel Angelici. Vale recordar que ambos viajaron en el avión del empresario del juego a Río Tercero a celebrar la reelección de Ferrer.
De manera anticipada, el 28 de febrero, Mestre y sus aliados reclamaron a Ferrer un cronograma electoral para desarrollar la interna para definir la integración de la lista de diputados.
“Las elecciones internas ordenan y movilizan. Lo que desordena son las listas armadas a escondidas en bares”, escribieron los opositores de De Loredo en el pedido de internas abiertas. En ese punto, agregaron que “seleccionar democráticamente los candidatos a diputado nacional es honrar la institucionalidad”.
La formalidad de la carta enviada al Comité Provincia es el inicio del camino judicial, puesto que Mestre y sus aliados solicitaron “fijar un cronograma electoral a fin de llevar a cabo la selección democrática de los candidatos a diputado nacional de la Unión Cívica Radical de Córdoba para este 2025”.
En este marco, la carta que Mestre quiere jugar es llevar como segunda candidata en la lista a Piera Fernández, la riocuartense que cobró protagonismo como conductora de la FUA durante las marchas en contra del recorte presupuestario a las universidades públicas.
Cuando Fernández dejó la conducción de la FUA, Mestre se sumó a Yacobitti para expresar públicamente sus felicitaciones por el “liderazgo” y “compromiso” que ejerció la politóloga riocuartense en “representar” a los estudiantes universitarios. Sin ser de la Franja Morada, Mestre siempre tuvo gestos de construcción con el radicalismo universitario.
En el mestrismo consideran que el ex intendente cordobés puede ganar la interna a De Loredo, pese al liderazgo que muestra el actual jefe del bloque UCR en Diputados. De Loredo mantiene el acuerdo con Mario Negri y Oscar Aguad. Por eso la clave para Mestre es bloquear en Buenos Aires a Ferrer y a su grupo de intendentes.
La quietud del mundo se hace notar. El ser humano ha tenido que guardarse mientras la naturaleza sigue expresándose, esta vez en la soledad de las calles. La realidad mató a la ficción, en un mundo catastrófico de muerte y desolación, pero los animales, sí, cada uno de ellos salió a decir ¡acá estoy! Esto…
Milei parecía todo iniciativa. La oposición un repliegue perpetuo. Pero la actual parálisis presidencial, multiplicada por su entrega al FMI, obliga a recalcular la economía de las fuerzas. La debilidad del gobierno alineó la oposición parlamentaria, la protesta social y un sindicalismo que convocó el tercer paro general. La impotencia de las mayorías nunca es simétrica con la de los poderosos. Esta última es un simple caer, como la bolsa, hacia el 0 de un excel. La impotencia de las mayorías, por el contrario, es siempre una fuerza vital impedida, es una potencia obstruida, que en la activa tensión que su obstrucción promueve, va cultivando las memorias, los saberes, las energías y las estrategias para su activación futura. Una que quiere amanecer en estas, las más oscuras semanas de la ultraderecha criolla.
Un poder que no puede
Nunca en su historia la humanidad pudo tanto. Y, sin embargo, nunca estuvo tan en riesgo como en nuestro tiempo. Potencia e impotencia como las dos caras de una moneda que hoy gira en el aire: podemos tanto que no podemos nada. Como si una desmesura de escala nos hubiera tornado desproporcionados respecto a nosotros mismos. Esa contradicción marca una época de prepotencia quebradiza y de parálisis frenética. La violencia y la imposibilidad atenazan, desde los extremos, el efectivo poder de decisión sobre nuestras vidas. Crisis climática y gobiernos neofascistas son las dos manifestaciones más elocuentes de esa contradicción: nuestro poder sobre la naturaleza es tan grande que desencadenamos poderes que amenazan destruirnos; las ultraderechas vienen a satisfacer un deseo desesperado de orden y jerarquía, y su ascenso sólo está produciendo convulsión, caos y anomia.
“Antropoceno” y “nuevas derechas” son fenómenos concurrentes de un tiempo de hiperconcentración del poder y de los recursos, ambos reunidos en un recalentamiento de la guerra a nivel global.
El marxismo hablaba de la contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción, y el desbalance entre lo que las primeras habilitaban y lo que las segundas contenían producía las distorsiones de las que derivaban fuerzas destructivas tanto de la naturaleza como de la sociedad: la guerra como punto de llegada de este espiral de fuerzas mal canalizadas. “Antropoceno” y “nuevas derechas” son fenómenos concurrentes de un tiempo de hiperconcentración del poder y de los recursos, ambos reunidos en un recalentamiento de la guerra a nivel global. El poder sobre la naturaleza, el poder sobre la sociedad, es más grande que nunca. La impotencia que atraviesa el temple mayoritario de este tiempo no deriva de una falta de poder, sino de su concentración destructiva en cada vez menos manos. La IA instala la misma sensación de omnipotencia y vulnerabilidad: hay mucho poder, pero no es nuestro. En este contexto, poder e impotencia se entrelazan de maneras múltiples y siniestras, generando figuras rabiosas de manía y depresión.
