Atado de pies y manos apareció muerto en el mar un hombre de la región

Atado de pies y manos apareció muerto en el mar un hombre de la región

 

Envuelto en una frazada, atado de pies y manos y con graves heridas apareció muerto un hombre en la playa, a unos 15 kilómetros al sur de Rawson. Tras el rescate y el trabajo forense, se lo identificó como un vecino del Alto Valle de Río Negro.

Una pareja de turistas que recorrían el sector de playas conocido como Caras Talladas, en la zona de Los Cangrejales, al sur de la ciudad chubutense de Rawson, identificaron el envoltorio flotando en el mar. De forma inmediata avisaron a la policía del Chubut que desplegó un gran operativo en la tarde-noche de ayer martes.

Para el rescate del agua participaron grupos especiales y una vez realizado el primer estudio por parte de los peritos forenses se identificaron heridas cortantes en varias partes del cuerpo y un fuerte golpe en la zona craneana.

Además, el cadáver presentaba ataduras en ambas manos y pies, con una envoltura realizada con una frazada.

Era de la región

A media tarde de este miércoles, la policía del Chubut realizó la identificación del cuerpo e indicó que se trata de un hombre de 38 años, residente en Villa Regina y con algunos antecedentes policiales.

En este sentido, el propio gobernador del Chubut, Ignacio Torres, indicó a los medios de prensa que la víctima (identificada con las iniciales MDG) “»había participado de una pelea con un delincuente muy conocido de Puerto Madryn».

La información recolectada hasta el momento por el fiscal actuante Leonardo Cheuqueman se orienta a un ajuste de cuentas o una pelea por diferencias en el ámbito delictivo de esa zona del Chubut.

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    El segundo mandato de Trump marca el fin de una era, pero no el fin del dominio incontrolado del capital sobre nuestra sociedad. Entrevista a Vivek Chibber| Traducción: Florencia Oroz (JacobinLat).


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    Melissa Naschek conversó con el editor de Catalyst, Vivek Chibber, para hablar acerca de las consecuencias de la política de aranceles de Trump, el auge del populismo de derecha en el mundo y sobre si la era neoliberal ha llegado realmente a su fin.

     

    MN

    Vivek, ya llevamos bastante tiempo con la presidencia de Trump, así que tenemos una idea bastante clara de cuál es su agenda. ¿Alguna vez imaginaste que sería así?

    VC

    No creía que fuera a cambiar tanto con respecto a su primera presidencia, a su primera administración. Así que más o menos sabía qué tipo de políticas iba a seguir. Pero el caos, la agresividad y la especie de manía que lo caracterizan… No creo que nadie esperara que llegara a este nivel. Así que es una combinación: sí, está haciendo lo que esperábamos, pero lo está haciendo de una forma mucho más agresiva y decidida, hasta el punto de que ha sacudido el conjunto de la economía política y la cultura.

     

    MN

    Si nos fijamos en los seguidores de Trump, hay una parte de su base que no podría estar más contenta, probablemente porque no esperaban que llegara tan lejos. Y luego lo hizo. Después hay otra parte que apostó todo el tiempo a que su presidencia iba a ser básicamente una copia de su primer mandato. Y ahora están enfadados con él por estar haciendo todo esto.

    VC

    Dentro de su base hay un llamamiento a cambiar el sistema, a derribar cosas, a destrozar las instituciones. Y esta vez ha venido preparado para hacerlo. Y si eso es lo que querías ver, sí, tienes que estar contento si eres partidario de Trump.

     

    MN

    Creo que eso es cierto, si realmente creías en sus palabras. Pero creo que mucha gente no lo creía, y lo interesante esta vez no es solo la intensidad de su agenda y sus políticas, sino también hasta dónde está llegando, lo que ha hecho que algunas personas empiecen a preguntarse si esto es algún tipo de punto de inflexión no solo en la historia política estadounidense, sino en todo el sistema económico mundial o más concretamente, si la nueva agenda de Trump significa el fin del neoliberalismo.

    VC

    Yo diría que hay un punto de inflexión en muchos sentidos. Mucha gente lo cree ahora. Da la sensación de que no hay vuelta atrás al capitalismo de la era Bush-Obama, que ha habido un cambio en la cultura política, pero también en el tipo de paquetes de medidas que podemos esperar ver ahora. Así que creo que ha habido un cambio en la cuestión del neoliberalismo. Es un poco más confuso, así que intentemos profundizar un poco en ello.

     

    MN

    Teniendo esto en cuenta, ¿crees que Trump es realmente el fin del neoliberalismo?

    VC

    No sé si Trump es el fin del neoliberalismo. Sí creo que estamos en una fase del capitalismo, o supongo que la gente lo llama ahora capitalismo tardío. No estoy muy seguro de lo que significa.

     

    MN

    En algún momento se nos acabarán las etapas tardías.

    VC

    En los años 80 existía el término «capitalismo tardío»; Ernest Mandel escribió un libro en los años 70 titulado Capitalismo tardío. De alguna manera se transformó en «fase tardía», y eso hace que parezca que está a punto de morir o algo así, que se encuentra en sus últimas etapas y que solo estamos viendo cómo se va encogiendo poco a poco hasta convertirse en una pequeña bolita.

     

    MN

    Es el capitalismo metastásico.

    VC

    Nos encontramos en una especie de punto de inflexión en nuestra economía política. Y el neoliberalismo, como palabra, se utiliza para describir todas estas dimensiones de la economía política: la dimensión global, la dimensión nacional. Sus componentes políticos, sus políticas económicas, las relaciones laborales, todas estas cosas entran en la categoría del neoliberalismo, y empieza a convertirse en algo tan amplio que no tiene mucho peso analítico.

    Creo que ahora estamos viendo algunos cambios importantes en él. Así que, en el fondo, lo que la gente entiende por «neoliberalismo» es simplemente un alejamiento del tipo de régimen regulador distributivo de los años 50, 60 y 70, que también tenía un lugar para el trabajo.

     

    MN

    También conocida como la economía de posguerra y la llamada «edad de oro del capital».

    VC

    Sí, la edad de oro del capital. En términos generales, el capitalismo social y democrático se aleja de eso hacia un régimen económico más desregulado y basado en el mercado. Se llama neoliberalismo porque es una nueva forma de liberalismo.

    Entonces, ¿qué es el neoliberalismo? Lo que se entiende por eso no es el liberalismo político, el liberalismo de los derechos y de la fuerte inclusión política. Lo que quieren decir es una economía desregulada, como la que había en el siglo XIX. Así que el neoliberalismo significa una nueva versión del capitalismo del siglo XIX, que dio lugar a todos esos gigantescos movimientos sociales que nos dieron el Estado de bienestar. Por lo tanto, se supone que el neoliberalismo significa, en términos generales, un giro hacia formas mercantilizadas de intercambio y distribución sin la intervención del Estado en las transacciones del mercado ni en la distribución de los ingresos.

    Si eso es lo que entendemos por neoliberalismo, y nos preguntamos: «¿Es este el fin?», la respuesta es no. Pero lo interesante es por qué la respuesta es no. Hay un aspecto en el que algo ha llegado a su fin, y eso es lo que la gente señala cuando se pregunta: si el neoliberalismo podría estar llegando a su fin. El primero es el apoyo social a todas estas políticas; el segundo es la dimensión global de esas políticas.

     

    MN

    ¿A qué te refieres con el apoyo social al neoliberalismo?

    VC

    Perry Anderson escribió este artículo en 2000, cuando se relanzó la revista New Left Review. La relanzó porque pensaba que estamos en lo que podría ser una era muy, muy larga de dominio del capital, tal vez llamada neoliberalismo. La idea era que esto requeriría una agenda intelectual completamente nueva para darle sentido.

    Y en ese momento, en ese artículo, Anderson hizo la observación de que la ideología del neoliberalismo —la ideología que celebra los mercados, el individualismo y un Estado muy minimalista— es muy hegemónica. La comparó con el poder de la Iglesia cristiana en la Edad Moderna y la Edad Media. Anderson pensaba que la ideología neoliberal era extremadamente poderosa. Lo que eso sugería en ese momento era que el neoliberalismo había tenido éxito como programa político, en parte porque había conseguido el apoyo de la población a través de esta ideología.

    Así que cuando hablamos de los apoyos sociales del neoliberalismo, lo que se transmite es la sensación de que no solo existía un consenso dentro de las clases dominantes y la clase política en favor de una economía política mercantilizada, sino que también se había ganado el consentimiento de las masas a través de diversos medios.

    Y ahora ese apoyo se ha derrumbado. ¿Cómo se ha derrumbado? Bueno, a partir de la época de Occupy Wall Street quedó claro que las enormes desigualdades que se habían acumulado en la década de 1980 y 1990 y principios de la de 2000 se habían vuelto tan marcadas que se produjo un rechazo cultural generalizado y una sensación generalizada de que las personas no solo debían tener derechos políticos, sino también económicos.

    Esto va en contra del espíritu neoliberal, que dice: «Tus únicos derechos son los derechos políticos en la economía». Obtienes lo que te da el mercado. Esa es la ideología del neoliberalismo. Ahora bien, mi opinión es que nunca ha habido un gran apoyo social al neoliberalismo. Creo que la gente siempre lo ha odiado. Creo que la gente odiaba tener que luchar por un trabajo, tener que luchar constantemente por su salario. Creo que odiaban la inseguridad que conllevaba, el retroceso del Estado de bienestar.

    Así que lo que cambió a partir de 2010 no fue que el apoyo al neoliberalismo se desmoronara. Fue que la ira contra el neoliberalismo finalmente se unió. Y, en mi opinión, los izquierdistas y los teóricos críticos de los años noventa y principios de los dos mil, que intentaban aplicar la teoría gramsciana sobre cómo se genera el consentimiento en el capitalismo y cómo el neoliberalismo y el thatcherismo generaron el consentimiento, estaban completamente equivocados.

     

    MN

    Una pregunta que tengo al respecto es que no es que no haya habido resistencia política hasta ahora. A lo largo de esta época ha habido intentos constantes, especialmente por parte de los republicanos, de amenazar con recortar estas prestaciones, en particular la seguridad social. Y cada vez que eso ocurre, por ejemplo, siempre hay una gran presión por parte de grupos sin ánimo de lucro y grupos de estadounidenses de edad avanzada para que acudan a los ayuntamientos a decirles a los republicanos: «No se atrevan a tocar mis prestaciones», y luego votar en contra de ellos en las elecciones de mitad de mandato como una especie de castigo.

    ¿En qué se diferencia este tipo de tensión política de las batallas anteriores para, por ejemplo, proteger el Estado de bienestar de los recortes, algo que habría estado en línea con el neoliberalismo?

    VC

    No ha habido grandes movilizaciones sociales desde la década de 1980, ni en apoyo de la seguridad social ni de ninguna otra causa. La resistencia a su desmantelamiento ha sido casi exclusivamente electoral y de presión. El fracaso de los republicanos y los demócratas a la hora de reducir el Estado de bienestar estadounidense no se debe a que el electorado o los trabajadores se hayan unido y hayan lanzado campañas masivas para frenar su agenda. Se debe a que cada vez que lo han intentado, han perdido las elecciones. Perdieron en las elecciones de mitad de mandato, y eso es lo que estamos viendo ahora mismo en la lucha por Medicaid en la agenda fiscal de Trump.

    Ahora bien, ese es un tipo diferente de resistencia. Es una resistencia a desmantelar ciertas políticas. Existe un tipo diferente de resistencia al capitalismo que tiene una agenda positiva, que no consiste solo en poner palos en las ruedas de los liberalizadores, sino en conseguir nuevos derechos dentro del capitalismo que antes no existían. Eso es lo que hizo el New Deal. En mi opinión, es inexacto decir que el apoyo al neoliberalismo se ha derrumbado. Es más exacto decir que la tolerancia hacia el neoliberalismo se ha derrumbado.

    Nunca ha habido una opinión mayoritaria entre los trabajadores y la gente corriente de que el thatcherismo y el reaganismo sean cosas buenas. En el mejor de los casos, había una aceptación a regañadientes, pero en su mayor parte había una sensación de resignación.

     

    MN

    Creo que eso encaja bien con tus comentarios sobre la distinción entre movimientos sociales y comportamiento electoral, debido al ejemplo tan citado de «en realidad, fue una decisión popular que se tomó para tener algo parecido al neoliberalismo». No sé si la gente vota exactamente por eso, pero el voto de la clase trabajadora a Reagan es un ejemplo muy citado de «bueno, esto es lo que quería la gente». Lo aceptaron activamente.

    VC

    No, no hubo aceptación del programa económico de Reagan. No hubo aceptación de lo que se conoció como reaganismo. Hubo una revuelta contra los demócratas. Hubo una revuelta contra el shock de Volcker, las subidas masivas de los tipos de interés, el desempleo que generó, pero nunca hubo la sensación de que lo que queríamos era un retroceso de nuestros derechos económicos y del Estado de bienestar. Ese es un argumento de ciertos intelectuales liberales de la derecha, pero es profundamente erróneo.

    Creo que la forma correcta de describir lo que ha cambiado es que el público ya no está dispuesto a tolerar lo que se le ha vendido durante treinta años, que es el neoliberalismo. Hay una ira dentro de la cultura y una demanda de algún tipo de cambio, diferente de lo que vimos en los años noventa y dos mil.

    Así que, aunque es un error describirlo como un colapso del apoyo al neoliberalismo, esa descripción sí que da en el clavo en algo, y es que las élites políticas no pueden dar por sentado que pueden salirse con la suya con las políticas sociales mercantilizadas que han aplicado durante los últimos treinta años. Ahora lo saben.

    Es un cambio importante. Porque hay una agitación dentro de la cultura política en la que se entiende que las élites políticas van a tener que cambiar, de forma drástica, la forma en que han estado haciendo las cosas.

    ¿Significa eso que van a alejarse del reaganismo, del thatcherismo, de lo que conocemos como neoliberalismo? La respuesta es, en gran medida, no. Hay un componente que están cambiando: lo que llamamos «globalización». Sin embargo, yo diría que el fin de la globalización, si queremos llamarlo así, no es el fin del neoliberalismo. Es simplemente un cambio dentro de una dimensión del neoliberalismo.

    El neoliberalismo tenía dos dimensiones. Estaba el frente interno y estaba el frente internacional. El frente internacional se ocupaba de cuestiones como los tipos de cambio, cosas por el estilo. Sin duda, está experimentando un cambio importante. Pero en cuanto a cómo los Estados y la clase capitalista se ocupan de la economía nacional —cómo acumulan capital, cómo obtienen sus beneficios, cómo tratan a los trabajadores y al Estado de bienestar—, no hay ningún indicio de que eso vaya a cambiar.

     

    MN

    ¿Podría hablar un poco más sobre su segundo punto, la base del neoliberalismo, concretamente la base política del neoliberalismo?

    VC

    Una vez que entendemos que el neoliberalismo no surgió porque las masas lo exigieran, la pregunta es: ¿cómo surgió? Bueno, surgió porque en Estados Unidos, y podemos limitarnos a Estados Unidos, se produjo un cambio en la forma en que la clase política y económica estadounidense entendía cómo reactivar el crecimiento y los beneficios.