El acelerador roto
Expresión fiel de este tiempo extraño, Milei y su gobierno parecían sacudirnos de la modorra de impotencia exasperante en que nos había dejado la gestión de Alberto Fernández. La fascinación que generó el primer año de Milei era la fascinación ante el retorno impensado, como en un contragolpe, de la “política como herramienta de transformación de la realidad”, ese mandato que supo ser el gran valor del kirchnerismo en los primeros años del siglo y que fuera traicionado por el propio kirchnerismo en su último paso por la gestión. Con Milei asistimos a la recuperación de la política por vía de una exasperación de la antipolítica, y esa paradoja generó un desconcierto y una efervescencia que nos mantuvieron en vilo y hechizadxs todo el primer año de este gobierno. La estrategia implacable de acelerar en toda curva, de duplicar toda apuesta, de permanente provocación y de fuga hacia adelante aunque no hubiera norte claro, reinstaló, de la mano de un gobierno que decía entregarlo todo al mercado, la idea de la eficacia y el primado de lo político, la certeza de un decisionismo con tintes mesiánicos, que era todo lo que había faltado en el gobierno anterior. Parecía que podía llevarse todo por delante, que nada se resistía a su audacia y que ninguna bala le hacía mella.
Hoy, cuando la invulnerabilidad del gobierno es cuestionada desde todos los frentes, se deja ver que esa audacia inagotable no brotaba sino de la fuente límpida de su debilidad, y que la aceleración como política era menos un plan a largo plazo que el permanente aplazamiento de un cortoplacismo sin norte. La agenda se convirtió en espuma hipnótica y la velocidad era sólo el modo de mantenerla en estado de espuma permanente. Sí: atribuimos demasiado rápidamente al gesto aceleracionista la fortaleza de la iniciativa y la capacidad de hacer, sin atender a la impotencia que se escondía detrás del gesto, y que comandaba sus movimientos más histriónicos y frenéticos. La crisis del aceleracionismo libertario le llega con la velocidad justiciera de su propia lógica: “lo mismo, pero más rápido” era, también, chocarla antes de tiempo.
Rebeldía resignada
La emergencia de las nuevas derechas se maceró en un clima social que combina de manera confusa y explosiva sentimientos contradictorios. Por un lado, hay una certeza de que las cosas van mal, de que la historia no puede seguir así, y el hartazgo con lo dado alienta transformaciones y prepara estallidos sordos. Hay, en este sentido, un humor arisco y rebelde que lo impregna todo, una ansiedad y fastidio que da el tono a la violencia que circula entre nuestros nervios y las redes. Por el otro lado, hay una resignación ante la ausencia de perspectivas de transformación real, y nadie cree que realmente pueda cambiar algo de fondo. Cunde, en este sentido, un agobio cínico que impide ver en las perspectivas de cambio más que una máscara de lo mismo y una simple renovación de temporada del discurso de un amo que ya no es puesto en cuestión verdaderamente.
La crisis del aceleracionismo libertario le llega con la velocidad justiciera de su propia lógica: “lo mismo, pero más rápido” era, también, chocarla antes de tiempo.
La combinación de ambas tonalidades afectivas en un mismo sentimiento de época viene generando formaciones de compromiso aberrantes: formas enrarecidas y deseos distorsionados que la ultraderecha supo capitalizar como nadie. La figura del “outsider” y del “antisistema” representado por magnates o títeres de magnates ultrarricos, es la figura de compromiso perfecta entre ambos lados del pathos presente. Si Mark Fisher captó muy bien un lado de la ecuación con su “realismo capitalista”, y los efectos de impotencia y depresión que éste implicaba, le faltó sin embargo capturar la dimensión revulsiva y vibrante que comenzaba a movilizarse el mismo año en que publica su libro, 2016: el “realismo capitalista” del neoliberalismo zombie fue mutando a este capitalismo punk en el que toda la furia sin sentido es puesta a trabajar para el sostenimiento de estructuras insostenibles de reproducción social. Así entendemos también lo que “la rebeldía se volvió de derechas” significaba: nada menos que identificar a la rebeldía con la movilización violenta de las fuerzas de la resignación, transformar a la revuelta en un momento activo de la adhesión afectiva con lo dado. El resentimiento neofascista es el producto de estas fuerzas oscuras que componen nuestro tiempo, y que habilitan la extraña alianza entre ultrarricos y ultraprecarizados en un proyecto que enlaza pulsiones antisistema y consolidación de un deep establishment recargado: todo tiene que revolucionarse para que todo siga igual –pero acelerado, intensificado.
La pregunta que se impone: ¿cómo se sale de este círculo de rebeldía y resignación en que nos han paralizado las nuevas derechas?
Insensatez y resentimientos
“Adolescencia”, la exitosa serie inglesa, suscitó una saturación tan grande de comentarios y discusiones, una necesidad tan masiva de hablar de ella, que podemos considerarla síntoma de algo que desborda su tema más explícito. Más allá del tópico de las “masculinidades”, la explosión de comentarios se puede interpretar también como efecto del modo tan sugerente en que expresa este clima de época, más general, de fuerzas impedidas y de acciones fallidas. El relato entrelaza la impotencia de los padres para entender, la de los adolescentes para relacionarse, y la de ambas generaciones para comunicarse, manteniendo en el centro vacío que imanta y reúne estas formas de impotencia contemporánea al asesinato como signo mayor de aquellas imposibilidades, es decir, como actuación violenta y convulsiva de la imposibilidad de actuar.
El “realismo capitalista” del neoliberalismo zombie fue mutando a este capitalismo punk en el que toda la furia sin sentido es puesta a trabajar para sostener estructuras insostenibles de reproducción social.
Las distintas fracturas tematizadas en la serie redundan en la pregunta por el quiebre entre deseo y acción como signo de nuestra época. El asesinato, como pasaje al acto más que como acto, funciona como revés perfecto de la impotencia y su manifestación más precisa. El pasaje al acto, en cuanto acción estrepitosa suscitada por una fractura simbólica, expresa bien lo que ofrece el neofascismo como compensación por la imposibilidad de actuar que produce y reproduce a cada paso: la violencia de la acción es proporcional a su incapacidad de cambiar nada. O mejor: el deseo reaccionario de no cambiar nada en un contexto que no da para más, se ve instrumentado a través de la movilización neofascista de violencias que garanticen agitación en medio de la inmovilidad, y que a través de la agitación consoliden la impotencia.
El gobierno de Milei fue, en su primer año, un gran pasaje al acto colectivo (el famoso “salto al vacío”), en el que la ausencia de mediación rigió una violencia que permitió descargar toda la impotencia que nuestra sociedad había acumulado a lo largo de años de frustración económica y política. Las nuevas derechas en general vienen siendo ese pasaje al acto en el que sociedades desarticuladas descargan su resentimiento en un espasmo de furia. No debería sorprender que una tal política, sostenida en tan frágiles supuestos, agote su potencia tras la expresión violenta de su propia impotencia. Una vez desplegada, no sobreviene un cambio en el campo simbólico, sino la angustia y la frustración, incrementadas. Y la necesidad de entender, es decir, de poner algún límite.
Milei, el limitado
Hay un impasse en el aceleracionismo neofascista. El reordenamiento imperial está quebrando la “internacional reaccionaria” según viejos y nuevos clivajes coloniales. Esa fragmentación está teniendo un alto costo para los neofascismos bananeros como el nuestro, al que de pronto se le recuerda que la internacional neoconservadora, esa que se reúne periódicamente en la ahora famosa CPAC, no era una coalición o alianza política ni un frente ultraconservador, sino la aceleración del coloniaje, la fuga hacia delante de un imperio en crisis. Por eso se viene produciendo esta extraña paradoja de que el triunfo de Trump en vez significar el apuntalamiento del gobierno de Milei implicó el inicio su desmadre: de la ingeniería del caos al caos de su ingeniería, puntualmente desde la asunción de Trump. El rosario de errores no forzados inicia apenas tres días después de su toma de poder, con el discurso de Milei en Davos del 23 de enero. Desde entonces hasta esta semana negra no paró de derrapar, y si hasta hace poco parecía que ante la aceleración las curvas se le enderezaban mágicamente, ahora no hay curva que no se coma.
El gobierno de Milei fue, en su primer año, un gran pasaje al acto colectivo.