    Desde finales de los años sesenta y durante toda la década de los setenta, la economía estadounidense estuvo bastante estancada. A finales de los setenta, el consenso, especialmente en la comunidad empresarial, era que la forma de reactivar el crecimiento era, en primer lugar, reactivar la rentabilidad. Los beneficios de las empresas.

    Las ganancias corporativas se estaban viendo afectadas, decían, por todos los costos excesivos que el Estado de bienestar y los sindicatos les habían impuesto. El Estado de bienestar, con sus altos niveles de impuestos a los ricos y su gran cantidad de seguros sociales, que, según ellos, desmotivaban a los trabajadores.

    Y luego, por supuesto, estaban los sindicatos, con todas sus reivindicaciones sobre los ingresos de las empresas para conseguir salarios más altos, pensiones, prestaciones, cosas por el estilo. Así que la idea era que teníamos que recuperar la iniciativa —«teníamos» en referencia a la comunidad empresarial— para que, al rechazar todos estos costes, pudiéramos recuperar una mayor parte de nuestros ingresos y conservarlos como beneficios.

    Y una vez que obtenemos esos beneficios, podemos reinvertirlos y esa reinversión conducirá a mayores niveles de crecimiento. Ahora bien, esta era una perspectiva elitista. Para llevar a cabo esa perspectiva, tenían que lidiar con el hecho de que los sindicatos se opondrían a ella. El primer punto de su agenda era debilitar o incluso eliminar los sindicatos.

    Así que en los años 1970, lo que vemos es un ataque generalizado al movimiento sindical, y se hace por dos razones. Es un fin en sí mismo: se reduce el poder de los sindicatos y, con ello, se aumenta el propio poder en el lugar de trabajo como directivo. Se aumentan los beneficios porque los sindicatos pueden exigir menos.

    Pero también hay un beneficio político, que es que, una vez que los sindicatos desaparecen, desaparece la principal fuente de apoyo al Estado de bienestar. Y entonces puedes empezar a rechazar todos los costes que el Estado de bienestar te impone.

    Esa era la esencia. No se impuso mediante algún tipo de deseo masivo de la clase trabajadora por el neoliberalismo. Se les impuso. Y una vez impuesto, bueno, quisieron luchar. Pero si no tienes sindicatos, si todas tus instituciones sociales están siendo desmanteladas, ¿cómo vas a luchar? No queda nada. Lo único que te queda son las elecciones.

    Así que, una vez que lo único que les quedaba era el voto, en realidad se le facilitó mucho el trabajo a los partidos políticos, porque durante esos cuatro años, entre elecciones, tienes vía libre para hacer lo que quieras, porque no hay sindicatos ni instituciones sociales.

    Ese consenso dentro de la clase dominante en favor de este nuevo tipo de economía de mercado lleva más o menos cuarenta años vigente.

     

    MN

    Entonces lo que estás diciendo es que, a lo largo del neoliberalismo, ha habido un consenso en que el Estado de bienestar perjudica la rentabilidad de las empresas. Y que, a su vez, si queremos mejorar esa rentabilidad, tenemos que eliminar un obstáculo importante para la reforma del Estado de bienestar, que son los sindicatos.

    ¿Trump está desafiando, de alguna manera, todo ese consenso, porque es alguien que básicamente se presentó a las dos elecciones con el lema «No vamos a tocar el Estado de bienestar. No voy a hacer nada para quitaros vuestras prestaciones»? Y aunque no era explícitamente prosindical como Bernie Sanders, tampoco hizo campaña con un programa antisindical.

    De hecho, en su primer mandato, trabajó con los sindicatos para mantener sus puestos de trabajo aquí. Y al comienzo de su segundo mandato, se armó mucho revuelo por el hecho de que nombrara a un secretario de Trabajo que estaba a favor de la Ley Pro. Entonces, ¿son Trump u otros políticos como él, como Josh Hawley, de alguna manera diferentes?

    VC

    Es una buena pregunta, y debe abordarse en dos niveles diferentes. El primer nivel es: ¿Podrían estos políticos ser precursores de una especie de escepticismo elitista hacia el neoliberalismo? Una vez más, por neoliberalismo nos referimos al dominio sin restricciones de los mercados sobre nuestras instituciones sociales. Y el segundo nivel es: Incluso si son escépticos al respecto, ¿son escépticos respecto a la cuestión subyacente, que es la priorización de los beneficios empresariales y el poder directivo por encima de los intereses y las vidas del resto de la población?

    Creo que esa distinción se pierde a menudo en estas conversaciones. Empecemos por la primera pregunta. ¿Es posible que personas como Trump o Hawley sean escépticas respecto al dominio tradicional del libre mercado? Creo que la respuesta es sí, son escépticos en el sentido de que están dispuestos a alejarse de algunos de sus componentes en interés del proyecto de clase más amplio al que se han comprometido. Ahora bien, ese proyecto de clase más amplio es lo que trataré en la segunda dimensión de la que he hablado, pero el mero hecho de que estén interesados en cuestionarlo no debe eludirse ni minimizarse. Creo que es algo importante y que ha tenido eco entre la población.

    La razón por la que ha resonado en la población es porque, como he dicho antes, están muy enfadados. Ya no están dispuestos a tolerar el régimen tradicional. El dilema al que se enfrenta la clase dirigente estadounidense —y la europea— es que no son ellos los que quieren alejarse de cuarenta años de neoliberalismo. Es algo que les está siendo impuesto por la población.

    Entonces, lo que están tratando de averiguar es: ¿cómo podemos mantener los aspectos más amplios de nuestro poder sobre la población mientras reestructuramos las instituciones de alguna manera para absorber todos los ataques, las críticas y el resentimiento del electorado? Eso es lo que están tratando de hacer. Ahora bien, para lograrlo, puedes tener a alguien como Hawley diciendo: «Necesitamos preservar la red de seguridad social». Puedes tener a alguien como Trump diciendo: «No tocaré Medicaid ni Medicare».

    Pero hay que entender qué son esas cosas. No son, en modo alguno, una revitalización del Estado de bienestar. En el mejor de los casos, lo que dicen es que mantendrán el statu quo anterior. El statu quo anterior es lo que ha provocado toda la ira de la población en primer lugar. Así que no es una solución muy buena. Lo único que dicen es que no mantendrán el ritmo acelerado con el que han estado desmantelando todo y obligando a la gente a tragarse los mercados.

    Pero desde el punto de vista de la gente, no es nada. Es algo, ¿no? Y ahora están tan desesperados por algún tipo de alivio tras cuarenta años de miseria que una gran parte del electorado ve eso como algo a lo que aferrarse. Así que es muy posible que veamos a algunos sectores del Partido Republicano —e incluso a algunos sectores de la derecha europea— apoyar algún tipo de programa redistributivo débil. Y con eso nos referimos a algún tipo de Estado de bienestar débil. Es totalmente posible.

     

    MN

    Lo que están haciendo es simplemente no seguir atacando.

    VC

    Así es. Debemos entenderlo como una ralentización del ritmo del desmantelamiento, más que como una inversión del mismo.

     

    MN

    Correcto. Y es notable que Trump no esté siendo comparado con Roosevelt en este caso.

    VC

    No. Y ya sabes, el populismo en su momento significaba ataques masivos al poder de la élite. El populismo actual simplemente significa ralentizar los ataques a la clase trabajadora. Eso es todo lo que significa. De acuerdo. Pero mira, no es insignificante. Incluso Hawley, a quien la gente señala como precursor de los cambios dentro del Partido Republicano, está bastante aislado. En la actualidad, es muy reducido el contingente dentro del Partido Republicano que está interesado en preservar la red de seguridad social. Hay literalmente una docena, quizá dieciocho congresistas y un senador. Así que no estamos hablando de un cambio importante en el partido.

    Pero, de nuevo, no debemos ignorarlo. No es insignificante. Y si no fuera por ellos, ahora mismo veríamos en la reforma fiscal de Trump un ataque generalizado a Medicaid. Ahora bien, hay una cuestión más profunda, que es suponer que esa versión del Partido Republicano, ese ala del Partido Republicano, esa ala de la derecha europea, crece hasta cierto punto. Y  vemos un giro hacia los sindicatos y  vemos un giro hacia algún tipo de alejamiento del libre comercio y cosas por el estilo. ¿Significa eso el fin de los últimos cuarenta años de dominio de clase y poder de los empresarios? La respuesta tiene que ser no.

    Esto significa, en mi opinión, que el neoliberalismo no es el problema. Recuerden que empezamos diciendo que la esencia del neoliberalismo es un giro hacia el tipo de dominio de los mercados del siglo XIX. La cuestión es que lo que requiere una democracia plena no es tanto una reducción de los mercados en sí mismos, sino la plena participación de la gente común en las instituciones políticas que los gobiernan. Es posible que haya un dominio sin restricciones del capital en una situación en la que existen instituciones corporativistas.

     

    MN

    ¿Puede explicar qué es una institución corporativista y por qué sería compatible con el poder capitalista?

    VC

    Lo que intentamos comprender es: ¿qué necesitan los trabajadores para defender sus intereses en una situación en la que estos no coinciden con los de los ricos? La razón por la que la clase trabajadora luchó por la democracia es porque pensaba que las instituciones democráticas, el derecho al voto, serían una flecha más en su carcaj para intentar luchar por una vida digna en una situación en la que no tiene mucho control sobre las instituciones clave de la sociedad: el lugar de trabajo, el gobierno, cosas así.

    Así que pensaron que el voto era un elemento muy importante para ello, y los sindicatos son un elemento muy importante para ello. Ahora bien, el deseo de la clase dominante de desmantelar todas estas instituciones, como los sindicatos y otras instituciones sociales, se debía a que quería ejercer un dominio unilateral sobre la política y la economía.

    Hay varias formas de ejercer ese dominio unilateral. Una es a través de los mercados libres, pero también pueden hacerlo organizando a la sociedad civil en lo que se denomina organismos corporativos. No se trata de empresas. Se trata de entidades colectivas que organizan los intereses de las personas de alguna manera. Los sindicatos son un organismo corporativo. Las asociaciones cívicas son un organismo corporativo. Los partidos políticos también pueden ser un organismo corporativo.

    A menudo se olvida que en los años veinte y treinta, cuando la extrema derecha tenía el mayor poder que hemos visto en el último siglo, no lo hizo a través de los mercados libres. Lo hizo a través de lo que se denomina instituciones corporativistas. Es decir, sindicatos, asociaciones cívicas, grupos de ciudadanos. Todas estas cosas que asociamos con una democracia próspera también pueden ser instrumentos del poder capitalista. El ejemplo clásico de esto fue el fascismo.

    En el fascismo no imperaba el libre mercado, sino el dominio de las empresas a través de asociaciones cívicas y organismos ciudadanos. Incluso llegaron a controlar los sindicatos. La razón por la que señalo esto es que lo que la izquierda debería luchar no es por el fin del libre mercado en sí mismo, aunque eso es importante, sino por el fin de la hegemonía de las empresas sobre la sociedad.

    Esa hegemonía de la clase patronal puede ejercerse a través de los mercados libres, pero también a través de cosas como los sindicatos de empresa. Puede ejercerse a través de cosas como los grupos vecinales de derecha, cuya función real es vigilar a los ciudadanos. Puede ejercerse a través de unos medios de comunicación que, en apariencia, son libres, pero que en realidad están completamente controlados por sus propietarios privados, que los utilizan como instrumentos de propaganda.

    Eso significa que cuando vemos al Partido Republicano avanzar formalmente hacia el apoyo a cosas como alguna forma de sindicatos o instituciones sociales, no hay que tomarlo como una victoria de la izquierda. Porque, en el contexto de la hegemonía de los empresarios y las empresas sobre la política, estas aperturas hacia los sindicatos, etc., pueden volverse en contra de los intereses de los trabajadores y a favor de los intereses de los empresarios.

    Así que ahora mismo, cuando vemos a alguien como Trump o Hawley diciendo que debemos alejarnos del neoliberalismo, eso no significa que estén diciendo que debemos avanzar hacia el empoderamiento de los trabajadores. Podrían estar diciendo simplemente que necesitamos nuevas formas de control social. Y esas nuevas formas de control social, formalmente, en apariencia, pueden parecer realmente el tipo de instituciones que asociamos con una democracia próspera. Históricamente, el polo opuesto de una sociedad democrática, que es el fascismo, tenía todo tipo de instituciones que eran contrarias al libre comercio y al libre mercado, ninguna de las cuales favorecía los intereses de los trabajadores.

     

    MN

    Creo que tus comentarios aportan mucha claridad sobre el estado de la situación política. Pero probablemente el fenómeno más importante al que se refiere la gente cuando dice «esto significa el fin del neoliberalismo» son los ataques a la globalización y la supuesta desglobalización que está instaurando Trump. ¿Hasta qué punto cree que es legítimo? ¿Estamos desglobalizándonos?

    VC

    Creo que se puede decir que nos estamos desglobalizando si con ello nos referimos a que la expansión e integración continuadas de la economía global están llegando a su fin. No es que la integración esté llegando a su fin, sino que la expansión continua de la integración está llegando a su fin. Y eso, en realidad, si entendemos que la desglobalización lleva ya unos quince años en marcha, desde la crisis de 2008.

    Lo que vemos desde la crisis de 2008 es que el nivel de integración —si lo medimos cuantitativamente— de la economía global se ha estancado. Desde aproximadamente 1980 hasta 2010, fue en aumento. La economía mundial se fue integrando cada vez más. Alrededor de 2010 se estabilizó, lo que significa que no se desintegró, no se desmanteló la integración, sino que simplemente entró en una fase de estancamiento, con el nivel de integración existente más o menos igual.

    Eso significa el fin de la expansión de la integración global. ¿Es posible que empecemos a ver una reducción del grado de integración? Sin duda es posible. Pero si tuviera que aventurar una respuesta, diría que lo que veremos es una ligera reducción del nivel de integración y luego una nueva estabilización. Es decir, no se producirá una desglobalización continua a lo largo del tiempo. Lo que veremos es un descenso gradual del nivel de integración y luego una estabilización a partir de un punto determinado. Y la razón es sencilla: el grado de integración es tan grande que deshacerlo para volver a unas economías nacionales aisladas sería tan disruptivo que los gobiernos no podrían soportarlo.

     

    MN

    ¿Crees que las políticas comerciales de Trump son en parte responsables de esta dinámica?

    VC

    Sí, sin duda. Ha sido un acontecimiento cataclísmico. Ahora bien, aún es pronto y Trump ha dado marcha atrás en gran parte de lo que ha hecho. Pero ya se sabe que es el modus operandi de Trump. Subió los aranceles a niveles desorbitados, como si fuéramos a sufrir una catástrofe mundial, y ahora los ha rebajado a niveles simplemente muy altos, que no parecen catastróficos, pero que siguen siendo bastante elevados para los estándares históricos.

    Y nadie sabe dónde va a acabar todo esto. Pero tenemos que esperar una clara posibilidad de que se produzca un cierto grado de desintegración de esa integración.

     

    MN

    Las especulaciones que he oído sobre dónde acabaremos son vagas y ominosas, del tipo «no podemos volver atrás», y eso va de la mano con este comentario sobre cómo Trump ha dañado irreparablemente la reputación de Estados Unidos. Volviendo a nuestro episodio sobre el poder blando, la implicación es que lo que Trump está haciendo en esencia es desmantelar el imperio estadounidense, y eso se presenta como otro dato para decir: «Bueno, miren, el neoliberalismo está llegando definitivamente a su fin porque siempre ha coexistido con el imperio estadounidense».