Hay un impasse, hay una nueva fragilidad del gobierno que obliga a aprovechar este momento, y que compromete nuestra responsabilidad ante esta ventana de fragilidad, esta disfunción del acelerador libertario. La debilidad del gobierno alineó las fuerzas de la oposición parlamentaria, la protesta social y la agenda sindical, en una semana que acaso sea la más oscura para Milei desde su llegada al poder. El parlamento parecía definitivamente domado por el gobierno, y después del fracaso del pliego de los jueces de la semana pasada en la cámara alta, esta semana la cámara de diputados, más sojuzgada aún, le aprueba una comisión para investigar el criptogate. La protesta social se viene articulando en torno a la lucha de los jubiladxs de una manera que logró integrar distintas luchas y a la vez poner en cuestión el show represivo-punitivista del gobierno. El sindicalismo, que dormía el sueño de los (in)justos, convoca el tercer paro general al gobierno de Milei, y aunque “general” suene irónico en un país con casi la mitad de lxs trabajadores en la informalidad, expresa el grado de debilidad oficial, y ayuda a articular una semana de duros reveses al gobierno, en un mismo golpe contra los libertarios al poder.
Milei es lo ilimitado, lo desorbitado, lo desmesurado del capital desencadenado y sin freno ni contención. “Ponerle límites a Milei” equivale a negarlo, a anularlo, pues su esencia es canalizar esa carencia de límites de un neoliberalismo en crisis que acelera para demorar su muerte. Un Milei con límites es el fin de Milei, aunque su persona siga estando al frente del ejecutivo.
A la intemperie
Hoy la sensación es la de un suspenso tenso entre dos impotencias: el gobierno parece haber estropeado su máquina, sin haber perdido su poder, y la oposición parece estar despertando, sin tomar el toro por las astas. Pero ya fue sugerido: la intemperie es letal para el poder, mientras que para la resistencia es su hábitat natural, donde se cultivan sus memorias y se gestan sus estrategias.
La unidad que necesitamos no es sólo la unidad del peronismo. Necesitamos, en mil dimensiones, restaurar los puentes rotos entre deseo y acción, desplegar el músculo de una imaginación política renovada, sin la que no habrá unidad ni proyección del campo popular. Pero sin la unidad del peronismo, la rearticulación más amplia del campo popular se vuelve una ilusión. El peronismo es hoy la única herramienta electoral viable para derrotar al mileísmo en las urnas. Su interna, esta vez, no se da mientras son gobierno, pero esperemos que no sea tan dañina para el pueblo como lo fue la anterior. Y está claro que el poder para zanjar esta interna se concentra en una sola persona. No será la historia la que defina el lugar de Cristina en sus páginas, sino las decisiones que ella misma tome en estas semanas.
Milei es lo ilimitado, lo desorbitado, lo desmesurado del capital desencadenado y sin freno ni contención. “Ponerle límites a Milei” equivale a negarlo, a anularlo.
Queda pendiente la pregunta por las relaciones entre el movimiento popular que abra un futuro distinto y la tradición peronista, un movimiento anclado, en su imaginario y sus propuestas, en una sociedad industrial que este siglo XXI está dejando cada vez más atrás. Sin embargo, no hay dudas de que hoy se necesitan mutuamente. Mientras el peronismo resuelve su interna, por arriba, un movimiento social multiforme dirime, por abajo, la primera línea del enfrentamiento con la ultraderecha. Universitarixs, diversidades, mujeres, jubiladxs, hinchas. Sus rostros son conocidos y cercanos, y sus acciones refutan el clima de impotencia, diseñando múltiples articulaciones de deseo y acción en un contexto de violencia creciente. Por supuesto que ese movimiento múltiple ve en el peronismo una herramienta clave para articular políticamente su lucha. Pero sabe que la mejor manera de fortalecer esa herramienta es desbordarla por todos lados, en la acción, en el deseo, en la imaginación.
En la tarde del viernes quedó habilitada en el Galpón de las Artes la muestra colectiva de mujeres de Río Negro denominada ‘El Valle es Mujer’, que podrá ser visitada todos los domingos de octubre de 18 a 20 horas. La apertura contó con la presencia del Secretario de Gobierno Guillermo Carricavur, la secretaria de…
En el Kartódromo del Moto Club Reginense, en Gral. E. Godoy (RN), se desarrollará este sábado la última fecha del Campeonato Nocturno de Verano 2020. Luego de dos exitosas presentaciones llega a su culminación con ajustadas definiciones del campeonato en las cuatro categorías competitivas. Sin el requerimiento de haber participado en algunas fechas anteriores, se…
La campaña para elegir los constituyentes que van a reformar la carta magna de Santa Fe navegaba por aguas serenas pero una publicación del ex periodista Juan Pedro Aleart, que dejó el noticiero más visto en Rosario para ser candidato libertario, encendió la polémica.
La controversia se generó cuando Aleart publicó en sus redes las críticas de un supuesto empresario que habría encontrado dificultades burocráticas a la hora de invertir en la ciudad denunciando la situación.