    VC

    Hay cierta confusión, y eso se debe a que el neoliberalismo se ha convertido en un cajón de sastre que lo abarca todo. Así que creo que hay una reducción del imperio estadounidense, pero no es por culpa de Trump. Lo dije hace varios episodios: lo que Trump está haciendo es simplemente reconocer un hecho, que es que el poder geopolítico estadounidense ya no es incuestionable como lo era hace treinta o cuarenta años. El poder geopolítico se basa en última instancia en el dominio económico, y el dominio económico estadounidense en la economía mundial simplemente no es lo que era hace cuarenta años.

    Ahora hay países que han logrado ascender en la escala económica mundial. China es el mejor ejemplo, pero no es el único. En América Latina, economías como la de Brasil. En el sur de Asia, la economía india. Obviamente, está Rusia, que ha logrado defenderse de toda Europa que ha acudido en ayuda de Ucrania.

    Todo esto demuestra que Estados Unidos ya no puede seguir tomando decisiones unilaterales en la economía mundial, lo que significa que tiene dos opciones: o bien seguir con las fantasías de Biden, que consiste en seguir siendo una potencia política hegemónica a nivel mundial, aunque económicamente ya no pueda tomar decisiones, o bien reducir sus ambiciones políticas globales a la misma escala que sus ambiciones económicas, es decir, a la escala de su capacidad económica. O bien rebajar sus ambiciones políticas globales al mismo nivel que sus ambiciones económicas, es decir, a su capacidad económica.

    Y creo que si no hubiera sido Trump, si hubiera sido cualquier otra persona, habrían tenido que hacer lo mismo. Estados Unidos ya no puede tomar las decisiones. Por lo tanto, se está reduciendo el alcance de Estados Unidos a nivel mundial. ¿Significa eso que el imperio estadounidense se está reduciendo? Sí, tiene que ser así, porque un imperio es simplemente la influencia que se ejerce sobre otros países, y eso se va a reducir. No hay forma de evitarlo.

    ¿Significa eso que el imperialismo estadounidense está llegando a su fin? Por supuesto que no. Simplemente será una potencia imperialista más débil que hace cuarenta o cincuenta años. Entonces, cuando decimos que los aranceles están provocando el fin o el desmantelamiento de un aspecto del neoliberalismo, ¿significa eso que los trabajadores estadounidenses deberían apoyar el régimen arancelario? La respuesta es no, en realidad no, porque volvemos al punto que he mencionado antes, que el neoliberalismo no es el problema. El problema es si los trabajadores tienen algo que decir en lo que está pasando a su alrededor. Los aranceles no son un regalo para los trabajadores, sino para el capital. Lo que hacen los aranceles es reducir las amenazas competitivas a las que se enfrentan los empresarios por parte de sus rivales en otras partes del mundo.

    Eso sí que es un regalo para los empresarios. Hay una parte de la izquierda que piensa que si de alguna manera se recupera la industria manufacturera, se podrá volver a sindicalizar. No es así. Si nos fijamos en los nuevos talleres del mundo, ya sea en China, en algunas partes de la India o en algunas partes de América Latina, donde el capital ha fluido en los últimos veinte años para reactivar la industria manufacturera o para construirla, vemos que son talleres infernales.

    Las condiciones de trabajo allí son peores que las que hemos visto nunca en la industria manufacturera en cualquier parte del mundo. Peores que las de la industria manufacturera del siglo XIX en Inglaterra y Alemania. La industria manufacturera no significa el renacimiento de los sindicatos. La organización significa el renacimiento de los sindicatos, y lo cierto es que la clase empresarial ha aprendido en los últimos ochenta años a inmunizarse también contra los esfuerzos de organización dentro de la industria manufacturera. Llevan unas cuatro o cinco décadas de ventaja a la izquierda, que sigue viviendo en ese mundo fantástico de los años treinta y cuarenta, en el que, si se consigue la industria manufacturera, se repetirá la historia de esos años. No será así, porque las formas de poder y control gerencial han evolucionado enormemente desde entonces.

    Vamos a tener que idear estrategias de organización completamente nuevas, incluso en la industria manufacturera. Así que, aunque los aranceles de Trump devuelvan en cierta medida la industria manufacturera a Estados Unidos, lo que probablemente ocurrirá en cierta medida, eso no significa que vayan a volver los sindicatos. Eso depende de que los organizadores aprendan el nuevo panorama, no solo en los servicios, sino también en la industria manufacturera.

    No hay razón para suponer que, en este nuevo panorama, la vuelta de la industria manufacturera aumente la probabilidad de que surjan sindicatos y se organicen. Simplemente no hay razón para creerlo, porque el poder y las formas de control gerencial en la industria manufacturera son completamente diferentes a lo que eran en la década de 1930. Vamos a tener que reinventar el significado de la organización, lo que significa que «el fin del neoliberalismo» a nivel internacional en el régimen global no debe verse como una panacea ni como un regalo para la izquierda o los trabajadores per se. Es, en primer lugar, un regalo para el capital.

    Seguimos en la era del dominio incuestionable del capital. El hecho de que esté experimentando con nuevas formas institucionales no debe engañarnos.

     

    MN

    ¿Dices que ha habido algunos cambios políticos significativos en los últimos diez años, mientras que nuestra política estuvo marcada por Trump y su presencia, pero que esos cambios no han alterado realmente las dinámicas de poder fundamentales de la sociedad, sino que se han instituido para reforzarlas?

    VC

    Hay indicios de que la clase dominante y la clase política están muy inquietas. Les preocupa que ya no se pueda dar por sentada la tranquilidad de una población pacificada, abatida y cínica. Por eso están experimentando con nuevas instituciones sociales y económicas que podrían lograr dos cosas: en primer lugar, sofocar de alguna manera toda la ira y el resentimiento de la población y, en segundo lugar, preservar el desequilibrio básico de poder entre los detentadores de la riqueza y el resto de la población.

    Y lo que nosotros, como izquierdistas, no debemos hacer es dejarnos confundir por el hecho de que estén utilizando la retórica del antineoliberalismo y la retórica del antiliberalismo. No debemos confundir eso con la retórica del empoderamiento social. Porque eso nunca vendrá de arriba. Nunca vendrá de la derecha quitándose la venda de los ojos y diciendo: «Bueno, ahora queremos ser un partido de la clase trabajadora».

    Eso solo vendrá si los trabajadores y los ciudadanos de a pie imponen a estos centros de poder su propia visión de cómo sería una sociedad más democrática, e insisten en que las instituciones que están construyendo estén libres del control de los empresarios, libres del control de sus señores corporativos y políticos, y estén sujetas a sus propios dictados, a su propia toma de decisiones democrática. Nada de eso figura en la agenda de todo este populismo de derecha, ni siquiera en el populismo del Partido Demócrata.

    Porque, como he dicho antes, la lucha actual entre demócratas y republicanos es que los demócratas quieren una clase política más multirracial y socialmente heterogénea que gobierne al pueblo, y los republicanos están más contentos con una clase política más blanca y tradicional que gobierne al pueblo. Ninguno de estos dos partidos piensa en el 80% más pobre de la población.

    Y hasta que eso ocurra, es posible que se produzca un alejamiento de lo que se denomina neoliberalismo, que es el dominio de los mercados. Pero no se alejará el dominio de clase de los ricos y las élites sobre la población, porque pueden hacerlo a través de diversas instituciones, de las cuales solo una es el libre mercado.

     

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  • Milei auguró «un gran consenso capitalista en Argentina»

     

    El presidente Javier Milei expuso en el American Business Forum en Miami, donde agradeció a su «amigo» Donald Trump y aseguró: «Absolutamente que vamos a hacer Argentina y América Great Again. Y no se dejen intimidar por algunos resultados locales».

    En un discurso con fuerte tono ideológico, el mandatario convocó a formar «un gran consenso capitalista en Argentina» y una «gran coalición del crecimiento».

    Milei dedicó la mayor parte de su intervención a una defensa moral del capitalismo, criticando la intervención estatal. Afirmó que el Estado se expande bajo la excusa de la «justicia social» hasta llegar al «control total», es decir, el «comunismo». «El capitalismo no es mal alguno, sino que es la forma que toma la verdadera justicia en este mundo», sentenció.

    Sostuvo que el sistema capitalista «no solo es más productivo, sino que es el único que está de mano de la moral y de la ética, no como el sistema asesino de ellos«.

    El presidente celebró la «victoria histórica en las elecciones legislativas» , asegurando que «dos de cada tres argentinos no quieren volver al pasado, ya no quieren más socialismo del siglo XXI, ya se dieron cuenta de la mentira».

    Culpó a la oposición por los «meses muy duros» previos, denunciando un «golpe económico que la oposición intentó llevar a cabo desde el congreso» que «ralentizó» la economía.

    En esa línea, Milei destacó la reacción del mercado tras los comicios: «El mercado argentino, tuvo su mayor suba histórica en un día, su mayor suba histórica en una semana y sigue subiendo» , y el riesgo país bajó «más de 400 puntos».

    Atribuyó la volatilidad previa al «riesgo kuka, o sea el riesgo kirchnerista, o sea el riesgo del socialismo» , y mencionó que el socialismo «en algún lugar de la costa Este ha entrado. Se disfrazan de corderos y son peor que el peor de los rapaces lobos».

    Milei afirmó que su plan de estabilización tuvo «consenso social, sí, pero sin consenso político».

    «Tenemos la vocación de alinear a todos los actores pro-capitalistas del país que representan al menos dos tercios de nuestra sociedad», remarcó.

    Anunció que a partir de diciembre tendrán «el congreso más reformista de la historia argentina» , asegurando que ya cuentan «con el tercio necesario para sostener nuestros decretos y vetos» y que buscarán mayoría para una «modernización laboral» , «baja de impuestos» y reformas penales. «En Argentina, el que las hace, las paga».

    Finalmente, el presidente agradeció a la administración Trump «por haber alcanzado un acuerdo por la cuota de carne argentina, cuatro veces superior al anterior» y cerró su discurso con las arengas: «¡Viva la libertad carajo! ¡Make America Great Again!».

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  • Colapinto desobedeció a Alpine y superó a Gasly segun la telemetría

     

    Colapinto finalizó 17º en el Gran Premio de Austin, disputado en el Circuito de las Américas

    A pesar de las limitaciones y el bajo rendimiento del Alpine A525, el joven de 22 años logró superar en pista a su compañero Pierre Gasly, desobedeciendo una orden de equipo que le indicaba mantener posiciones. Colapinto largó 15º, perdió dos posiciones en la salida y se mantuvo competitivo en los primeros giros, aprovechando abandonos y detenciones en boxes para avanzar. Sin embargo, la falta de ritmo del Alpine A525 lo relegó, siendo superado por varios rivales con mejor rendimiento.

    En la segunda parte de la carrera, tras cambiar a neumáticos blandos, mostró una buena gestión y velocidad, marcando tiempos mejores que su compañero según la telemetría oficial, que evidenció su superioridad en ritmo y manejo. Su maniobra sobre Gasly —a pesar de las órdenes contrarias— dejó una clara señal de carácter y ambición, interpretada por muchos como una afirmación de su rol titular en Alpine para 2026. La carrera fue ganada por Max Verstappen (Red Bull), seguido por Lando Norris (McLaren) y Charles Leclerc (Ferrari).

    El próximo encuentro de la temporada será el Gran Premio de México, que se disputará el próximo fin de semana en el Autódromo Hermanos Rodríguez de Ciudad de México.

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  • Paro por 24 horas: «El plan de Milei y Lugones es vaciar el Garrahan»

     

    Imagen: NA

    Este miércoles 25 de junio desde las 7 de la mañana, los trabajadores del Hospital Garrahan realizarán un nuevo paro en reclamo de mejoras salariales. Exigen que el sueldo básico alcance los $1.800.000 y denuncian un plan sistemático del gobierno de Javier Milei para vaciar el principal hospital pediátrico del país. Además de la huelga, organizan un festival solidario desde las 9 hasta las 22 para visibilizar el conflicto y sumar apoyo social. Apuntan directamente contra el presidente Milei y el ministro de Salud, Mario Lugones, a quienes acusan de impulsar una “guerra contra la salud pública”. Reproducimos comunicado.


    «Nuestra asamblea general ratificó el paro que realizaremos mañana miércoles 25/6 desde las 7 am. Es una respuesta a la guerra que el gobierno está emprendiendo contra el principal hospital pediátrico del país. El propio Javier Milei ratificó las barbaridades que vienen diciendo sus funcionarios, incluidas flagrantes mentiras. Por ejemplo, que el personal administrativo es mayoría, cuando representa solo al 10% del total, según las estadísticas oficiales de una institución que está controlada en su gestión por el gobierno desde diciembre de 2023. El presidente llegó a sostener la aberración de que un salario superior a los $380000 superaría la línea de pobreza. Como si todo esto fuera poco, planteó que las residencias deberían ser sin salario, lo cual desmantelaría por completo el sistema público de salud» declaró Alejandro Lipcovich, secretario general de la Junta Interna de ATE

    «Mientras el personal del Garrahan protagoniza hitos de la salud pública con salarios de hambre, el consejero nombrado por el gobierno a dedo (Jorge Menehem) acaba de dejar de estar nombrado ad honorem para pasar a percibir un salario bruto cercano a los 6 millones de pesos. Son la peor casta, y encima al servicio de destruir la salud pública» agregó Lipcovich

    «El plan de Milei y Lugones es claro: vaciar el Garrahan y desmantelar al sistema de salud. Pero se están encontrando un gran obstáculo en el Garrahan, que mediante la pelea de sus trabajadores por salario y condiciones de trabajo logró un apoyo sin precedentes. Es que nuestro pedido de un salario inicial de $1800000 es equivalente a la defensa del hospital. Por eso, el plan de lucha se profundizará. Exigimos que cesen las maniobras dilatorias y se concrete una propuesta concreta por parte del gobierno y las autoridades», destacó Gerardo Oroz, secretario adjunto de ATE Garrahan

     

    Contactos

    Alejandro Lipcovich, secretario general de la Junta Interna de ATE Garrahan, 1138585957

    Gerardo Oroz, secretario adjunto, 1164139343

     

     

     

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  • Economía: ¿Qué festeja Milei?

     

     

    Tras conocerse el dato de inflación de mayo, que marcó 1,5%, el número más bajo desde mayo de 2020, el presidente Javier Milei y ministros celebraron el logro en redes sociales. El costo de vida subió 1,5% en mayo último mientras que la inflación interanual fue del 43,5%, el índice de precios más bajo en los últimos cinco años. Además, en los primeros cinco meses de este 2025, los precios subieron 13,3%. El rubro de «Comunicación» fue el más alto con 4,1% de variación mensual, seguida por Restaurantes y hoteles (3%). A su vez, «Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles se ubicó por encima del nivel general en 2,4%. Llamativamente los alimentos y bebidas no alcohólicas variaron 0,5% en mayo. Sin embargo, el consumo sigue en caída y las familias están cada vez más endeudadas. Por Mario Hernandez.


     

    El gobierno apunta a mantener el «dólar electoral» hasta las elecciones de octubre con un fuerte y costoso endeudamiento público.