Sin embargo, en la Municipalidad de Rosario detectaron que el presunto empresario es en verdad un abogado que no tenía ninguna sociedad a su nombre, sino que está registrado en una de las categorías más bajas del Monotributo y tampoco tiene empleados a su cargo.
“Me llamó la atención el testimonio de esta persona porque no lo ubicábamos. En la comunidad de negocios nos conocemos y esta persona denunciaba que había tenido inconvenientes con una habilitación, pero no sabíamos de qué”, explicó Chale a LPO hasta que descubrieron que se trataba de un candidato de La Libertad Avanza de la localidad de Funes, vecina a Rosario.
Sebastián Chale, secretario de Gobierno de Javkin
Nosotros eliminamos muchísimas trabas administrativas y trámites; hoy sacamos habilitaciones en 24 horas. En medio de los problemas de la economía nacional, en Rosario logramos mantener un nivel de actividad muy importante”, agregó el funcionario. Este medio se contactó con el equipo de Juan Pedro Aleart, pero no recibió respuesta.
Emiliano Ceragioli es el supuesto empresario que ocupa el tercer lugar en la lista al concejo de Funes por La Libertad Avanza. En un video que subió Aleart a sus redes, el ex periodista quiso pagar con la misma moneda y acusó a los funcionarios de Javkin de haber armado una fake news.
Ceragioli explicó que como abogado representa legalmente a una empresa familiar con más de 40 años en Rosario, pero sigue sin aclarar qué habilitación le fue impedida y en la Municipalidad lo minimizaron como una chicana de campaña.
Es que Juan Pedro Aleart ingresó como candidato libertario a través de Patricia Bullrich a la constituyente y al Concejo Municipal y temen que se quede con varias bancas.
LA VERDAD SIEMPRE VENCELa casta de Rosario inventó una FAKE NEWS para hacerme una operación berreta, perjudicando a una persona que invierte y genera trabajo en Rosario. Son DE CUARTA.Es LAMENTABLE que medios de la ciudad hayan afirmado información FALSA. Y es VERGONZOSO… pic.twitter.com/ktRgDXpaRV
La guerra comercial entre Estados Unidos y China incorporó a los memes y el humor redes como un elemento más de la disputa entre las dos potencias.
El gigante asiático viralizó imágenes y videos en donde se burlan de Donald Trump, Elon Musk y el vice J.D Vance por la dependencia de los norteamericanos a los productos importados desde China. Incluso el merchandising con la sigla MAGA (Make America Great Again) se fabrica en China y en consecuencia se vería afectado por la guerra de los aranceles.
Estados Unidos impuso tarifas adicionales a productos del gigante asiático que pueden alcanzar hasta un 145%, mientras suspendió los impuestos aduaneros para el resto del mundo, con el objetivo de dar espacio a la negociación con decenas de países. Sumadas a los aranceles ya impuestos por la anterior administración, las sobretasas pueden llegar hasta 245% en ciertos sectores.
China respondió con sus propios aranceles incrementados en 125 puntos porcentuales sobre productos estadounidenses, y afirma estar dispuesto a llevar este pulso comercial “hasta el final”.
El merchandising con la sigla MAGA (Make America Great Again) se fabrica en China y en consecuencia se vería afectado por la guerra de los aranceles
En sintonía con la retórica oficial, las publicaciones se burlan de la dependencia estadounidense de los productos chinos. Es complejo saber si este contenido de redes forma parte una política oficial pero lo que sí se puede confirmar que muchas de las cuentas oficiales del regimen comparten los contenidos.
A priori, la línea concide con la retórica china que habla de la responsabilidad de Estados Unuidos de “su propia decadencia” y califica a la población norteamearicana de gente con exceso de peso y consumidor por la droga del fentanilo.
Estos videos burlándose de Estados Unidos acumulan millones de visualizaciones en la aplicación TikTok, bloqueada por las autoridades norteamericanas pero accesible mediante redes privadas virtuales (VPN).
Uno de los videos generados por inteligencia artificial que se volvieron virales muestran a Trump, su vicepresidente JD Vance, y al magnate tecnológico Elon Musk en cadenas de montaje de zapatos o iPhones.
Otra publicación asegura que un vestido usado por la portavoz de la Casa Blanca , Karoline Leavitt, proviene de la plataforma china de comercio en línea Taobao. “Critican el ‘Made in China’, pero disfrutan de él en su vida diaria”, ironiza un comentario.
En efecto, los memes y los videos generados por inteligencia artificial serán parte de unos de los frentes de disputa de esta guerra comercial que tiene al mundo en vilo.