    El gobierno festejó el dato y busca instalar que sus políticas fueron efectivas. El presidente Javier Milei tuiteó «el mejor ministro de economía de la historia argentina… por lejos…», en referencia al ministro de Economía, Luis Caputo. Sin embargo, detrás de la desaceleración inflacionaria que poco se siente en los bolsillos de las clases trabajadoras, se esconde una acumulación de desequilibrios. El tipo de cambio «pisado» sobre la base de un fuerte endeudamiento externo público actúa como un factor atenuante de la inflación, que se suma al ajuste recesivo que desplomó los ingresos y el consumo. En marzo la economía se contrajo 1,8% respecto al mes anterior.

    En abril el Fondo Monetario Internacional (FMI) acordó un nuevo préstamo con Milei por otros U$S 20.000 millones, que se suman al acuerdo pautado desde el macrismo. Así, la Argentina encabeza el ranking de los países más endeudados con el organismo internacional, con una deuda de U$S 63.986 millones. La cifra representa más del cuádruple del monto adeudado por Ucrania, que se encuentra en el segundo lugar, de acuerdo a la Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).

    Se suma a ello la «ayuda» del gobierno norteamericano a Milei. El Fondo viene de posponer la revisión del 13 de junio para fines de julio, donde el Gobierno tenía que cumplir una meta de acumulación de reservas netas de U$S 4.500 millones.

    Pero además de la deuda con organismos internacionales, el «endeudador serial» Caputo sigue emitiendo todo tipo de bonos para atraer fondos especulativos extranjeros en base a tasas de interés exorbitantes. Un Bonte por U$S 1.000 millones, sumado a un Repo el miércoles por U$S 2.000 millones que involucra a siete bancos internacionales y establece una tasa de interés elevadísima en dólares del 8,25% anual. Y así, se estima que emitirá deuda de hasta U$S 7.000 millones en el año.

    De esta forma, busca sostener las reservas del Banco Central en base a nueva deuda, cada vez más cara, que va generando una bomba de tiempo difícil de evitar, mientras por otra ventanilla paga millones de dólares en intereses. Hay pérdida de reservas, aun cuando el superávit comercial de 2024 fue extraordinario (casi 19.000 millones de dólares). Cuando los fondos especulativos decidan retirarse no habrá posibilidad de endeudamiento que alcance, y más tarde que temprano podrá verse forzado a una devaluación que intentarán descargar sobre los trabajadores.

    Lejos de fortalecer la economía del país, estas medidas sólo profundizan las contradicciones estructurales y garantizan el sometimiento a las políticas de ajuste dictadas por el FMI. Es necesario ponerle un freno desde abajo, y rechazar mediante la movilización popular este endeudamiento fraudulento a la medida de las ganancias de un puñado de especuladores, peleando a su vez una salida favorable a las mayorías trabajadoras.

     

    La libertad de ser pobre avanza

    Es difícil imaginar una familia celebrando frente al televisor cuando el Gobierno anunció que la inflación fue del 1,8%. Desde Casa Rosada lo festejaron con bombos y platillos, pero en la mesa del hogar saben lo que realmente ocurre: aumento la venta de alitas, menudos y carcasas de pollo. La crisis popularizó los cortes más baratosque subieron un 11% en abril, cinco veces más que el INDEC.

    La consultora Zubán Córdoba salió a la calle y confirmó lo que todos sienten: ocho de cada diez personas creen que los precios siguen subiendo. Cuando se preguntó si la inflación impactó en la vida cotidiana en los últimos cinco meses, un 57,7% respondió que sí, y un 21,9% que sí, moderadamente. Es decir, más del 70% siente el golpe inflacionario en carne propia. Solo dos de cada diez minimizaron el impacto.

    A pesar de 16 meses consecutivos de caída del consumo, el Gobierno se aferra a la desaceleración inflacionaria minimizando que los rubros que más aumentaron fueron alimentos y bebidas, educación y transporte. Celebran un modelo que acumula salarios cada vez más bajos, sin obra pública y con tarifas de servicios, alza en precios de alquileres y carne, que ahora se vende en cuotas. Un camino directo al abismo.

    Por eso decimos que nunca se trabajó tanto para ganar tan poco. Oficialmente dos millones y medio de argentinos trabajan 17 horas por día. Aunque la bandera del Gobierno es el combate contra la inflación, los principales perjudicados son los trabajadores. Según el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), encabezado por Claudio Lozano, la precarización laboral alcanza al 42% de la población activa. Entre los jóvenes, ese porcentaje sube al 71,7%.

    El propio INDEC informó que el 50% de los trabajadores registró ingresos por debajo de los $600.000 en el último trimestre de 2024. No sólo se trata de magros ingreso, el gran problema es lo que se ha perdido desde la llegada de Milei al gobierno: un trabajador formal promedio perdió casi 2.000.000 de pesos en términos reales. En el caso de los estatales, el deterioro es aún peor: la pérdida acumulada supera los 6.000.000.

    Ese matrimonio que ve las noticias y duda del 2,8%, con más o menos detalles, porque ya despidieron a un familiar o un vecino, sabe que desde que Milei es presidente desaparecidas 13.111 pequeñas y medianas empresas y se destruyeron 219.670 empleos registrados.

    Pese a este panorama, Argentina sigue perdiendo oportunidades. Recostado en un alineamiento enfermizo con los Estados Unidos, el gobierno de Milei ignoró el encuentro de la CELAC en Beijing y se negó a firmar un documento respaldado por 32 de los 33 países de América Latina y el Caribe. En esa cumbre participaron Lula, Petro y Boric, entre otros. Además de líneas de crédito se firmaron acuerdos comerciales en el marco de la Nueva Ruta de la Seda, el megaplan de infraestructura impulsado por China. Mientras tanto, el comercio entre China y la región alcanzó los 515.000 millones de dólares en 2024.

    Ahora la atención se centra en Tierra del Fuego, donde 7.000 puestos de trabajado están en riesgo tras el anuncio del gobierno de reducir un 30% los aranceles para productos electrónicos, tanto nacionales como importados. El gobernador Gustavo Melella advirtió que demandará al Estado si avanza esta medida. La UOM declaró un paro total por tiempo indeterminado. Frente a esta situación, el ministro Federico Sturzenegger ironizó con crueldad: “Tierra del Fuego debería convertirse en un parque de diversiones de nivel mundial”.

    Es la muestra más clara de un gobierno que desprecia la industria nacional y las realidades del interior del país. Tierra del Fuego es la provincia más austral y para acercar familias se le otorgó un régimen fiscal especial que la exime o reduce significativamente los impuestos para fomentar la promoción del desarrollo económico y la industria nacional.

    En línea con su modelo de país para unos pocos, el Gobierno impulsa ahora el fondo de cese laboral, que busca reemplazar las indemnizaciones por despido previstas en la Ley de Contrato de Trabajo. La propuesta es un sistema similar a un seguro, pagado mensualmente por el empleador, que el trabajador cobra al ser despedido. No hay garantía mínima sobre el monto, y representa un nuevo retroceso en derechos laborales.

    No quieren dejar nada en pie. Desmantelan lo público y desprecian a los trabajadores. Fomentan el odio al migrante, intentando instalar un enemigo donde nunca lo hubo, sembrando división en un país que no se caracteriza por odiar a sus vecinos. Y utilizan las fuerzas de seguridad para seguir reprimiendo a los jubilados y toda protesta legítima. Pero van acumulando bronca en el pueblo.

     

    Una familia tipo necesitó $1.110.624 para no ser pobre en mayo

    Una familia compuesta por dos adultos y dos menores requirió ingresos por al menos $1.110.624 para no ser considerada pobre en mayo de 2025. Al mismo tiempo, los hogares integrados por cuatro integrantes precisaron un mínimo de $500.281 para no quedar bajo el umbral de la indigencia, menos que el mes previo debido al a estabilidad de los precios de los alimentos.

    La canasta básica alimentaria (CBA) fue de -0,4% mientras que la de la canasta básica total (CBT) fue de 0,1%. Las variaciones de la CBA y de la CBT resultaron de 29,3% y 30,5% en términos interanuales y acumulan en el año incrementos de 11,3% y 8,4% respectivamente», explicó el INDEC.

     

    Los servicios aumentaron hasta 707%

    Se publicó un informe que muestra que en el primer año del gobierno de Javier Milei, la clase media sufrió un fuerte deterioro en su poder adquisitivo y en su acceso a bienes actividades. Así, obligó a cambiar la forma en que consumen, dejando de lado productos tradicionales y perdiendo calidad de vida.

    A lo largo del primer año de gobierno, la inflación de los servicios fue más alta que la de los bienes en 11 de los 12 meses, por lo que las familias tuvieron que redistribuir su presupuesto y los servicios aumentaron un 33% más en comparación con los bienes. Esta diferencia genera un “efecto tijera”: mientras los ingresos intentan seguir el ritmo de la inflación general, el costo de vida sube mucho más por el lado de los servicios.

    En la Ciudad de Buenos Aires, el gas subió un 631%, el transporte un 707%, la electricidad un 390% y el agua un 350%. A diferencia de los alimentos, cuyos precios subieron en menor medida, los servicios registraron aumentos mucho más altos, afectando de forma directa el bolsillo de la clase media.

    El Centro R.A. de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, que promueve y difunde estudios sobre políticas para el desarrollo argentino comparó datos de consumoinflación ingresos, centrados en la clase media, y se reveló una reconfiguración forzada del gasto familiar. En el primer año de la gestión, el 59% del gasto de los hogares se destinó a servicios, un aumento de 10 puntos porcentuales respecto al año anterior.

    A pesar de que los salarios aumentaron en términos nominales, el poder real de compra bajó porque las familias tuvieron que destinar más dinero a pagar gastos fijos indispensables.

    El informe también muestra un panorama difícil para la clase media argentina. Allí, la recuperación salarial hacia fines de 2024 parece positiva, pero es engañosa frente al ajuste que tuvieron que hacer las familias en sus gastos. Muchas personas tuvieron que cambiar lo que compran porque los precios relativos de los productos y servicios cambiaron mucho.

    Para ser considerado clase media en el tercer trimestre de 2024, una persona debía tener ingresos mensuales entre $372.000 y $1.192.000. Esto exigía una suba del 125% desde el inicio del gobierno. Sin embargo, los salarios aumentaron en promedio un 119%, lo que no alcanza para sostener esa posición social.

     

     

     

    CABA: Cuánto tiene que ganar una familia por mes para ser de clase media

    Una familia tipo necesitó ingresos por al menos $1.868.181,91 para ser considerada de clase media en mayo de 2025 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Al mismo tiempo, las estadísticas oficiales mostraron que el mismo grupo precisó $1.181.436 para no quedar bajo la línea de la pobreza.

    Ambas canastas aumentaron por debajo del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de la Ciudad de Buenos Aires, que en febrero marcó un alza del 1,6%. En la comparación interanual, la CBA acumuló un incremento del 31%, mientras que la CBT trepó un 37,36%. La diferencia entre ambas se explica por la inclusión de bienes y servicios no alimentarios en la segunda.

    De todos modos, tanto los valores que marcan las líneas de pobreza e indigencia se ubicaron muy por debajo del incremento interanual del IPC porteño, que alcanzó el 48,3%. Este porcentaje, además, se habría ubicado por encima del índice a nivel nacional correspondiente al mismo período.

    El IDECBA clasifica a las personas según el nivel socioeconómico de su hogar, lo que permite identificar a los sectores más vulnerables en términos de pobreza e indigencia y distinguir la heterogeneidad de los sectores no pobres de manera de facilitar un análisis más integral de la situación social, la de cada uno de los estratos definidos y su evolución a lo largo del tiempo.

     

    Canastas en CABA: cómo se clasifica cada nivel socioeconómico

    • En situación de indigencia: Hogares cuyo ingreso total mensual no alcanza para cubrir la Canasta Básica Alimentaria (CBA – Línea de indigencia). En diciembre formaron parte de este intervalo quienes percibieron ingresos menores a $637.167,29.
    • En situación de pobreza no indigente: Hogares cuyo ingreso total mensual no alcanza para cubrir la Canasta Básica Total (CBT – Línea de pobreza) pero permite al menos adquirir la CBA. En esta situación se encuentran quienes perciban ingresos entre $637.167,29 y $1.181.435,67.
    • No pobres vulnerables: Hogares cuyo ingreso total mensual es de al menos la CBT y no alcanza la Canasta Total (CT) del Sistema de Canastas de Consumo. El intervalo de familias con ingresos entre $1.181.435,67 y $1.494.545,52.
    • Sector medio frágil: Hogares cuyo ingreso total mensual es de al menos la CT y no alcanza 1,25 veces la CT del Sistema de Canastas de Consumo. Quienes percibieron entre $1.494.545,52 y $1.868.181,90.
    • Sector medio “clase media”: Hogares cuyo ingreso total mensual es de al menos 1,25 veces la CT y no alcanza 4 veces la CT del Sistema de Canastas de Consumo. Los grupos que tuvieron ingresos que van de los $1.868.181,90. a los $5.978.182,11.
    • Sector acomodado: Hogares cuyo ingreso mensual es de cuatro veces o más la CT del Sistema de Canastas de Consumo. De $5.978.182,11 en adelante.

     

    La actividad económica cayó 1,8% en marzo

    A contramano del sendero alcista que venía transitando, la actividad económica cayó 1,8% en marzo en términos mensuales desestacionalizados y quebró una racha de 10 meses consecutivos de repunte. La tensión provocada por la falta de definiciones respecto a las modificaciones del esquema cambiario introdujo ruidos en la economía durante el tercer mes del año.

    Al mismo tiempo, el rubro Comercio mayorista, minorista y reparaciones (9,3% ia) fue el de mayor incidencia positiva en la estadística anual, seguida de Intermediación financiera (29,3% ia) e Industria manufacturera (4,2% ia).

    Por el contrario, cinco sectores de actividad registraron caídas en la comparación interanual, entre los que se destacan Electricidad, gas y agua (-4,3%) y Hoteles y restaurantes (-3,6% ia). Estos segmentos, junto con Administración pública y defensa; planes de seguridad social de afiliación obligatoria (-1,1% ia), le restan 0,19 puntos porcentuales al crecimiento interanual del indicador.

    A propósito de la contracción mensual, la mayor parte de los analistas la asocian con la zozobra cambiaria que se vivió en marzo cuando el Banco Central de la República Argentina (BCRA) no paraba de vender divisas mientras aumentaba la presión por conocerse el nuevo esquema cambiario.

    La actividad económica de marzo 2025

    Sin embargo, la tendencia contractiva se habría revertido en abril ya que la flexibilización parcial del cepo cambiario no implicó un salto significativo en el tipo de cambio oficial. De hecho, la inflación se desaceleró de 3,7% a 2,8% en el cuarto mes de 2025.

    «El comportamiento dual puede explicarse por varios factores. Por un lado, el crecimiento interanual refleja en buena medida un efecto arrastre por la baja base de comparación, ya que en marzo de 2024 el EMAE había registrado una fuerte caída del 8,4%. Por otro lado, la contracción intermensual podria deberse a la salida del cepo cambiario y a cambios en las expectativas económicas», analizaron desde CEPEC.

    «El acumulado del primer trimestre mantiene un crecimiento del 6,1%, pero los riesgos a futuro incluyen posibles arrastres del sector energético y la evolución del consumo ante la nueva dinámica de precios«, concluye el documento.

     

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